Héctor Bermejo
Durante los últimos días hemos sido
testigos de uno de los acontecimientos más importantes de la historia
reciente de Turquía. Lo acaecido en el país otomano es la constatación
del sentir de un pueblo hastiado por un gobierno asentado en el
despotismo y la represión sistemática contra cualquier tipo de
disidencia, desde jóvenes manifestantes hasta periodistas “molestos”
para el régimen de Erdogan [1]. Lo que en su fase inicial fue
una reivindicación pacifica con tintes ecologistas ha derivado en una
lucha violenta por la defensa de los derechos de un pueblo oprimido y
sediento de libertad. No obstante, el desarrollo de diferentes
particularidades como la privatización de empresas y espacios públicos,
el servilismo a los Estados Unidos de América, las restricciones
respecto a varios asuntos de la vida cotidiana de los turcos como el
consumo de alcohol, el sustento del Estado turco a los terroristas que
actúan en Siria, o la certeza por parte de toda la oposición de que el
gobierno está acabando con el Estado laico han sido algunas de las
causas por las que la chispa del parque estambulita de Gize se ha
convertido en una llama que ha prendido fuego a lo largo de la totalidad
del territorio turco. Desde el principio del estallido, un conjunto
social ampliamente heterogéneo que engloba a diferentes sensibilidades
-desde comunistas hasta nacionalistas turcos- está enfrentándose a las
fuerzas de coerción del régimen turco de manera desigual. La violencia
utilizada por la policía otomana y algunos grupos afines al gobierno
reaccionario de Turquía es tan brutal que varios manifestantes han
muerto debido a la cruel y salvaje represión. Las hogueras iluminan las
calles atrincheradas de las principales ciudades del país, mientras
buena parte del mundo contiene la respiración, expectante ante los
acontecimientos que están por suceder. ¿Soplan vientos de Revolución, o
estamos ante una manifestación de rabia espontánea que pronto se
extinguirá?
En este ámbito, los comunistas
turcos -entre los que se encuentra el TKP- han desarrollado un trabajo
de intervención directa desde mucho antes del estallido, transformando
las reivindicaciones espontáneas de las masas enfurecidas en fundamentos
prácticos organizados bajo la constante masas-partido-masas, es decir,
devolviendo las reivindicaciones de éstas de forma que el socialismo
científico sea la fuente de la que beban buena parte de las
movilizaciones en las que el TKP tiene presencia [2]. Todo ello
es la puesta en marcha de una táctica adecuada y coherente por parte de
un Partido Comunista -con letras capitales- cuyo método de lucha se
basa en las enseñanzas del marxismo-leninismo. He ahí una diferenciación
clara entre el TKP y algunos partidos comunistas que dicen apellidarse
marxistas-leninistas, pero que carecen de los métodos de intervención
directa para transformar un movimiento espontáneo en un frente
organizado, no por incapacidad -tal vez sí-, sino por negligencia y por
obviar la gran oportunidad que el desarrollo de la historia les ha
servido en bandeja. Cabe decir que el TKP aún tiene mucho que trabajar
para seguir demostrando que está a la altura de las circunstancias,
siendo de vital importancia que desarrolle -al menos de manera
incipiente- órganos de poder detentados por la clase obrera y las otras
capas populares. Asimismo, la convocatoria de huelgas generales es un
avance cualitativo muy a tener en cuenta, sin olvidar el trabajo que
otras organizaciones revolucionarias como el EMEP están realizando a lo
largo de estos días.
Como he mencionado anteriormente, estos
acontecimientos están protagonizados por elementos de distinto signo.
Turcas y turcos de diferentes clases sociales han afianzado una alianza
interclasista para enfrentarse al gobierno liderado por el Primer
Ministro Erdogan y su partido AKP, un partido de corte
islamodemócrata que forma parte del Partido Popular Europeo como miembro
observador. Las reivindicaciones de los diferentes grupos van desde la
lucha de la pequeña burguesía kemalista por un retorno a los principios
clásicos de la República de Turquía hasta la eterna contienda entre los
kurdos y el Estado turco, pasando por las exigencias económicas de la
clase obrera y los sectores más oprimidos -recordemos que la fuerza de
trabajo es pagada miserablemente en Turquía-, la disputa por un nuevo
paradigma protagonizado por las organizaciones revolucionarias, o la
constante riña entre el gobierno, los jueces, y el ejército otomano [3].
A la vista está la tremenda dificultad que este desafío ofrece a los
comunistas del TKP y a los sectores más avanzados de la clase obrera
turca; las contradicciones entre los diferentes grupos de esta frágil
alianza pueden estallar en cualquier momento, y la confrontación entre
las diferentes facciones opositoras al régimen puede aparecer de manera
inesperada. Por ello es de vital importancia que los comunistas
tomen la iniciativa y actúen desde el epicentro mismo de las protestas,
huyendo de un papel observador y codeándose por ser la voz cantante que
transforme las reivindicaciones -recordemos una vez más- espontáneas de
las masas en forma de socialismo científico.
