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sábado, 2 de febrero de 2013

"CASO BÁRCENAS": SU UTILIZACIÓN (DE TODOS ELLOS) Y LA NUESTRA


Vicente Sarasa.

Independientemente de la necesidad de hacer un análisis más concreto y exhaustivo del estallido en el seno del PP del “caso Bárcenas”, se impone desde ya expresar la necesidad de afrontarlo desde una postura de independencia de clase, huyendo de interpretaciones más que insuficientes o seguidistas como las que se están viendo, incluso, en algún que otro medio progresista, limitándose a igualar al PP con la corrupción o ante el particular tipo de “crisis política” que se quiere abrir desde IU y las cúpulas sindicales.

Lo que sigue va en el mismo sentido de lo expuesto en un comentario que redacté cuando estalló el anterior gran caso de corrupción de la “democracia” española: el de los fondos reservados (en paralelo con lo del GAL) en los últimos tiempos del… felipismo y que seguiría a lo de Filesa, “caso Guerra”, etc. (sí, un larguísimo etcétera…).

Habría que recalcar en líneas generales la necesidad de:

1.  DESLEGITIMAR LA POLÍTICA DE “RECORTES SOCIALES”.

Ni que decir tiene que hay que aprovechar lo que está saliendo para cargar de razones la lucha popular contra los “recortes sociales”. Hay que deslegitimar lo que puedan dictar y argumentar unos mafiosos. Lo decimos constantemente: a) esto es una relación de fuerzas y en ella es muy importante, ciertamente, buscar la debilidad política del gobierno de turno que pilota ejecutivamente la agresión social en curso; b) lo que se ven obligados ellos mismos a sacar de sus propias cloacas vale más políticamente que todo lo que digamos nosotros al respecto.

Pero esto solo no nos basta...

2.   PONER EL ACENTO EN EL GRADO DE DESCOMPOSICIÓN DE TODOS ELLOS, del Estado que les ampara (de toda la “clase politiquera” en su conjunto).

No está en los intereses del pueblo centrarse sólo en la corrupción del PP. (Como tampoco lo era cuando se ponía en la corrupción de los psoístas). No nos engañemos: a la “clase politiquera” en su conjunto no les conviene que nos forjemos un verdadero análisis de clase sobre el origen y desarrollo de la corrupción, así como de las causas de que ahora sean noticia unos escándalos que son la norma entre ellos.

“De antemano, habría que decir que sólo puede producir arcadas el intento de diferenciar dentro del sistema capitalista los beneficios o sueldazos obtenidos con corrupción de los que no; pues todos salen del robo a los trabajadores. Pero si hacemos un sacrificio con tal de desmontar tanta mentira y suponemos que no hay corrupción allí donde el juego económico transcurre en "idílica y sana competencia", sin necesidad, por tanto, de hacer intervenir a lo político para aumentar los beneficios, concluiremos que lo que ahora está saliendo no es sino una pequeñísima parte de la corrupción existente. Y es que desde hace bastante tiempo nos encontramos en un régimen de los monopolios donde la corrupción se instala como mecanismo necesario y se eleva a su máxima expresión. Es la época de las concesiones de negocios de muchos miles de millones, formando parte de la estrategia de los grandes grupos y firmas el acaparamiento del máximo de poder (directo o indirecto) dentro del aparato estatal, y, por supuesto, de la compra de la "clase política".

Otra cosa bien distinta es qué dimensiones toma y qué es lo que sale a la luz. Esto va a depender, fundamentalmente, del grado de estabilidad de cada Estado, de que no haya desbordamiento de las luchas internas entre grupos y clanes por la imposición de decisiones. (De mi texto,  “Sobre la corrupción”, 1995 )

En medio de una crisis que afecta a la base material que viene dando de mamar a todos lo que formaron el tinglado que han montado desde la Transición (gobierno de turno, oposición, sindicatos, etc.), todos se impacientan por estar en las mejores posiciones de poder y aguantar ahí el máximo de tiempo. A aquellos que divisan un futuro relativamente más negro no les interesa en absoluto la gobernabilidad de una situación que les margina. Si con la crisis hay menos tarta y se multiplican los comensales de todos los tamaños, ¿cuánto tiempo podía pasar hasta que de las disputas pasaran a los hachazos?

En definitiva, hay una lucha por reorganizar las cuotas de poder dentro del sistema político que padecemos. Por eso, junto a la corrupción (que, por cierto, se dispara en tiempos de crisis, y por ella misma, ya que mucho político no sabe dónde estará mañana mismo) surge como arma paralela la acusación de corrupción.

Aún en la década de los 90, se utilizaba que la prensa (entonces era El Mundo; El País callaba y tapaba) sacara estos casos para generar ilusiones ante las bondades de una democracia que permitía destaparlos. Ahora hay que estar alerta ante el intento de (re)ilusionismo pro-PSOE o, en general, “socialdemócrata”.

Esto está saliendo por luchas intestinas y ajustes de cuentas incluso en el seno del PP (clan de Esperanza Aguirre, etc.). Nosotros, en línea con lo que nos recomendaba Lenin, decimos: “que se sepa el máximo posible de sus luchas. Bien sabemos que una realidad constatada vale mucho más que mil deducciones y avisos previos que vengan de nuestra parte. Pero  también sabemos que para que una crisis se transforme en revolucionaria tiene que avanzar entre "los de abajo" la idea de que así no se puede seguir; y su disposición a luchar aumenta cuando queda claro que "los de arriba" traslucen sus verdaderas debilidades más allá de prepotencias. Ningún favor nos hacemos permitiendo que se extienda la idea equivocada de que todo lo que está saltando es reflejo del avance de las posibilidades democráticas de denuncia y recambio. Esto alargaría la vida al ilusionismo”.(Texto citado).

3.   ALERTA ANTE LA UTILIZACIÓN DE ESTOS CASOS PARA FORZAR Y NEGOCIAR UNA SIMPLE RECOMPOSICIÓN MAFIOSA DE PODER.

Al hilo de esto último, hay que estar alerta ante la eventualidad de que todos estos escándalos sean utilizados precisamente para eso: para negociar relaciones dentro de poder dentro del sistema político a varias bandas (dentro del PP, entre PP y partidos de la oposición, y también para seguir manteniendo su ala sindical oficialista. Ciertamente lo tienen difícil pero, en la medida en que perciban que la lucha popular utiliza estos casos para tomar fuerza y mostrar su repudio contra todos ellos (pero no sólo los peperos), entonces, las luchas intestinas serán contrarrestadas por fuertes tendencias al enjuague.

A las clases trabajadoras y a una amplísima población les interesa más que nunca dar continuidad a que se aireen los casos de corrupción en la medida en que dificulte la política gubernamental de “recortes sociales”; no hacer una distinción tajante entre los casos particulares o públicos de corrupción y la corrupción intrínseca del capitalismo (sobre todo, en su fase monopolista, en la época de las grandes concesiones de negocio); recordar los casos que han afectado al clase politiquera en su conjunto (ojo, por tanto, al ilusionismo del “recambio” que nada cambia); y, una vez que se han destapado estos casos, estar atentos a que no los cierren a la manera en que los cierran los mafiosos.

Vicente Sarasa Cecilio es militante de Red Roj

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