La decisión del Partido Comunista de
Chile (PCCh) de dar su apoyo a la candidata presidencial, Michelle
Bachelet, es obviamente la decisión legítima de un partido que así lo
decide, pero ello no significa que tal orientación represente a todos
los comunistas de Chile.
La determinación la tomó el Comité
Central, no fue una decisión tomada por las bases comunistas a través de
un plebiscito partidario.
Esto me parece importante decirlo, pues
una de las exigencias fundamentales del movimiento social es que si
realmente queremos cambiar el modo de hacer política, esto debe hacerse
con la participación activa del pueblo; es decir, desde la base.
Por otro lado, los dirigentes comunistas
siempre hablaron de que apoyarían un programa no personas ¿Qué motivó
que ese discurso cambiara? ¿Qué se puede esperar de estos dirigentes en
los años venideros? ¿Cambiará el modo de operar de los partidos
políticos en el futuro, como exige el pueblo movilizado?
Ante este acontecimiento es importante explicar que el Partido
Comunista no representa a todos los comunistas de la nación, es sólo el
partido de los comunistas militantes.
El PCCh no tiene la potestad del
comunismo chileno o la marca registrada de él. De hecho, en el país,
somos más los comunistas que no militamos que los que militan.
Eso lo sabe Guillermo Teillier, lo sabe
Lautaro Carmona, lo saben todos los compañeros. Y si bien la mayoría
hemos seguido votando por los candidatos comunistas, en las elecciones
municipales y parlamentarias, tenemos claro, desde un análisis
materialista dialéctico e histórico, que cuando una partido de Izquierda
decide apoyar una candidatura con claros tintes neoliberales comete un
grave error.
Hoy, los actuales dirigentes del Partido
Comunista, a cambio de escaños en el parlamento, han hipotecado la
ideología y desafectado la identidad comunista forjada en la lucha
contra la dictadura y en contra del neoliberalismo de las últimas dos
décadas.
La famosa “nueva mayoría” que se invoca como panacea para apoyar a
Bachelet, es sólo un eslogan, una ilusión. Mientras no haya
participación efectiva de las bases no habrá democracia verdadera.
Hasta el más bobalicón se da cuenta que
el discurso de los dirigentes de los partidos de la Concertación no
coincide con su práctica diaria. Recomiendo solicitar, por ley de
transparencia, los documentos de cómo han votado los proyectos de ley
los parlamentarios concertacionistas en los últimos años.
Desde mañana veremos a los dirigentes
comunistas tratando de justificar lo injustificable y tratando de
convencer al pueblo de las virtudes de la candidata; sin olvidarse claro
está, de decir que quienes los criticamos le hacemos el juego a la
derecha.
O sea, algo así como el discurso
fascista de que los comunistas nos comemos las guaguas, pero al revés.
Créanme, no se les ocurrirá un argumento más inteligente.
por: Alejandro Lavquén para g80
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