En el año 1987, en numerosas localidades cántabras y asturianas, sus habitantes vieron como perdian sus puestos de trabajo gracias a la reconversión industrial y el desmantelamiento de muchas muchas fábricas dedicadas al sector secundario.
En Cantabria, concretamente, se calcula que con la regulación de empleo y las reducciones, se perdieron más de 3000 puestos de trabajo para una comarca de la que dependian de esa industria unas 13.000 personas.

El día 11 de marzo de 1987 el ex-presidente del Consejo de Administración de Forjas y Aceros, Enrique Antolín se presentó en la empresa para despedirse del resto de consejeros y recoger sus pertenencias, ya que había sido nombrado consejero de Obras Públicas del Gobierno Vasco. Cuando tuvieron conocimiento de ello, miembros del comité de empresa obligaron a Antolín a dirigirse al llamado búnker (el edificio de control de calidad de la empresa) donde le retuvieron durante toda la noche junto a algunos cargos directivos. Al día siguiente 34 miembros de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil asaltaron el búnker para liberar a Antolín, mientras 321 guardias civiles dispersaban a los obreros concentrados a la entrada de la factoría utilizando pelotas de goma y botes de humo.

A partir de ahí se convirtió en una batalla campal en la que los obreros desarmaron a la guardia civil, muchos cetmes (fusiles) no se recuperaron, otros se devolvieron rotos a la policia y una de las pistolas nunca se recuperó. Se atacó a la guardia civil con lluvias de piedras, estos respondieron con lluvias de gases lacrimógenos y pelotas de goma.





Uno de los activistas perdió un ojo, dos murieron y un guardia civil también resultó muerto.
La guardia civil decidió entonces, sitiar Reinosa con tanquetas, coches blindados, jeeps y helicópteros.




Hoy,  años después, algunos trabajadores de Reinosa aseguran que aquello fue una derrota. Que al final, los trabajadores se fueron a la calle, además de la trágica muerte de Gonzalo. Pero también están seguros de que ese espíritu de lucha es fundamental y necesario. Que aquello sirvió para potenciar la solidaridad entre los vecinos y vecinas del municipio. “Era impresionante ver a las amas de casa, mujeres mayores, insultar a la Guardia Civil y lanzarles tiestos desde las ventanas”, rememora uno de ellos. Reinosa era una piña para expulsar la ocupación que estaban sufriendo.

Pero la conclusión a la que llegan es que hoy, estando peor que entonces, nadie se mueve. Que todo ese espíritu combativo, colectivo y solidario ha desaparecido. En aquel momento, los trabajadores de Reinosa se unieron y vencieron el miedo para enfrentarse al sistema. “Hoy se ha perdido la conciencia de clase. No podemos olvidar ni de dónde venimos nosotros ni qué están buscando ellos”.



Se cortaron el acceso las vías de tren Santander - Madrid y la carretera a Palencia.
Respecto al gobierno de Felipe Gonzalez... no hubo respuesta.