Cuando la decrepitud de los últimos meses del gobierno de Zapatero,
cuando resultaba del todo lógico que había que despedir al propio ZP y
Rubalcaba, por no hablar de Pepiño Blanco, Leire Pajín o Bibiana Aido, y
todo ese séquito de incompetentes que practicaron políticas de derechas
disfrazados de progres; el bipartidismo sostenedor del sistema mandó a
sus huestes a cumplir con el guión y que votaran al PP.
Ocurre que en un país políticamente tan desinformado donde, en millones de casos, el contacto con la política apenas sucede en un Telediario mientras se come, en un diario local manchado de grasa que se pasea por las mesas de cualquier bar, o en el rumor disfrazado de noticia esperando en la caja del Mercadona, resultó fácil que la gente cogiera la papeleta que echaba seguro a ZP sin hacer más análisis, sin ver siquiera que ese voto se uniría –como ya ocurrió cuando ganó Aznar- al franquista, al reaccionario de siempre que no ha dejado de votar al PP jamás. Ver que hay más partidos, otros programas, se hace demasiado ajeno y fatigoso para personas que no han sido acostumbradas a bregar con la política, aunque –como es obvio- tengan que padecerla de un modo tan brutal como aquí, en estos momentos.
Ese cuerpo electoral que suman legión ha comprobado en pocos meses que tampoco el PP va a ser capaz de solucionar uno solo de sus problemas, que lo iniciado con el PSOE continúa con el PP (misma política económica, militar, borbónica…) incluso en el terreno de la corrupción. Y eso conduce al desánimo, porque incluso si hacen el esfuerzo de ir más allá para ver a IU o UPyD, estas dos organizaciones han demostrado que no pueden ser alternativa a nada dentro de un sistema que lleva a sus cúpulas a pactar con el PSOE o con el PP a cambio de algo para alguien. Se dice que un escenario como el que padecemos, es terreno abonado para populismos y fascismos, máxime cuando es sabido que a la Troika sólo le interesa que se pague la deuda, que la máscara que le quieran poner al sistema le da igual.
Imprescindible y urgente es informar que la crisis es un estado natural del capitalismo que se usa para arrebatar derechos y conquistas pero, sobre todo, para inocular doble dosis de miedo. Urgente e imprescindible es informar que dentro del capitalismo no hay solución, que el sistema lleva consigo la explotación y el robo de las materias primas más allá de las fronteras, que estamos viviendo un momento muy especial donde puede verse con claridad que los gobiernos están ahí para defender unos intereses de clase. El asunto es cómo llegar a esos votantes que en estos últimos años han acentuado su idea de que la política es algo que no va con ellos, y se agarraron a Aznar para acabar con el felipismo, a ZP para echar como sea a Aznar, y a Rajoy para acabar con Zapatero, sin percibir que en todos esos años no han dejado de gobernar los mismos.
Ocurre que en un país políticamente tan desinformado donde, en millones de casos, el contacto con la política apenas sucede en un Telediario mientras se come, en un diario local manchado de grasa que se pasea por las mesas de cualquier bar, o en el rumor disfrazado de noticia esperando en la caja del Mercadona, resultó fácil que la gente cogiera la papeleta que echaba seguro a ZP sin hacer más análisis, sin ver siquiera que ese voto se uniría –como ya ocurrió cuando ganó Aznar- al franquista, al reaccionario de siempre que no ha dejado de votar al PP jamás. Ver que hay más partidos, otros programas, se hace demasiado ajeno y fatigoso para personas que no han sido acostumbradas a bregar con la política, aunque –como es obvio- tengan que padecerla de un modo tan brutal como aquí, en estos momentos.
Ese cuerpo electoral que suman legión ha comprobado en pocos meses que tampoco el PP va a ser capaz de solucionar uno solo de sus problemas, que lo iniciado con el PSOE continúa con el PP (misma política económica, militar, borbónica…) incluso en el terreno de la corrupción. Y eso conduce al desánimo, porque incluso si hacen el esfuerzo de ir más allá para ver a IU o UPyD, estas dos organizaciones han demostrado que no pueden ser alternativa a nada dentro de un sistema que lleva a sus cúpulas a pactar con el PSOE o con el PP a cambio de algo para alguien. Se dice que un escenario como el que padecemos, es terreno abonado para populismos y fascismos, máxime cuando es sabido que a la Troika sólo le interesa que se pague la deuda, que la máscara que le quieran poner al sistema le da igual.
Imprescindible y urgente es informar que la crisis es un estado natural del capitalismo que se usa para arrebatar derechos y conquistas pero, sobre todo, para inocular doble dosis de miedo. Urgente e imprescindible es informar que dentro del capitalismo no hay solución, que el sistema lleva consigo la explotación y el robo de las materias primas más allá de las fronteras, que estamos viviendo un momento muy especial donde puede verse con claridad que los gobiernos están ahí para defender unos intereses de clase. El asunto es cómo llegar a esos votantes que en estos últimos años han acentuado su idea de que la política es algo que no va con ellos, y se agarraron a Aznar para acabar con el felipismo, a ZP para echar como sea a Aznar, y a Rajoy para acabar con Zapatero, sin percibir que en todos esos años no han dejado de gobernar los mismos.
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