Emiliano Gómez Peces
María Teresa León Goyri,
escritora española, nació el 31 de Octubre de 1903 en Logroño. Era hija
de Ángel León, coronel del ejército y de Oliva Goyri. Su infancia y
adolescencia transcurrieron en Madrid, Barcelona y Burgos. Era sobrina
de Ramón Menéndez Pidal y María Goyri, la primera mujer en España que
obtuvo un doctorado en Filosofía y Letras e impartió clases en la
universidad española. María Teresa León estudió en la Institución Libre
de Enseñanza y se licenció en Filosofía y Letras. En 1920, con
diecisiete años se casa con Gonzalo de Sebastián, con el que tuvo dos
hijos, Gonzalo y Enrique, empezó a publicar artículos en el Diario de
Burgos bajo el seudónimo de la heroína de D’Annunzio, Isabel Inghirami, y posteriormente con su propio nombre. Realizó un viaje a la Argentina en 1928. Al año siguiente publicó sus primeras obras: Cuentos para soñar y La bella del mal amor.
Se separó de su marido y se fue a vivir a Madrid, donde conoció al que
sería su compañero de por vida, Rafael Alberti. Escribe el poeta en su
“Arboleda Perdida”: “Surgió ante mí, rubia, hermosa, sólida y
levantada, como la ola que una mar imprevista me arrojara de un golpe
contra el pecho”. Se casaron por lo civil en 1932 y la unión marcó
una etapa repleta de proyectos culturales y literarios comunes. La Junta
para la Ampliación de Estudios pensionó a María Teresa León para
estudiar el movimiento teatral europeo y comenzaron a viajar por Berlín,
la Unión Soviética, Dinamarca, Noruega, Bélgica y Holanda.
En 1933 fundaron la revista Octubre.
Regresaron al año siguiente a la Unión Soviética para asistir al Primer
Congreso de Escritores Soviéticos, donde conoció a M. Gorki y A.
Malraux. Tras el estallido de la revolución de Asturias viajaron a los
Estados Unidos, para recaudar fondos para los obreros damnificados. Y ya
en 1936 se produjo la sublevación del 18 de julio que marcó el inicio
de la guerra civil española, el levantamiento los sorprendió en Ibiza,
donde tuvieron que esconderse y consiguieron partir hacia Madrid. María
Teresa se volcó activamente en las actividades republicanas y fue
secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas, y fundó la revista
El Mono Azul, experiencias que aparecieron recogidas en dos de sus novelas, Contra viento y marea y Juego limpio, así como en varios de sus cuentos.
Colaboró en la confección del Romancero de la Guerra Civil
dedicado a García Lorca, que constituye un importante compendio de la
poesía anónima del siglo XX. Participó en la Junta de Defensa y
Protección del Tesoro Artístico Nacional, desarrollando una intensa
actividad de agitación cultural y literaria en los frentes de batalla,
de salvación del patrimonio nacional, actividad en la que logró salvar
el tesoro sacro de Toledo y el traslado de los fondos pictóricos del
Museo del Prado a Valencia. Igualmente participó en el II Congreso
Internacional de Escritores Antifascistas celebrado en Madrid y Valencia
en 1937. Durante la guerra fue subdirectora del Consejo Central del
Teatro y siendo responsable de “El Teatro de Arte y Propaganda” y
posteriormente de “Las Guerrillas del Teatro” (en acción contra el
fascismo, por la victoria del pueblo, por la cultura) en el Ejército del
Centro puso en marcha diversas empresas teatrales. Tras la derrota
republicana se exilió junto a Rafael en Oran, Francia, Argentina e
Italia. En París vivieron hasta finales de 1940, trabajando como
traductores de la radio francesa Paris-Mondial y como locutores para las
emisiones de América Latina. Y posteriormente vivieron veintitrés años
en Argentina donde nació su hija Aitana. Allí María Teresa desarrolla
una intensa labor literaria como guionista de radio y traductora, a la
vez que redacta algunas de sus principales obras.
El viaje a China en 1958 dará lugar a una importante obra de colaboración con Alberti: Sonríe China.
La llegada de Perón al poder los decidió de nuevo a partir hacia Roma
donde vivieron desde 1963 hasta su regreso definitivo a España en 1977.
En Roma, María Teresa León perfiló el final de su autobiografía Memoria de la melancolía.
El 27 de abril de 1977 regresaron a España, tras treinta y ocho años
de exilio, pero María Teresa ya estaba enferma de Alzheimer y permaneció
ingresada en un sanatorio de la sierra madrileña, sin memoria ni
recuerdos. Falleció el 13 de diciembre de 1988 y fue enterrada en el
cementerio de Majadahonda, precisamente el día que había una huelga
general que paralizó el país. Curioso homenaje a la luchadora que
siempre fue. Rafael puso este epitafio en su lápida: “Esta mañana amor tenemos veinte años.
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