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viernes, 5 de octubre de 2012

MUJERES AFRODESCENDIENTES: CONCIENCIA DE IDENTIDAD

 

Entrevista con Altagracia Balcárcer
Helen H. Hormilla - La Habana

Foto: Abel Sánchez (La Jiribilla)


Casi 80 millones de mujeres afrodescendientes viven hoy en América Latina y el Caribe la experiencia del racismo. Sus cuerpos guardan las señales de dolor y resistencia de sus antepasadas, arrebatadas de tierras africanas para reproducir la riqueza de los blancos en el nuevo mundo.
En el siglo XXI, la discriminación se transmuta en nuevos códigos sostenidos por sociedades inequitativas y eurocéntricas. En esta realidad, ellas siguen soportando una doble y a veces triple discriminación por motivos de raza, género y posición económica; presionadas a transformar su belleza para semejar fisonomías occidentales; limitadas en su participación ciudadana, política y económica debido a prejuicios sexistas y racistas.
La respuesta de las afrolatinoamericanas no ha sido la queja vana. Desde la defensa de su identidad, derechos y herencia cultural han ido marcando un camino de lucha y empoderamiento. Fue la perspectiva de la diversidad racial una de las principales contribuciones al feminismo desde Latinoamérica, un espacio geográfico-cultural que no puede entenderse sino como resultante del mestizaje profundo.
En la actualidad, más de 200 organizaciones ciudadanas de 25 países de la región parten de la premisa de que la equidad racial no puede excluir la perspectiva de género, y, a su vez, se nuclean en la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora. La organización, surgida en 1992 durante el Primer Encuentro de Mujeres Afrodescendientes realizado en República Dominicana, funciona como espacio de articulación que busca incidir en las políticas públicas nacionales y regionales a favor de una sociedad no discriminativa, solidaria y sin violencia.
Por estos principios ha batallado desde hace años Altagracia Balcárcer, académica dominicana y actual coordinadora de la Red. Así la vimos defenderlos en las sesiones de la reunión de la Articulación Regional Afordescendiente de América Latina y el Caribe (ARAAC), celebrada en La Habana el 19 y 20 de septiembre de 2012. Su voz no dejó de mantener el reclamo por la inserción del género como una perspectiva transversal en el trabajo del grupo, idea que va más allá del lenguaje inclusivo, aunque lo contiene. Se trata de reconocer de manera diferenciada las realidades de mujeres y niñas afrodescendientes, condicionadas a otras exclusiones, sobre todo en periodos de conflictos y crisis.
“El lugar que, históricamente, hemos ocupado las afrodescendientes ha sido marginal dentro de la sociedad latinoamericana y caribeña; aun cuando dejamos de ser esclavizadas, la característica patriarcal y racista de la sociedad nos colocó en un lugar de subordinación y como ciudadanas de segunda categoría, desempeñando los empleos peor pagados y los que tienen las peores condiciones, de gran inestabilidad laboral, sin seguridad social, ni beneficios profesionales”, resalta en entrevista con La Jiribilla.
Para Tati, como la prefieren llamar compañeros y compañeras, la integración de las mujeres a estas luchas tiene que ver con su lógica participación en todos los procesos sociales. Desde el activismo, su rol no ha sido distinto al de los varones: “defender nuestros intereses y nuestros derechos a vivir en condiciones de igualdad, sin discriminación de ningún tipo”.
¿Cómo se organiza la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora?
La Red se funda en el 1992, en el marco del 1er. Encuentro de Mujeres Negras en República Dominicana. Esta organización responde a la necesidad, ya identificada desde mucho antes, de crear un espacio que reflejase las particularidades que caracterizan las condiciones de vida y desarrollo de las mujeres afrodescendientes en la región.
Se ocupa fundamentalmente de trabajar en el ámbito de los derechos humanos, la participación política, entre otros temas. La membresía está conformada por redes, organizaciones y personas, funciona con una estructura que cuenta con una coordinadora general y coordinadoras a nivel subregional, las cuales son responsables de comunicarse con las miembras de la subregión correspondiente. Funciona con un comité coordinador que se reúne periódicamente en los diferentes países de la región.
En el 2013 se celebrará la próxima Asamblea General de la Red para el cambio de su Comité Coordinador, en República Dominicana.
¿Desde qué ejes se planea el trabajo de la Red en Cuba?
Las compañeras cubanas participan en la Red de forma individual; por tanto, el trabajo que llevan a cabo en su territorio es de su entera responsabilidad y deberá enmarcarse en el ámbito de los derechos humanos de las afrodescendientes. Para la Red es un plus que se logra cuando se adhieren compañeras de los diferentes países de la región, eso permite llegar a todos los territorios que tienen presencia de mujeres afrodescendientes.
La incorporación de la perspectiva de la racialidad actualizó el feminismo en la década de los 80 y otorgó una dimensión más profunda a este movimiento e ideología. ¿Cuánto aporta, por su parte, la mirada feminista y los estudios de género a las reivindicaciones antirracistas?
En primer lugar, la visibilización de las mujeres, quienes, no importa cuán avanzada pueda ser la propuesta, por las características del patriarcado, los procesos de cambio marcados por el centralismo definido por los varones, etc., están en desventaja. Por tanto, el feminismo y la Teoría de Género vienen a llamar la atención sobre el hecho de que las mujeres no son un adendum en la lucha, sino que somos parte integral de la misma.
¿Considera que el punto de vista del afrofeminismo esté suficientemente extendido en aquellos colectivos que defienden la equidad racial?
