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miércoles, 20 de febrero de 2013

SOBRE LA POLÉMICA DEL ANTIFASCISMO



Manuel Navarrete.

"Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica" (Bertolt Brecht)

En las últimas semanas se viene desarrollando un debate público sobre cómo enfocar la lucha antifascista en Sevilla. Miguel Sanz, un compañero de muchas batallas a pesar de nuestras divergencias inevitables, me ha planteado un gran número de preguntas. Se me hace imposible contestarlas todas, pero trataré de abordar aquellas que profundicen en el debate.

En resumidas cuentas, En Lucha propone la creación de un frente antifascista amplio, en el que tendría cabida incluso el PSOE. Lo hace porque piensa que así será posible lograr un doble objetivo: frenar al fascismo y ganarnos a “las bases” del PSOE. Esta propuesta ha sido rechazada por la Coordinadora Antifascista de Sevilla.

Red Roja, por su lado, ha declarado que una plataforma contra el fascismo no debería contar jamás con la presencia del PSOE, recordando el GAL, la Ley de Partidos, la Ley de Extranjería o la OTAN entre otras lindezas.

Durante el debate, yo he argumentado que debemos hacer como la izquierda griega: aislar al partido socialista, para que se hunda y desaparezca y ocupemos nosotros su lugar. Se me ha preguntado a qué izquierda griega me refiero. Mi respuesta: a todas. Desde la más consecuente como el KKE (o Antarsya) hasta la más reformista como Syriza, la actitud de toda la izquierda griega ha estado muy alejada de esa máxima de Izquierda Unida de no permitir “ni por activa ni por pasiva” el gobierno del PP (de Nueva Democracia, en el caso griego), incluso a costa de pactar con los socialistas, renunciando con ello a cualquier proyecto transformador.

Me dice Miguel, con razón, que actualmente Syriza sí apoya el tipo de movilizaciones antifascistas del PASOK. Muy bien. Podría ser un error más de los muchos de esa formación política, pero no puedo valorar la coyuntura desde sus entrañas. ¿Y en Cataluña la UCFR? Una vez más: no me parece un error, en su coyuntura concreta, aunque sí me parece naturalmente negativo que se haya permitido que se sume el PSC.

En cualquier caso, en Andalucía no existe un Josep Anglada, ni un Amanecer Dorado. No hay un fascismo institucional al que oponer un antifascismo institucional. Lo que hay es un fascismo de calles, palos y cadenas, al que sólo se puede oponer otro antifascismo de calles, palos y cadenas.

Miguel se dice partidario de la movilización de masas, pero no nos ha explicado cómo esa movilización de masas va a persuadir, pacíficamente, a los nazis de que dejen de hacer de las suyas. Como dijo Marx, “el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica por el arma; la fuerza material sólo puede ser derribada por fuerza material”.

Aunque a algunos “internacionalistas” les choque, no se me caen los anillos por reconocer que algo me puede parecer bien en Atenas, Londres o Barcelona y mal en Sevilla. O incluso me puede parecer mal en Sevilla hoy día y bien en Sevilla dentro de 5 años. Dialéctica pura. Pero eso Miguel y su organización sí lo entenderán y lo pillarán al vuelo, ya que ellos proponen hacer un frente antifascista con el PSOE actual y, sin embargo, se declaran furibundos enemigos del Frente Popular antifascista que se creó con el PSOE de Largo Caballero hace 70 años.

El caso es que, como suele pasar en este tipo de polémicas, las posiciones se han ido distorsionando. Así, hemos vistos comentarios anónimos donde se nos ha insultado tildándonos de sectarios que van “pidiendo carnés” y se niegan a ir con inmigrantes, colectivos LGTB y cualquiera que no se defina como comunista desde el principio.

