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sábado, 19 de enero de 2013

CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE FRANCES

Libia – Siria

Carta abierta al presidente francés Francois Hollande

¿Cómo diablos se implicó Francia en crímenes masivos junto a los islamistas en Libia y en Siria? Con el pretexto falaz de proteger a la población civil, París regresa al comportamiento colonialista. Para el abogado francés André Chamy, es intolerable que el presidente Francois Hollande traicione los ideales franceses y los valores de la izquierda. Y tiene que cambiar de rumbo.
 
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El 6 de julio de 2012, el criminal de guerra Abou Saleh (de la Falange al-Farouk, en el emirato islámico de Baba Amro, en Siria, sentado de frente a la extrema derecha) participaba como invitado especial del presidente francés Francois Hollande en la reunión de los «Amigos de Siria» organizada en París.
El pasado 10 de diciembre, la Unión Europea recibió el Premio Nobel de la Paz . ¿Cómo puede uno no sorprenderse ante el otorgamiento de ese reconocimiento cuando varios países europeos participaron más que activamente en dos guerras en menos de un año?
Primero fue la guerra contra Libia, con todas las consecuencias que ya se conocen, o sea el caos, la ocupación de ciudades por bandas armadas incontrolables, la extorsión contra la población, la inseguridad cotidiana ¡y la proclamación de la sharia como base del derecho en ese país!
El pretexto esgrimido para justificar esa guerra fue la necesidad de defender a los civiles contra la furia de un dictador, pretexto basado en informaciones voluntariamente falseadas sobre la situación existente en el terreno. La operación cuyo objetivo era proteger a los civiles se convirtió, mediante un engaño internacional, en una guerra de invasión que condujo al asesinato del señor Kadafhi y a un cambio de régimen en Libia.
No sólo no se concedió ningún mandato que justificara esa expedición militar sino que además esta constituyó para Libia un auténtico desastre, con la destrucción de la mayor parte de su infraestructura y la muerte de 120 000 personas, principalmente debido a los bombardeos indiscriminados perpetrados por Francia y Gran Bretaña.
Esos mismos países miembros de la entidad que acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz emprendieron después el camino de la guerra contra Siria. Esta segunda guerra se desarrolla a través de bandas armadas, entrenadas tanto por los militares de nuestros países como por los de los países que tienen fronteras con Siria. Esas bandas armadas penetran en Siria desde Turquía y el Líbano.
Aunque al principio se trata simplemente de proteger a la población civil, rápidamente se exige el fin del régimen existente y se reconoce como único interlocutor legítimo a un «Consejo Nacional de Transición», que ni es representativo ni ha sido electo.
Es cuando menos una muestra de cinismo el hecho que el consejo de transición haya sido reconocido precisamente en los palacios de Qatar, una monarquía absolutista cuyo sistema político es, sin duda alguna, el más desigual del mundo.
Sabiendo que Francia fue el primer país en reconocer ese consejo de transición como único interlocutor legítimo tendríamos que preguntarnos también ¿quién designó a nuestro país [Francia] para que se pronuncie en nombre del pueblo sirio?
Paralelamente, nuestro país [Francia] está alentando la destrucción de Siria, mediante el financiamiento y la entrega de armas a milicias salafistas, como Jabhat al-Nusra, clasificada por Estados Unidos como organización terrorista, cuando se supone que estamos combatiendo contra esas mismas milicias en Francia y en África, ¡como lo confirman los últimos acontecimientos en Mali!
