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jueves, 11 de abril de 2013

EN DOS AÑOS, TODOS SEREMOS CHIPRIOTAS




Pablo Pardo.

"Las necesidades de capital deben ser cubiertas en primer lugar y de forma prioritaria por los accionistas y el mercado y, donde eso no se dé, deberá haber ayuda coordinada de los Estados".

Esa frase, como recordaba esta semana en este artículo el ex vicepresidente de Moody’s, Christopher Mahoney, es del viceministro de Finanzas de Alemania, Jörg Asmussen. ¿Un ministro alemán diciendo eso? Sí. En 2011. En 2007, Alemania había rescatado, sin ningún tipo de vergüenza, a su banco IKB, que estaba en quiebra por haberse hinchado a comprar hipotecas basura.
Mahoney recordaba la frase de Asmussen en un artículo en el que aseguraba que, según Moody’s, tres de los mayores bancos en peligro de la eurozona son alemanes: Deutsche Pfandbriefe Bank, Norddeustsche Landesbank y HSH Nordbanken. Las tres criaturas suman en total 467.000 millones de euros en activos pero, como comentaba el ex directivo de la agencia de calificación de riesgos, ni los depositantes ni los acreedores de esos bancos están en peligro de que les pase algo como a los de Chipre. Como concluye 'Rebelión en la Granja', de George Orwell, "todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros".

En el pasado, Alemania se opuso también a recortar los acreedores, como recordaba Nicolas Véron, del Peterson Institute for International Economics (de Washington) y Brueghel (de Bruselas), refiriéndose al colapso de Irlanda en 2010. Ahora, sin embargo, el ministro holandés de Finanzas, Jeroen Dijselbloem, ha dicho que "los depósitos de los bancos sólo son tan seguros como lo sean los Gobiernos que han asegurado esos depósitos". ¿Es segura España? ¿Eslovenia? ¿Irlanda? ¿Portugal? Hasta hace tres meses, el mercado no lo creía así.

Pero ahora la Comisión Europea trabaja, bajo órdenes de Alemania, Holanda, Finlandia y Dinamarca, en un proyecto de Directiva europea, que entraría en vigor en 2015, en virtud de la cual los rescates de los bancos los pagarán los que tengan bonos… y los depositantes.

Esto, en la práctica, significaría poner el euro en la cuerda floja en dos años. Los bancos de los países 'acreedores' están recortando su exposición a los países 'deudores', tal y como ha recordado esta semana el Institute for International Finance. Eso significa que el riesgo de 'contagio directo' de una crisis es cada vez menor, y justifica que apenas haya habido reacción tras la hecatombe chipriota. Pero eso también implica algo muy grave: el sistema financiero europeo se está fragmentando. En vez de a una unión, caminamos hacia lo contrario.

Hay otro problema: si los mercados bancarios de fragmentan, los bancos de cada país tendrán más deuda del propio país. Eso significa que los países más solventes (los acreedores) serán cada vez más solventes (porque tendrán deuda soberana de sus Estados) y los de los países en quiebra (real, a la chipriota, o técnica, a la… bueno, mejor no lo pongo, que luego me llaman catastrofista) serán cada vez menos solventes, por la misma razón.

Así, esta semana se ha dado un paso de gigante hacia la destrucción del euro. No sólo con lo de Chipre, sino también con el precedente de la directiva.

Para generalizar la 'solución chipriota' es necesario tiempo. Ahora mismo aplicar ese sistema a otros países sería catastrófico.

La razón es que el sistema bancario chipriota era muy peculiar. Sus instituciones financieras dependían de los depósitos para financiarse y emitían muy poca deuda. No habría sido posible rescatarlos sólo con una reestructuración de la deuda, formal (a la griega) o informal (a la portuguesa o irlandesa).

Además, hay otro elemento, este político, que ha sido señalado por Tyson Barker, de la Bertelsmann Foundation: le tiene declarada la guerra a los paraísos fiscales, como Chipre. De hecho, gran parte del mundo desarrollado está endureciendo la presión sobre esos territorios, para así poder recaudar más. Varios países del Caribe, por ejemplo, están empezando a tener problemas porque la Hacienda estadounidense es menos tolerante con la evasión fiscal. ¡Hasta Berlusconi ha declarado que el secreto bancario de Suiza va a acabarse!

Pero, entretanto, hay una cosa clara: en 2015, todos seremos, legalmente, chipriotas.

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