Por suerte, no hace falta perder una sola línea porque todo el mundo conoce o imagina la falsedad de tal afirmación. Hemos estado, estamos y estaremos al lado de todo colectivo independiente del Estado que luche por una causa justa. Eso sí, nos oponemos firmemente a la presencia de un aparato del Estado burgués como el PSOE en nuestras plataformas políticas, por el mismo motivo por el que se expulsó con firmeza a Beatriz Talegón de la manifestación por el derecho a la vivienda. Porque el PSOE, cuando gobierna el PP, tiene como táctica principal infiltrarse en los movimientos populares para engañar al pueblo y que, tras la inevitable derrota del PP, todo siga igual. Por lo que para nosotros es prioritario romper ese ciclo bipartidista.

Hemos dicho que En Lucha se estaba fijando únicamente en las manifestaciones superficiales del fascismo. Reconozco que tal vez nos haya faltado explicarlo mejor desde el punto de vista teórico. El fascismo no es un bonapartismo, ni es el movimiento de jóvenes de cabeza rapada que se pelean en la calle porque no pueden pagarse un gimnasio. Ni siquiera es el movimiento de determinados generales como Franco o Pinochet. El fascismo es el asalto al poder por parte del capital financiero, que establece una “dictadura terrorista y abierta”, como diría Dimitrov.

El fascismo es, pues, un fenómeno de clase. Por eso la lucha contra el fascismo no puede desligarse de la lucha de clases y de la pugna por conquistar el poder político por parte del pueblo trabajador. Decía Brecht que “un fascista es un burgués asustado”, que la burguesía recurre al fascismo periódicamente cuando ve peligrar sus privilegios y que, en consecuencia, sólo la victoria de la clase trabajadora podrá garantizar el fin de esa amenaza.

Así pues, la lucha contra el fascismo debe ir unida al desarrollo de nuestras herramientas de lucha política anticapitalista contra el poder de la burguesía. En la movilización de las “masas del PSOE” no se halla la solución, porque, además, en realidad las verdaderas masas son totalmente ajenas a estas instancias organizativas (y a las de CC OO y UGT). La realidad es que es oportunismo centrarse en atraer a “las bases” del PSOE, ya que el PSOE es un organismo político ajeno y enemigo de la clase trabajadora, propio de la pequeña burguesía y al que, afortunadamente, el pueblo da cada vez más la espalda. Este oportunismo proviene de ignorar el determinante papel cotidiano como defensores de la ideología burguesa que desempeñan esas mismas “bases”, y los progres en general, en los centros de trabajo o de estudio, en los barrios y en las asociaciones de vecinos.

En general, para ir concluyendo, siempre se idealiza demasiado la movilización de las masas, como si el número de gente en la calle fuera lo más importante y determinante. La realidad es que durante el 15 M ya había más gente en la calle de la que hubo en la revolución rusa. Tampoco la revolución cubana se hizo sacando a la máxima gente posible a la calle. Precisamente se hizo justo al contrario: escondiéndose en la clandestinidad un pequeño número de personas, eso sí, muy decididas. Recuerdo las manifestaciones contra la guerra de Irak. Habrá quien piense que fue un éxito que esas manifestaciones fueran abducidas por el PSOE, la UGT, etc. Visto lo visto, y vista su complicidad con las guerras de Afganistán y Libia por ejemplo, creo que más bien nos usaron para volver al poder y engañar a la gente. Por lo que habría sido mejor ser menos en esas marchas, siempre que quedaran claramente definidos los actores reales del conflicto político (cosa bastante más provechosa que la obsesión freudiana por el tamaño de las manifestaciones).

Máxime en un régimen de contrarrevolución preventiva en el que el propio partido socialista ha creado escuadrones de la muerte para cometer asesinatos extrajudiciales, quitando la vida incluso a diputados electos de la izquierda radical. Como hemos dicho ya demasiadas veces, la memoria histórica antifascista no puede concluir de ningún modo en el año 75.

Con todo, la determinación de las alianzas dependerá siempre de la coyuntura y del grado de confrontación existente en cada momento. De hecho, si mañana se desencadena la guerra civil, pelearé aliado a todos los que estén en mi campo militar, independientemente de nuestras diferencias ideológicas. Lo que pasa es que, en ese caso, estoy convencido de que el PSOE estará en el bando de enfrente.

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