Para destruir Siria nos aliamos con países como Qatar y Arabia Saudita, que son cualquier cosa menos democracias y que financian los mismos movimientos terroristas, específicamente en África.
Esos mismos países han transportado grupos terroristas a Siria, donde matan civiles, sobre todo a través de atentados con bombas, y siembran el terror en las ciudades y barrios por donde pasan.
Esos mismos grupos son responsables del asesinato del periodista [francés] Gilles Jacquier, de las masacres que hemos tratado de imputar al régimen –como la de Houla– y de los muertos encontrados en las fosas comunes que se descubren a diario. Y como si no fuese suficiente, incluso llegan a entrenar y armar niños a los que posteriormente hacen participar en las masacres, y aplican la sharia en los barrios donde se instalan.
Se habla de más de 60 000 muertos. ¿De cuántos de ellos somos nosotros directa o indirectamente responsables?
Quiero llamar la atención de forma particular sobre los cristianos de Siria. Los desmanes de las milicias islamistas, que los ven como sus blancos preferidos, han empujado a cientos de miles de ellos a tomar el camino del exilio.
La destrucción de Siria se está desarrollando de manera metódica, con la ayuda de los mal llamados «Amigos de Siria». Francia e Inglaterra nunca fueron amigos de Siria ni del pueblo sirio. ¿De cuándo data esa amistad? Y ni hablar de Qatar y de Arabia Saudita.
¿Cómo es posible imaginar que esos mismos países puedan decidir, en lugar del pueblo sirio, quién o quiénes deben gobernarlo?
¿Quién nos ha dado derecho a cometer ese acto de injerencia en vez de favorecer el diálogo? Después de haber estado de acuerdo en Ginebra con la búsqueda de un arreglo político de la crisis, los occidentales incumplieron su promesa y prosiguieron su respaldo armado a los islamistas con el pretexto de que estaban ayudando a la oposición, cuando la mayor parte de la oposición interna en Siria rechaza la guerra y está pidiendo un arreglo político.
Señor presidente, ¿cuántos muertos tendremos que tener sobre la conciencia para que cesen por fin los horrores y mentiras que les sirven de justificación? ¿Por qué se niega usted obstinadamente a trabajar con Rusia a favor de un arreglo político cuyas líneas se definieron desde hace meses en Ginebra?
¿No bastó con la desastrosa experiencia de Libia? ¿Hay que llegar a los 120 000 muertos, como en Libia?
Señor presidente, Francia es un país laico y, por lo tanto, su obligación es respaldar a las fuerzas laicas. Francia ha renunciado a su historia colonial y tiene, por consiguiente, que actuar a favor de la autodeterminación de los pueblos. Francia es un país pacífico y debe, por lo tanto, trabajar junto a las fuerzas pacíficas en la búsqueda de un arreglo político.
Es extremadamente urgente que cambie usted de política en Siria. Al proseguir esta guerra neocolonial inconfesada, está usted ensuciando la imagen y la reputación de Francia, está usted prolongando el martirio del pueblo sirio, martirio del que usted mismo será –tarde o temprano– considerado responsable, así como su predecesor será considerado responsable –entre otras cosas– de la destrucción de Libia y de la muerte de 120 000 libios.
Tenga usted el coraje de cambiar de rumbo antes de que se incendie toda la región…
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Coordinación Por la Soberanía de Siria y Contra la Injerencia Extranjera