Pese a ciertas diferencias coyunturales,
podemos evidenciar un enorme paralelismo entre muchas demandas del
pueblo turco y las reivindicaciones de algunos de los sectores más
activos en la lucha contra el gobierno del Estado español, especialmente
los movimientos representados por el 15-M, el 25-S, o el 23-F. Estos
movimientos -pese a sus diferencias en la forma de lucha- tienen una
gran similitud en sus contenidos y reclamaciones, principalmente la que
defiende el derrocamiento del gobierno. Tanto el 15-M como el
25-S y el 23-F están representados por una gran variedad de grupos
pertenecientes a diferentes clases sociales con distintos intereses,
cuyas propuestas se acercan en gran medida a las reclamaciones del
pueblo turco. La lucha por una mayor democracia y por una mayor
participación de la sociedad en la toma de decisiones, la denuncia
contra la corrupción del sistema capitalista, la oposición a las
políticas económicas del gobierno, o la defensa de los derechos de las
personas sin recursos son algunas de las reivindicaciones de estos
movimientos en el Estado español. Ahora bien, ¿donde han estado
los partidos comunistas del Estado español para transformar esas
reivindicaciones particulares en forma de socialismo científico, sobre
todo en vista de que apoyan sin fisuras el avance del TKP y creen justa
la lucha de las masas turcas?
Algunos comunistas del Estado
español se han opuesto a participar en el 15-M, el 25-S, y el 23-F
porque son movimientos interclasistas copados por oportunistas y
reformistas; incluso se ha llegado a decir que estos movimientos son la
antesala del fascismo. Las preguntas son, ¿acaso no es una posición
contradictoria y oportunista defender la lucha del TKP en un entorno
interclasista en el que hay grupos extremadamente reaccionarios y
anticomunistas como la burguesía kemalista [4] y el ejército turco,
mientras que al mismo tiempo se huye de la lucha dentro del 15-M, el
25-S, y el 23-F? ¿acaso no es deber de los comunistas tomar la
iniciativa e intentar dirigir las luchas, exponiendo a todos los
elementos contrarrevolucionarios, y transformando las reivindicaciones
de las masas en forma de socialismo científico? Resulta curioso ver como
algunos a los que les encanta citar a los bolcheviques obvian que estos
se metieron en fregados mucho más complejos que lo que nos trae entre
manos, con gente muchísimo más peligrosa.
Anteriormente menciono la diferencia en
las formas de lucha, si bien los contenidos son bastante similares. La
ausencia de elementos revolucionarios avanzados en los movimientos
espontáneos del Estado español ha facilitado -en buena medida- la
imposibilidad de que las formas pacificas de lucha se eleven a formas
legítimamente violentas, organizadas por quienes pretenden transformar
la realidad mediante el uso de las herramientas de intervención que el
marxismo-leninismo ofrece. Esta imposibilidad está directamente
relacionada con los errores de análisis -tal vez intencionados- de los
mismos oportunistas que se regocijan al ver las escenas violentas en las
calles de Ankara o Estambul.
Parte suya de responsabilidad es que no
haya sucedido algo parecido en el Estado español, por mucho que las
diferencias entre nuestra sociedad y la turca sean evidentes.
Las contradicciones del modelo económico capitalista están por aumentar,
empeorando la vida de la clase trabajadora y los sectores oprimidos,
facilitando el surgimiento de futuros movimientos heterodoxos. Asimismo,
existen diferentes movimientos en los que los comunistas -una vez más-
tenemos la oportunidad de intervenir para transformar las
reivindicaciones de las masas y dirigirlas hacia un escenario propicio.
Por ello, debemos luchar contra el oportunismo ideológico frente a los
movimientos espontáneos, poner freno al sectarismo que aísla a la
militancia comunista honesta de las luchas particulares más importantes
de las masas, y apuntar con el dedo a aquellos burócratas que
promocionan el “descuelgue” del Movimiento Comunista Español respecto a
los frentes de masas abiertos en la actualidad.
Cuando algunos
hablan de “organización, organización, organización”, o de intervenir
desde los bordes, ¿a quién pretenden organizar, en vista de que la
mayoría de las personas conscientes se reúnen en torno a plataformas de
tipo heterodoxo porque desconfían de los partidos tradicionales? ¿acaso
no es eso dejar la puerta abierta a los elementos más indeseables para
que ejerzan su influencia entre las masas con discursos populistas?
¿esperan que las masas acudan a ellos sin tener el más mínimo contacto,
por arte de magia? Para dirigir y organizar a las masas no hay que
intervenir desde los bordes, hay ir de frente, dando la cara y
recibiendo más golpes que nadie; pero eso es algo totalmente imposible
de asumir para algunos partidos con un estilo de trabajo puramente
social-demócrata asentado única y exclusivamente en la legalidad. Sobra
decir que la mayoría de los individuos que se han agrupado dentro de
estos movimientos interclasistas carecen de la suficiente formación
política para interpretar la realidad de un modo marxista, por lo que
difícilmente adoptarán el socialismo científico si no hay quien
intervenga en sus asambleas y sus frentes por el mero hecho de que haya
elementos recalcitrantes. La cuestión es que más vale cometer un error y
aprender, que ser un hipócrita y arrastrar a muchos con él.
Notas:[1] http://www.abc.es/20121023/internacional/abci-turquia-periodistas-201210221341.html
[2] http://www.larepublica.es/2013/06/declaracion-del-partido-comunista-de-turquia-tkp
[3] http://www.20minutos.es/noticia/1123539/0/turquia/ejercito/dimision
[4] http://www.iccr.gr/site/es/issue2/development-of-anti-communism-in-turkey-during-the-foundation-period.html
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