domingo, 13 de enero de 2013
El
historiador Antonio Fernández Ortiz presenta un nuevo libro basado en
una entrevista a Vladimir Fiodorovich Alliluev, sobrino de Stalin. A lo
largo de la entrevista el autor introduce notas con información
complementaria muy útil. Lo publica la editorial El Viejo Topo, lo
venden por 15 euros. En mi opinión, merece la pena comprarlo.
Comentaremos algunos aspectos de la entrevista para abrir boca.
Ve
y lucha, el libro toma por título las palabras de despedida de Stalin a
su hijo Yakov cuando se disponía a marchar al frente el primer día de
guerra contra los nazifascistas. Ve y trinca, eso dicen nuestros
actuales dirigentes burgueses a sus hijos. Exactamente
lo mismo, ustedes comprenderán que todos los dirigentes son iguales, y
todos los Estados son iguales, y todo es igual. Pero para ser igual no
puede ser más diferente.
Yakov fue capturado, los nazis ofrecieron a
Stalin intercambiar a su hijo por un general alemán, se negó. Algunos
verán en ello la inmensa crueldad de Stalin, por mi parte solo veo a un
revolucionario siendo consecuente con sus ideas: su hijo tenía que
luchar como los demás hijos, su hijo tenía que sufrir como los demás
hijos, porque en un Estado socialista no hay privilegios, así de
sencillo. Stalin aplicó este principio con firmeza durante toda su vida
política. Allá las medallas no se colgaban en el pecho de cualquiera,
algo difícil de entender en una sociedad como la nuestra donde el mérito
no sirve ni para tomar por culo. Y es que allá, si un campesino podía
terminar por méritos propios en la Academia de las Ciencias, el hijo de
un dirigente podía ser fusilado por traición a la patria, como ocurrió
con el hijo de Jruschov -según Vladimir- que tras ser capturado por los
nazis optó por colaborar con ellos. De nada sirvieron sus ruegos. Por
cierto, si esa versión es correcta, ¿tendría algo que ver con la actitud
posterior de Jruschov respecto a Stalin?
Como
el propio Vladimir afirma, "las situaciones de privilegio comenzaron
mucho después de la época de Stalin". Más adelante veremos cómo
surgieron esos privilegios.
Sobre
las purgas el entrevistado habla bien claro: "Stalin fue una persona
dura y severa. Aunque podemos decir sin temor a equivocarnos que en
aquellas circunstancias no tuvo otra opción. Lo ocurrido en los años
1936 y 1937, fue una situación difícil, extrema, con intrigas,
conspiraciones, robos y sabotajes. Se dieron elementos similares a la
situación actual. Pero Stalin no optó por callar. Todo lo contrario,
optó por actuar. Estaba en juego la existencia de la URSS. Al leer el
diario de mi padre, yo me di cuenta de cuál era la situación por ejemplo
en Georgia o en Kazajstán en aquellos años. La situación era infernal,
terrible. Se puede hablar de un cerco interior, corrosivo, que
envenenaba el trabajo, no dejaba a la gente trabajar y no permitía
organizar la economía. Y llegó el año 1937. Y a pesar de que Stalin
había advertido varias veces con anterioridad que había que dejar de
lado las intrigas y las conspiraciones, que no había que robar, que
había que formar cuadros y organizar la economía, estos grupos
continuaron en el mismo camino y con la misma actitud. Y todo acabó como
es conocido. Sin las detenciones y juicios de aquellos años, eso que la
gente llama las represiones de 1937, yo no sé si nosotros hubiésemos
podido ganar después la guerra. Incluso los mandos militares se acusaban
unos a otros y buscaban pruebas y documentos comprometedores contra
unos y otros". Esto lo dice una persona cuyo padre fue purgado.
Y
dice más: "Stalin puso orden a todo esa situación en vísperas de la
guerra más terrible jamás imaginada. Bien es cierto que a un coste
elevado. Es curioso, pero todo lo que hoy ocurre en Rusia tiene sus
orígenes en la destrucción del sistema de control creado en la época de
Stalin. Después de la muerte de Stalin, nuestro querido Nikita
Sergueevich Jruschov envió una directiva interna a los órganos de
seguridad del Estado, al KGB, en la cual se decía que todas las pruebas
comprometedoras que llegaran a los órganos de seguridad referentes a
dirigentes del Partido, desde secretarios regionales hacia arriba,
deberían ser destruidas en el lugar. De aquella forma, toda la
nomenclatura quedó sin control. Jruschov renunció a la Dictadura de la
Clase Obrera, la consideró innecesaria, y en definitiva sentó las bases
para la transformación del aparato del Estado en un ente burocrático".
Vaya, la maldita burocracia estalinista de la que tanto nos hablan
resulta que no existió, resulta que era una burocracia jruschovista, y
no una burocracia cualquiera, sino una cuyo principal objetivo era la
destrucción del socialismo. El entrevistado sitúa en el XX Congreso el
inicio del fin del socialismo.
En
la entrevista se tocan otros temas también muy interesantes, como las
intrigas judías dentro de la URSS o las purgas perpetradas por Jruschov,
entre otros.
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