Desde que se anunció el atentado de Woolwich, distrito del sureste de Londres, el grupúsculo de extrema derecha Liga Inglesa de Defensa (EDL) movilizó a un centenar de sus partidarios al lugar de los hechos.
Con el rostro oculto con pasamontañas adornadas con su estandarte, la cruz de San Jorge, los neonazis de la EDL se dedicaron a atacar varias mezquitas de ese barrio popular, que acoge a una importante comunidad musulmana originaria del Cuerno de África, del Magreb, del subcontinente indio, al lado de habitantes blancos de escasos recursos.
"Ellos decapitan a nuestros soldados en las calles de Londres. ¡Eso es el islam…", tronó el jefe de la Liga, Tommy Robinson, mientras sus partidarios atacaban a la policía y, de paso, a cualquiera que tuviera la piel oscura y se cruzara en su camino.
Woolwich constituye un terreno fértil para las tesis del Partido Nacional Británico, partido de extrema derecha que defiende la identidad, muy activo en el ámbito local.
Su "programa" pone en evidencia la cólera, la ignorancia, las frustraciones y el miedo por el futuro de los "blancos de abajo", que se consideran traicionados tanto por los laboristas como por los conservadores.
Y esto por no mencionar el racismo endémico -contra los negros y musulmanes en la actualidad, contra los judíos y hugonotes en el pasado- que siempre ha hecho estragos en los barrios populares del este de la capital inglesa.
Los atentados del 7 de julio de 2005, perpetrados por jóvenes musulmanes británicos, así como las manifestaciones organizadas por los islamistas contra los desfiles de las tropas que regresaban de Irak y Afganistán, exacerbaron los prejuicios antimusulmanes en el seno de la clase obrera blanca.
Michel Collins, autor de "The Likes of Us: a Biography of the White Working Class ", señala que la mayoría de la clase obrera blanca aprovechó el formidable crecimiento económico de la era Thatcher-Blair para irse de los barrios del centro que siempre habían ocupado. "Los obreros de éxito viven ahora en nuevos territorios, en los confines de los suburbios de Essex y Kent".
Pero atrás se quedaron los "blancos fracasados", como en Woolwich, los trabajadores menos calificados y los jubilados.
Esa es la población "de abolengo" que ahora convive, a regañadientes, con las minorías negras y asiáticas que dominan las zonas populares de las grandes ciudades inglesas. Se trata de una mezcla que puede dar origen a un coctel explosivo.
Woolwich también aloja la base militar a la que estaba adscrito el soldado asesinado por los dos presuntos terroristas islamistas.
Hasta 2007, en ese cuartel legendario, construido de 1776 a 1802, estuvo alojado el regimiento real de artillería, símbolo del vínculo entre la monarquía y las fuerzas armadas, encargado de disparar los cañonazos en las ceremonias oficiales.
La reina tiene programada una visita para el 31 de mayo a estas instalaciones -que ahora albergan un centro de entrenamiento y alojamiento para las tropas que están de tránsito por Londres- situadas a dos pasos de los astilleros navales de la época Tudor y Estuardo que le permitieron a Inglaterra dominar los mares.
Símbolo por excelencia del Imperio, las barracas de la Artillería Real fueron la sede de las competencias de tiro con pistola en los Juegos Olímpicos de agosto de 2012 y del tiro con arco de las competencias paraolímpicas.
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