8 de Septiembre de 2013
Toda vez que EEUU y sus aliados se preparan para bombardear a otro
país, salen a relucir agitadores profesionales y diversas agrupaciones
de izquierda que abonan el terreno intelectual de semejante tragedia a
través de una actitud equidistante y niveladora que merece nuestra más
enérgica denuncia.
Ayer lo hicieron en Libia. Apoyaron a los mal llamados "rebeldes"
hasta el último momento. Sin importar que los mismo estaban en franca
connivencia con los Estados que bombardearon al país magrebí, además de
financiados y pertrechados por estos últimos. Hoy, en un claro ejercicio
de amnesia selectiva, olvidan que Libia existe y está presa de una
tragedia aún mayor: caos, violencia y desintegración social. Un país
saqueado y ocupado por multinacionales y bases del AFRICOM.
Hoy en Siria, vuelven
nuevamente a la carga. Repiten la misma estrategia argumentativa. Ni un
solo dato, ni un solo documento, ni una sola prueba que sostenga sus
generalistas y vergonzantes denuncias. Apoyan a los mercenarios sirios (aún sabiendo que muchos son los mismos que actuaron en Libia)
y acusan de delitos de lesa humanidad al gobierno del país árabe y
laico más moderno de la región, elegido por la mayor parte de los
electores sirios en tres ocasiones: 2000, 2007 y 2012.
En momentos tan delicados y cruciales,
cabe preguntarse si estas personas o agrupaciones son realmente lo que
dicen que son o juegan un papel que muchos desconocemos. Sea como sea, e
independientemente de la veracidad o no de esta sospecha, lo cierto es
que su posicionamiento de carácter "equidistante" y "nivelador"
termina beneficiando oportunamente al agresor. Paradójicamente hacían
silencio años atrás sobre la necesidad de un cambio político o social en
estos países que luego las potencias extranjeras se ocupan de invadir y
destruir. Denuncian al actual gobierno sirio en este preciso momento en
el que se prepara un bombardeo a su pueblo. ¿Curioso, verdad?
Amparados en ese dudoso proceso de cambio llamado "primavera árabe",
los mismos se las ingenian para ver revoluciones sociales allí donde
abundan el caos, la violencia, la masacre y las peores atrocidades
imaginables de los últimos años. Cuando sale a la luz la innegable
realidad, que los revolucionarios no son otra cosa que miles de
mercenarios pagados y armados provenientes de más de 40 países
extranjeros (entre los que se encuentran países occidentales, árabes
y musulmanes como Qatar, Arabia Saudita, Turquía, Irak, Afganistán,
Jordania, Kuwait, Argelia, Libia, Túnez, Egipto y hasta Palestina) y que aquello no es una revolución sino la antesala de una invasión y agresión extranjera, se aprestan a escapar por la "tangente" de otro ingenioso argumento: la revolución secuestrada.
No les importan los pueblos, como a
los países agresores. De Libia ya no hablan, igual que los medios en
manos de estos países invasores. No les importa la "equidistancia" y la
"nivelación" en un escenario de muerte y destrucción donde la trágica
realidad obliga solo a dos posiciones, ni a 3, ni a 4: o se está del
lado del agresor, o se está del lado del que resiste la agresión. Nos
guste o no el gobierno sirio (algo que en realidad les compete a los sirios que viven en Siria)
la resistencia a la agresión está del lado de la inmensa mayoría de su
pueblo, su ejército y su gobierno. Debatir o no la conveniencia de un
gobierno, su Democracia o sus libertades políticas, en momentos de
agresión exterior y bombardeo indiscriminado (las bombas inteligentes curiosamente están repletas de efectos colaterales "humanos" e "inocentes") es un claro signo de miopía política e intelectual. Un evidente signo de estupidez humana. Imperdonable.
Para ellos es igual de "malo" Bashar Al Asaad que los países extranjeros que bombardean y saquean al país agredido. Cuando entonan su "fuera Bashar, fuera el imperialismo" o ayer su "ni OTAN ni Gadafi"
en momentos de bombardeo y masacre a sus pueblos, no hacen más que
desmovilizar una importante respuesta del frente progresista y de
izquierdas a nivel global y beneficiar por pasiva e intelectualmente al
agresor externo. Nivelan.
Rechazan al gobierno sirio sin
importar si su pueblo le eligió en 3 ocasiones y bajo consulta y
referéndum constitucional (2000, 2007 y 2012). Ni siquiera les importa
que Siria sea hoy una República, ni mencionan que esa fue la voluntad de
la mayoría de los sirios mediante consulta popular el pasado año.
Tampoco que su poder legislativo (250 miembros) tenga que estar formado
obligatoriamente por 125 trabajadores y/o agricultores, la mitad de los
mismos. Todo esto lo pasan desapercibido. No existe para ellos.
Se creen en posesión de la verdad
libia y siria, en la mayoría de los casos sin haber pisado esas tierras o
conocido a sus gentes. Escriben y vociferan sobre estos países como si
fuesen expertos conocedores e impolutos jueces poseedores de una razón
más elevada que el común de los mortales. Hablan de democracia y
libertades como si ellos viviesen en países ejemplares en estas
materias, donde no existe la desnutrición infantil, la injusticia y
desigualdad social. En suma, son una ficción... pero peligrosa. Sus
ficciones abonan el terreno intelectual de la matanza, la masacre y el
genocidio... pero real, no ficticio. Son cómplices por pasiva.
Responsables por no querer ser responsables de nada ni de nadie. Y
todavía algunos luego se pierden en falsos e infantiles debates
internos: troskistas vs stalinistas. Discusión perimida y sin sentido.
Cuando de lo que se trata en primera y última instancia es de "sentido
común".
Pero claro, ellos no son comunes.
Ellos son extraordinarios. Como dioses de un supuesto olimpo juzgan y
observan la realidad desde arriba. Describen como los comunes seres
humanos se lastiman unos a otros por sus humanas imperfecciones. Y ellos
siguen allí, desde la azotea de la Humanidad bajando línea y dando
cátedra de algo que no existe ni existió nunca... porque, ahora sí y al
destino gracias, nosotros nunca fuimos ni seremos impolutos.
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