Hace 68 años, de manera oficial, el
fascismo caía derrotado tras seis años de guerra. Sin duda alguna el
peor conflicto bélico en el que la humanidad se vio inmersa jamás: La
Segunda Guerra Mundial, como se le conoce popularmente, también llamada
en los antiguos países de la Unión Soviética (URSS) como la Gran Guerra Patriótica. Y no es de extrañar que tengan su propio termino para referirse al conflicto.
Esta guerra no fue igual que la primera
(que se trató de un choque de intereses imperialistas) por eso mismo.
Esta vez la ecuación había cambiado porque desde el Lejano Oriente hasta
Europa, se extendía el primer Estado obrero de la historia.
Las potencias capitalistas desde el
oeste y las fuerzas soviéticas desde el este, liberaron completamente
Europa del yugo que supuso el nazismo. Por supuesto, como todos sabemos,
los capitalistas tuvieron un nefasto papel en el surgimiento del
fascismo, cuando las grandes fortunas financiaban a los camisas negras o a las SA nazis
para que se enfrentaran a los trabajadores en huelgas y llevaran a cabo
al trabajo que estos no realizaban (el esquirol más asqueroso de
cuantos se puedan encontrar). En una frase: el fascismo fue la
herramienta que el capitalismo tuvo que usar cuando vio peligrar sus
privilegios antes la reivindicaciones de los trabajadores. Mano de
hierro para quien quisiera exigir un futuro para sus hijos. Para colmar
el vaso, el crack del 29 hizo que la situación se desestabilizara aún
más – y pensar que ahora vivimos una crisis estructural mucho peor de lo
que fue esta en términos económicos… -.
No obstante cuando el fascismo se les
fue de las manos y la irracionalidad de éstos sumió al mundo en una
terrible guerra, los capitalistas, asustados ante el monstruo que habían
creado por miedo a las luchas populares, se lanzaron contra él abanderando de forma hipócrita la libertad
que antes habían combatido. Obviando los ataques fascistas a países
como Albania, Checoslovaquia o Austria, no apoyando al bando republicano
en la guerra civil y dándole largas a Stalin para crear una alianza
antifascista frente a las fuerzas del Eje en 1936 y 1938.
60 millones de muertos, una
Europa destruida, un exterminio selectivo de personas como jamás se
había visto en la historia y una larga lista de horrores describen esta
guerra.
Claro, que el cine occidental nos ha
hecho ver a los estadounidenses como los verdaderos vencedores de la
guerra, cuando su contribución a esta en comparación con otros países,
fue bastante reducida. Por no hablar de que los Estados Unidos, salvo el
percance de Pearl Harbor, no recibió ataque alguno por parte del
Eje en su territorio, debido a su localización, apartado de los
principales escenarios bélicos de la contienda, teniendo que trasladar
sus tropas a el norte de África, Europa occidental o el Pacífico (donde los estadounidenses si que cargaron con el peso bélico de dicho frente).
Con Europa bajo su control y el Reino
Unido a la defensiva, Hitler se enfrentó contra lo que consideraba el
producto más asqueroso que había dado el mundo moderno: el socialismo,
liderado por la URSS, lanzando la archiconocida “Operación Barbarroja“.Obviamente, no es sino un halago que seres de tal calaña repudien las ideas revolucionarias marxistas.
El Ejército Rojo, sorprendido, sufrió
una cantidad desproporcionada de bajas en estos días. La mayor parte de
los aviones fueron destruidos antes de despegar y los blindados alemanes
destruían sin mayor problema a sus homólogos soviéticos. La mayor parte
europea de la URSS cayó, casi cae también Moscú, hasta que en la Batalla de Stalingrado los soviéticos pudieron ponerle freno a los nazis, cambiando el rumbo de la guerra.
El Glorioso Ejército Rojo, como
nos gusta llamarlo a los más folklóricos, liberó toda Europa oriental y
acabó con dos terceras partes de la Wehrmatch (Ejército nazi alemán)
colaborando estrechamente con los partisanos que actuaban contra los fascistas en países como Yugoslavia, Albania o los propios territorios ocupados de la Unión Soviética.
La consecuencia fue que de las 60
millones de vidas perdidas, 30 millones fueron soviéticos (alrededor de 8
millones de soldados y 22 millones de civiles, a causa de la barbarie
que llevaron a cabo los nazis en los territorios bajo su control). Pasó
el Sitio de Leningrado, la Batalla de Kursk, la liberación de Varsovia… y los soviéticos se plantaron en el mismo corazón del III Reich:
Berlín. Tal y como se había acordado entre Estados Unidos, Gran Bretaña
y la URSS, la toma de la capital alemana la llevarían a cabo los
soviéticos.
Poco a poco el cerco sobre Berlín se iba
cerrado. Hitler y la mayor parte de las cúpulas nazis se suicidan
mientras envían a todo hombres o niño a luchar contra los blindados
soviéticos.
“Si la guerra está perdida, no me importa que mi pueblo sufra. No derramaré ni una lágrima por él. No merece nada mejor”
Estas fueron las únicas palabras de
Hitler en ese momento en el cual la derrota era ya más que previsible,
en referencia al pueblo que lo había seguido ciegamente en su sangrienta
cruzada, al que había llevado al suicidio bélico y que había luchado
por él. A finales de abril, junto con la mayor parte de la cúpula nazi, Hitler se suicidó en su búnker. Eligió un disparo en la cabeza.
Los alemanes, asustados, pidieron una
paz. Los soviéticos se negaron rotundamente: no querían una paz con los
criminales que habían provocado la muerte de decenas de millones de
personas. Querían la rendición incondicional del mando nazi y combatirían contra estos hasta tomar todo Berlín si hacía falta.
Y así fue. El ejército rojo iba casa por
casa capturado nazis, combatiendo calle tras calle de una derruida
Berlín. Pocos días después, los soldados del Ejército Rojo asaltan el
parlamento alemán: el Reichstag, corazón del poder fascista. El
mismo edificio que los nazis incendiaron para posteriormente culpar a
los comunistas alemanes y tener una justificación para reprimirlos
brutalmente
Sólo la batalla dentro de este edificio
se cobró miles de vidas, pero finalmente la bandera roja fue ondeada
desde la culpa, dándose por concluida la batalla, la guerra en Europa y
la etapa dorada del fascismo.
Entonces los nazis no tuvieron opción alguna más que rendirse incondicionalmente, y aceptar los próximos juicios de Nuremberg,
donde muchos serían condenados – a muerto una gran cantidad – por
crímenes contra la humanidad, sobre todo por la implicación que muchos
de ellos tuvieron en el Holocausto contra los judíos.
Ahora que en Europa es alzan partido neonazis como Amanecer Dorado, conviene recordar a lo que llevó tomar ese camino una vez: la aniquilación de una parte del mundo por la otra media. Conviene recordar
porque se sufrió mucho, se sacrificaron muchas vidas y se perdió
demasiado una vez para acabar con dicho monstruo, como para que volvamos
a caer en la misma espiral totalitaria.
En España no vivimos la Segunda Guerra
Mundial, pero tuvimos nuestra propia guerra entre nosotros, donde se
midió la temperatura de los ejército que luego se enfrentarían en el
resto de Europa. En el resto del continente, los restos del fascismo fueron destruidos, mientras que en España sobrevivió cuarenta años más de la mano de Franco, y nunca se prohibió su enaltecimiento.
http://masseperdioenberlin.blogspot.com.es
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