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miércoles, 8 de mayo de 2013

A 68 AÑOS DE LA VICTORIA SOVIÉTICA EN BERLIN


Le drapeau de la victoire


Hace 68 años, de manera oficial, el fascismo caía derrotado tras seis años de guerra. Sin duda alguna el peor conflicto bélico en el que la humanidad se vio inmersa jamás: La Segunda Guerra Mundial, como se le conoce popularmente, también llamada en los antiguos países de la Unión Soviética (URSS) como la Gran Guerra Patriótica. Y no es de extrañar que tengan su propio termino para referirse al conflicto.
Esta guerra no fue igual que la primera (que se trató de un choque de intereses imperialistas) por eso mismo. Esta vez la ecuación había cambiado porque desde el Lejano Oriente hasta Europa, se extendía el primer Estado obrero de la historia.
Las potencias capitalistas desde el oeste y las fuerzas soviéticas desde el este, liberaron completamente Europa del yugo que supuso el nazismo. Por supuesto, como todos sabemos, los capitalistas tuvieron un nefasto papel en el surgimiento del fascismo, cuando las grandes fortunas financiaban a los camisas negras o a las SA nazis para que se enfrentaran a los trabajadores en huelgas y llevaran a cabo al trabajo que estos no realizaban (el esquirol más asqueroso de cuantos se puedan encontrar). En una frase: el fascismo fue la herramienta que el capitalismo tuvo que usar cuando vio peligrar sus privilegios antes la reivindicaciones de los trabajadores. Mano de hierro para quien quisiera exigir un futuro para sus hijos. Para colmar el vaso, el crack del 29 hizo que la situación se desestabilizara aún más – y pensar que ahora vivimos una crisis estructural mucho peor de lo que fue esta en términos económicos… -.
No obstante cuando el fascismo se les fue de las manos y la irracionalidad de éstos sumió al mundo en una terrible guerra, los capitalistas, asustados ante el monstruo que habían creado por miedo a las luchas populares, se lanzaron contra él abanderando de forma hipócrita la libertad que antes habían combatido. Obviando los ataques fascistas a países como Albania, Checoslovaquia o Austria, no apoyando al bando republicano en la guerra civil y dándole largas a Stalin para crear una alianza antifascista frente a las fuerzas del Eje en 1936 y 1938.
60 millones de muertos, una Europa destruida, un exterminio selectivo de personas como jamás se había visto en la historia y una larga lista de horrores describen esta guerra.
Claro, que el cine occidental nos ha hecho ver a los estadounidenses como los verdaderos vencedores de la guerra, cuando su contribución a esta en comparación con otros países, fue bastante reducida. Por no hablar de que los Estados Unidos, salvo el percance de Pearl Harbor, no recibió ataque alguno por parte del Eje en su territorio, debido a su localización, apartado de los principales escenarios bélicos de la contienda, teniendo que trasladar sus tropas a el norte de África, Europa occidental o el Pacífico (donde los estadounidenses si que cargaron con el peso bélico de dicho frente).
Con Europa bajo su control y el Reino Unido a la defensiva, Hitler se enfrentó contra lo que consideraba el producto más asqueroso que había dado el mundo moderno: el socialismo, liderado por la URSS, lanzando la archiconocida “Operación Barbarroja“.Obviamente, no es sino un halago que seres de tal calaña repudien las ideas revolucionarias marxistas.
El Ejército Rojo, sorprendido, sufrió una cantidad desproporcionada de bajas en estos días. La mayor parte de los aviones fueron destruidos antes de despegar y los blindados alemanes destruían sin mayor problema a sus homólogos soviéticos. La mayor parte europea de la URSS cayó, casi cae también Moscú, hasta que en la Batalla de Stalingrado los soviéticos pudieron ponerle freno a los nazis, cambiando el rumbo de la guerra.
El Glorioso Ejército Rojo, como nos gusta llamarlo a los más folklóricos, liberó toda Europa oriental y acabó con dos terceras partes de la Wehrmatch (Ejército nazi alemán) colaborando estrechamente con los partisanos que actuaban contra los fascistas en países como Yugoslavia, Albania o los propios territorios ocupados de la Unión Soviética.
La consecuencia fue que de las 60 millones de vidas perdidas, 30 millones fueron soviéticos (alrededor de 8 millones de soldados y 22 millones de civiles, a causa de la barbarie que llevaron a cabo los nazis en los territorios bajo su control). Pasó el Sitio de Leningrado, la Batalla de Kursk, la liberación de Varsovia… y los soviéticos se plantaron en el mismo corazón del III Reich: Berlín. Tal y como se había acordado entre Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS, la toma de la capital alemana la llevarían a cabo los soviéticos.
Poco a poco el cerco sobre Berlín se iba cerrado. Hitler y la mayor parte de las cúpulas nazis se suicidan mientras envían a todo hombres o niño a luchar contra los blindados soviéticos.
“Si la guerra está perdida, no me importa que mi pueblo sufra. No derramaré ni una lágrima por él. No merece nada mejor”
Estas fueron las únicas palabras de Hitler en ese momento en el cual la derrota era ya más que previsible, en referencia al pueblo que lo había seguido ciegamente en su sangrienta cruzada, al que había llevado al suicidio bélico y que había luchado por él. A finales de abril, junto con la mayor parte de la cúpula nazi, Hitler se suicidó en su búnker. Eligió un disparo en la cabeza.
Los alemanes, asustados, pidieron una paz. Los soviéticos se negaron rotundamente: no querían una paz con los criminales que habían provocado la muerte de decenas de millones de personas. Querían la rendición incondicional del mando nazi y combatirían contra estos hasta tomar todo Berlín si hacía falta.
Y así fue. El ejército rojo iba casa por casa capturado nazis, combatiendo calle tras calle de una derruida Berlín. Pocos días después, los soldados del Ejército Rojo asaltan el parlamento alemán: el Reichstag, corazón del poder fascista. El mismo edificio que los nazis incendiaron para posteriormente culpar a los comunistas alemanes y tener una justificación para reprimirlos brutalmente
Sólo la batalla dentro de este edificio se cobró miles de vidas, pero finalmente la bandera roja fue ondeada desde la culpa, dándose por concluida la batalla, la guerra en Europa y la etapa dorada del fascismo.
Entonces los nazis no tuvieron opción alguna más que rendirse incondicionalmente, y aceptar los próximos juicios de Nuremberg, donde muchos serían condenados – a muerto una gran cantidad – por crímenes contra la humanidad, sobre todo por la implicación que muchos de ellos tuvieron en el Holocausto contra los judíos.
Ahora que en Europa es alzan partido neonazis como Amanecer Dorado, conviene recordar a lo que llevó tomar ese camino una vez: la aniquilación de una parte del mundo por la otra media. Conviene recordar porque se sufrió mucho, se sacrificaron muchas vidas y se perdió demasiado una vez para acabar con dicho monstruo, como para que volvamos a caer en la misma espiral totalitaria.
En España no vivimos la Segunda Guerra Mundial, pero tuvimos nuestra propia guerra entre nosotros, donde se midió la temperatura de los ejército que luego se enfrentarían en el resto de Europa. En el resto del continente, los restos del fascismo fueron destruidos, mientras que en España sobrevivió cuarenta años más de la mano de Franco, y nunca se prohibió su enaltecimiento.
http://masseperdioenberlin.blogspot.com.es

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