Lamentablemente la presencia e incidencia del llamado “afrofeminismo” es muy débil aún, además de que las propuestas teóricas están en construcción todavía, desde mi punto de vista. El otro aspecto es la resistencia por parte de los hombres en estos espacios a asumir la participación de las mujeres en condiciones de igualdad, por lo que las mujeres nos hemos visto empujadas a crear nuestros espacios de lucha. En cuanto a los prejuicios antifeministas, si bien es cierto que permanecen en muchas organizaciones y ámbitos de la sociedad, se van desmontando en la medida que se entiende que el objetivo fundamental del feminismo es la defensa de los derechos humanos e intereses de las mujeres, sin importar el lugar que ocupen en los grupos poblacionales. Pero, evidentemente, no es fácil desmontar estos prejuicios. Seguimos trabajando en ello.
El racismo va de la mano con otras inequidades y su superación requiere un trabajo que profundice en estas relaciones. ¿Cómo entiende usted la idea de transversalizar las luchas de aquellos grupos históricamente excluidos? ¿Qué importancia le concede?
Si logramos que la lucha contra el racismo se convierta en un eje transversal en las demás batallas reivindicativas, propias de los grupos excluidos históricamente, habremos dado un gran paso, porque el racismo no existe solamente en contra de los grupos afrodescendientes, también es contra los judíos, los chinos, etc. El racismo se expresa contra todos los grupos que se encuentran en desventaja en relación con los grupos dominantes; por tanto, en la medida que podamos conceptualizarlo de esta manera, ha de ser imprescindible su transversalización en todas las luchas contra las diferentes formas de discriminación y exclusión.
En los contextos actuales, las discriminaciones toman nuevos matices en el plano de lo simbólico y subjetivo, pues los discursos hegemónicos han metabolizado ciertas demandas de los grupos marginados para reconformarlas según sus intereses. Pudiera parecer entonces que la escalada de individuos negros o mujeres al poder político, económico y al reconocimiento social es señal de que se acortan las brechas de género y raza, pero sabemos que no siempre es así. ¿Cómo encauzar este tipo de movimientos en los nuevos escenarios para llegar a las raíces del problema?
Cuando se nos dice que ya hay mujeres en posiciones de poder, ya sean negras o de cualquier otro color, como una señal de que “hemos logrado nuestras metas”, está muy lejos de la realidad; y mucho más cuando las mismas ni siquiera tienen conciencia de “género” y, por tanto, no representan los intereses prácticos y estratégicos de nosotras.
Lo mismo ocurre con las y los afrodescendientes que logran escalar una posición importante, de nuevo sale a relucir el argumento de “nuestro avance” y la disminución de la brecha de desigualdad que ha caracterizado nuestra participación en la sociedad moderna. En este sentido, entiendo que es necesario seguir trabajando con la sensibilización y profundización en lo concerniente a nuestra identidad, relevar y visibilizar quiénes somos.
Los nuevos escenarios nos dan un grado de libertad importante, las nuevas tecnologías nos permiten una comunicación rápida y eficaz, y el avance de la sociedad ha abierto nuevos espacios de participación, lo que ha facilitado la visibilización y la validación de nuestra lucha. Insisto en que la definición de nuestra identidad, la defensa de nuestras culturas, religiones y formas de vida es esencial para la toma de conciencia por parte de los diferentes movimientos sociales, lo que ha de contribuir, necesariamente, al reconocimiento y respeto social y político de los derechos humanos de los y las afrodescendientes.
¿Cuáles son los principales asuntos que a su juicio debe priorizar el movimiento por la equidad racial en el continente? ¿Cuáles son sus debilidades fundamentales y sus desafíos?
¡La eliminación del racismo en todas sus expresiones! Y esto se va a reflejar en el respeto a los derechos humanos universales, políticas públicas que favorezcan a nuestros pueblos, garantías de una participación social, política, económica y cultural en condiciones de igualdad de oportunidades.
En relación con sus debilidades, no me atrevo a aventurarme a opinar sobre eso, muchas organizaciones estamos activas, luchando por una misma causa y las debilidades siguen siendo numerosas; pero estamos trabajando para lograr su superación en nuestro propio beneficio y el beneficio de nuestros pueblos.
La reunión de ARA en La Habana podría ayudar a redimensionar el trabajo de los grupos afrodescendiente en el continente. ¿Cuáles son, a su juicio, los principales logros de este encuentro? ¿Qué debe materializarse ahora para mantener lo acordado aquí?
Sí, es cierto que esta reunión va a ser de mucha trascendencia para la Articulación, pero también su futuro va a depender de la continuidad que podamos darle desde cada uno de los países participantes. En esta reunión se pudo avanzar en la definición de los principales aspectos de ARA, como su naturaleza, objetivos, y propuesta de estructura, posibles alianzas, etc., así que estamos bastante satisfechas/os con los resultados. Ahora nos toca empujar fuerte para materializar esta iniciativa, y más cuando inicia el Decenio internacional de los afrodescendientes, a partir del 2013.
Después de tantos años defendiendo estas causas. ¿Cómo mantener los bríos? ¿Qué la sigue inspirando al activismo social, académico y político a favor de la equidad de género, raza y muchas otras?
Continuamos porque lo que nos ha motivado a lo largo de todos estos años sigue presente: el racismo, y las mujeres seguimos siendo discriminadas por nuestra condición de género, a pesar de lo que se ha avanzado en este sentido. Solo tenemos que echar una mirada a las cúspides de poder, los hombres siguen siendo mayoría, cuando no son la totalidad.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA 

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