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jueves, 25 de abril de 2013

MUJERES REPUBLICANAS: MARIA ZAMBRANO

zambrano
Emiliano Gómez Peces

Todo lo que el hombre quiere, lo sueña primero”

La pensadora, ensayista y poeta española María Zambrano Alarcón nace el 22 de abril de 1904 en el malagueño pueblo de Vélez-Málaga, hija del pensador y pedagogo Blas José Zambrano, y allí permanece sus primeros cuatro años de vida. Es en 1909, y tras una breve estancia en Madrid, cuando sus padres -ambos maestros-, se trasladan a Segovia, lugar donde transcurre su adolescencia. El ambiente intelectual se respira en casa de los Zambrano, del que es habitual visitante el poeta Antonio Machado.
Maria Zambrano inicia en 1921 sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, asistiendo a las clases de Ortega y Gasset, García Morente, Besteiro y Zubiri. En 1928 se le diagnostica tuberculosis, enfermedad que marcará el resto de su vida. Vivió muy de cerca los acontecimientos políticos de aquellos años, de cuya vivencia fue fruto su primer libro “Horizonte del liberalismo” (1930). Defensora de la República, Zambrano se revela como articulista para defender sus ideales.
Durante cinco años -de 1931 a 1936- es profesora auxiliar de la Cátedra de Metafísica en la Universidad Central. Comenzó a colaborar en la Revista de Occidente, luego en Cruz y Raya y en la revista Hora de España. Durante los años de la II República conoce y entabla amistad con José Bergamín, Luis Cernuda, Miguel Hernández , Jorge Guillén y Emilio Prados. El 14 de septiembre de 1936 contrae matrimonio con Alfonso Rodríguez Aldave, y dado que éste ha sido nombrado secretario de la embajada española en Santiago de Chile, parten hacia allí. En esta ciudad trabajará activamente por la causa republicana. En el camino hacen parada en La Habana donde conocerá a José Lezama Lima, que se convertirá en uno de sus grandes amigos y valedores.
En 1937, el mismo día en que cae Bilbao, María Zambrano y su marido regresan a España; a la pregunta de por qué vuelven si la guerra está perdida, responderán: “por eso”. Reside primero en Valencia y posteriormente en Barcelona. Dirá: «Nuestro pueblo lucha por todos los pueblos del mundo y ellos lo saben». Su marido se incorpora al ejército, y María Zambrano colabora en defensa de la República como Consejera de Propaganda y Consejera Nacional de la Infancia Evacuada.
El 28 de enero de 1939 María Zambrano cruza la frontera francesa, dejando atrás todo lo suyo, camino del exilio, en compañía de su madre, su hermana y el marido de ésta. Tras una breve estancia en París, donde entabló amistad con Albert Camus y René Char, posteriormente vivió en México. En Morelia es nombrada profesora en la Universidad San Nicolás de Hidalgo. Conoce y entabla amistad con Octavio Paz y León Felipe. También en ese año publica Pensamiento y Poesía en la vida española, y Filosofía y Poesía, a lo que seguirá una intensa actividad literaria. En 1942 es nombrada profesora de la Universidad de Río Piedras, en Puerto Rico. Poco a poco, se va dibujando en ella la necesidad de atender a eso que empieza a denominar “razón poética“.
En 1946, viaja a Paris, donde encuentra a su hermana Araceli, torturada por los nazis, al borde de la locura. Ya no se separarán nunca. En 1948 se separa de su marido y vuelve a La Habana ahora acompañada de Araceli, donde habrán de quedarse hasta 1953, fecha en la que viajan a Roma. Por aquel entonces escribirá algunas de sus obras más importantes: El hombre y lo divino, Los sueños y el tiempo, Persona y democracia, entre otros. En 1964 abandona Roma, de donde es expulsada por la denuncia de un vecino fascista, a causa de los muchos gatos que tenía en su apartamento. Siempre acompañada de su hermana, se instala en el Jura francés. Araceli muere en 1972 y María sigue en su retiro de La Pièce, con algún intervalo en Roma. Escribe Claros del bosque y empieza De la aurora. El giro hacia la mística se ha efectuado.
Mientras tanto, en España poco a poco se empieza a conocer a la escritora. En 1981 se le otorga el Premio Príncipe de Asturias. Desde Ginebra, donde se había instalado en 1980, regresaría por fin a Madrid en 1984, después de cuarenta y cinco años de exilio. En 1988 le fue concedido el premio Cervantes de Literatura. Falleció en la capital española el 6 de febrero de 1991.

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