30.07.2013.
Las próximas elecciones al Parlamento europeo son el año que viene. Las encuestas que estos días salen a la luz se centran en los datos de los partidos, esto es, que el PP y el PSOE bajan (y con ellos el bipartidismo) y que IU y UPyD suben (y serán las muletas de los anteriores a cambio de sillones). Sin embargo, se pone poco reparo a un hecho más que significativo, y es que por primera vez en unas elecciones puede ocurrir que la abstención supere a la participación.
Esto es, que el descontento social (a un lado y oro del abanico ideológico), cuando no la ira y la indignación, se traducirán en abstención para millones de personas. Personas que no ven en la actual clase política confianza suficiente para ir a darles el voto.
Desde la izquierda institucional se arremete contra esta posibilidad porque argumentan que el sistema hay que cambiarlo desde dentro y que ir ganando espacios en las instituciones es lo importante. Mientras esto sucede o no, lo cierto es que una sociedad donde la tan cacareada democracia no se la cree ni la mitad de la población, es algo que la izquierda revolucionaria debe analizar para actuar en consecuencia.
Algo se mueve a mucha velocidad y esquemas tradicionales de análisis parecen saltar por los aires.
A partir de ahora el que gane unas elecciones apenas lo hará con el 15% de la población mayor de 18 años, su legitimidad real será igual a cero.
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