Una coordinación de asociaciones francesas antiimperialistas acaba de constituirse en París en oposición a la intervención francesa en Siria. En su manifiesto, esta coordinación proclama su apego al «derecho inalienable del pueblo sirio a determinar por sí mismo una solución nacional y soberana a la crisis» de su país y subraya la coincidencia entre la lucha por la soberanía de Siria y la de Francia.
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Hace casi 2 años que la Siria soberana está siendo objeto de una agresión externa.
Esta guerra por el control del petróleo y del gas y por objetivos geopolíticos fue iniciada por el imperialismo, por los gobiernos de Estados Unidos e Israel y sus auxiliares occidentales, aliados a las fuerzas más retrógradas del islam takfirista y wahabita, apoyándose en las facciones dominantes de los Estados esclavistas de Qatar y Arabia Saudita. Estos últimos financian y sostienen a los mercenarios terroristas que ellos mismos envían, sobre todo a través de Turquía y por decenas de miles, al territorio de Siria para sembrar allí la muerte y la desolación.
Dentro de esa coalición que pretende provocar una guerra civil de carácter interconfesional, la Francia oficial está desempeñando un papel particularmente belicista, representado por las provocadoras declaraciones del ministro francés de Relaciones Exteriores Laurent Fabius.
En el contradictorio contexto de la «primavera árabe», cuyas legítimas aspiraciones han sido tergiversadas por la manipulación occidental, un movimiento popular surgió en Siria en reclamo de más libertades democráticas y denunciando a la vez el aumento de la influencia neoliberal del FMI que obstaculizaba cada vez más el progreso económico y social. Las demandas democráticas fueron desde entonces ampliamente aceptadas por iniciativa del presidente al-Assad, incluyendo la abolición del estado de urgencia.
Aquel movimiento pacífico se vio suplantado muy rápidamente por la violencia armada al servicio del extranjero. La crisis se hizo esencialmente militar. Se adueñaron de su dirección los países de la OTAN, Qatar y Arabia Saudita, que han estado financiando a los mercenarios que emprendieron masivamente la invasión de Siria. La intervención extranjera, presente desde el comienzo mismo de la crisis, se convirtió así en su factor predominante.
La injerencia extranjera sistemática crea un peligro de extensión y de regionalización del conflicto, lo que puede conducir a una guerra contra Irán y a una generalización del conflicto, con Rusia y China como blancos, a través de la aventura en Siria.
Esa política contradice fundamentalmente la estrategia equilibrada que representaba la política árabe de Francia concebida por el general Charles De Gaulle. Los dirigentes occidentales, entre ellos los de Francia, proporcionan una ayuda multiforme a los mercenarios extranjeros, principalmente en armas que acaban necesariamente cayendo en manos de las fuerzas de al-Qaeda.
Esa política contradice además todas las normas diplomáticas según las cuales no se hacen juicios irrevocables sobre una situación y es obligatorio respetar las posiciones de las demás potencias, incluso cuando no se trata de posiciones compartidas. Las declaraciones bajamente injuriosas sobre los dirigentes sirios y rusos son indignas y manchan el buen nombre de Francia ante el mundo.
Una solución negociada de la crisis hoy parece posible gracias a la mediación rusa y a las presiones de ciertas fuerzas realistas estadounidenses. En ese caso, nuestra diplomacia se habrá metido por sí misma en un callejón sin salida que la despojará de toda influencia en el arreglo.
En vez de participar –con reticencias o sin ellas– en aventuras que pueden conducir a lo peor, una Francia digna de sus valores republicanos debería dar el ejemplo de una política de distensión, de entendimiento y de cooperación y poner al alcance de todo el suroeste de Asia los medios que permitan alcanzar la paz a través del desarrollo mutuo, como alternativa a la guerra de todos contra todos.
Los franceses están siendo víctimas de una política de desinformación sistemática, masiva y generalizada tendiente a neutralizar sus reacciones y a facilitar las maniobras belicistas del gobierno. La consecuencia de esta verdadera guerra ideológica, que cuenta con el apoyo contranatura de inesperadas fuerzas políticas y sindicales, se traduce en un desarrollo insuficiente de la solidaridad militante hacia el Estado-nación y el pueblo de la Siria soberana.
Decidir quién gobierna en Siria es única y exclusivamente de la incumbencia del pueblo sirio.
Como residentes en Francia, no tenemos ningún derecho a intervenir en los asuntos internos de la sociedad siria, pero sí somos fundamentalmente contrarios a las intervenciones exteriores.
Es por esa razón que un grupo de asociaciones y militantes provenientes de horizontes diversos han tomado la iniciativa de crear una estructura de enlace y de coordinación republicana a favor de la solidaridad con la Siria soberana, estructura que adopta el nombre de Coordinación por la Soberanía de Siria y Contra la Injerencia Extranjera. Esta Coordinación apoya el derecho inalienable del pueblo sirio a determinar por sí mismo una solución nacional y soberana de la crisis.
El objetivo de esta Coordinación es promover diversas iniciativas en ese sentido.
Los primeros firmantes son:
Comité Valmy
Collectif pas en notre nom [Colectivo «No en nuestro nombre»]
Solidarité et Progrès [Solidaridad y Progreso]
Collectif Résistance et Renouveau Gaullien [Colectivo «Resistencia y Renovación Gaullista»]
Réseau Voltaire France [Red Voltaire Francia]
Cercles des volontaires [Círculo de Voluntarios]
Planète Non–violence [Planeta No Violencia]
L’Appel Franco-Arabe [Llamado Franco-Árabe]
Association Afamia [Asociación Afamia]
Union des Patriotes Syriens [Unión de Patriotas Sirios]
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA 

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