22.10.2012
Ningún presidente desde la Segunda Guerra Mundial ha sido reelegido
con la tasa de desempleo en el nivel que probablemente se encuentre el
día de las elecciones. El ingreso medio de la mayoría de los
estadounidenses ha disminuido todos los años durante el período de
Barack Obama.
Añada la desmoralización de los votantes
demócratas decepcionados porque Obama no ha satisfecho casi ninguna de
las grandes expectativas que despertó su presidencia y una base
republicana movilizada por un odio sin precedentes hacia el primer
presidente negro. Y parecía que los republicanos perderían las
elecciones de 2012.
Y por el momento parece que el Partido Republicano va a hacer exactamente eso: perder.
En septiembre, las encuestas de opinión
mostraban una sólida ventaja de Obama sobre Mitt Romney, tanto a nivel
nacional como en los estados indecisos "cruciales" como Ohio y Florida,
que determinarán quién gana en el antidemocrático Colegio Electoral. Una
vez iniciada la campaña y contrariamente a las especulaciones, los
demócratas tienen una buena oportunidad de mantener su mayoría en el
Senado de los EE.UU., y unos pocos optimistas llegan incluso a predecir
que los republicanos perderán el control de la Cámara de Representantes.
Todavía es demasiado pronto para decir
que Obama y los demócratas ganaran las elecciones. Los Comités de Acción
Política (PACs) pro-Republicanos se preparan para inyectar un torrente
de dinero para promover a Romney. La crisis económica europea podría
estallar de nuevo, arrastrando a la economía de EE.UU. y a Obama en su
caída. Algunas de las crisis latentes en todo el mundo podrían situar a
la Casa Blanca a la defensiva.
Pero la gran pregunta a algo más de un mes de las elecciones es porque la campaña va en contra de Romney y los republicanos.
Numerosos expertos y políticos
conservadores han estado mascullando sobre la ineptitud de la campaña de
Romney ; y a nivel de la política de pasillos e información
privilegiada en Washington tienen su punto. La convención republicana
del mes pasado produjo más temas para los comediantes nocturnos que
votos para Romney. El extraño espectáculo de un aturdido Clint Eastwood
hablando con una silla vacía se convirtió en la anécdota de la
convención, no lo que el candidato presidencial dijo o hizo.
Pero qué se podía esperar de una
convención y de una campaña que no es capaz de decidir si atacar a Obama
por ser un "socialista" nacido en el extranjero o pedir el voto de los
desencantados con la presidencia de Obama.
II
Estas dudas nos llevan a las razones más generales para el ascenso de los demócratas y el desinfle de los republicanos.
El Partido Republicano aparentemente
creyó que podría volver a repetir la campaña de 2010 del Congreso,
cuando los republicanos apoyados por el Tea Party barrieron en las
cámaras de los distintos estados y en el Congreso. Sin embargo, los
datos demográficos de los electores que por lo general votan en las
elecciones a mitad de legislatura son diferentes de los de las
elecciones presidenciales.
En 2010, el electorado más pequeño de
mitad de legislatura - más blanco, más rico, más viejo y más
conservadora que la población en su conjunto – dio la ventaja a los
republicanos. Este año, el espectáculo de frikis conservadores de las
primarias republicanas, que sigue dominando la campaña de Romney, está
alienando el electorado más grande y más amplio de una elección
presidencial.
En ese sentido, el problema no es Romney
como candidato individual, sino el partido al que representa. Como el
comentarista liberal Michael Tomasky, ha escrito en el Daily Beast: "[El
declive de Romney] tienen sus raíces en un partido y un movimiento que
están fuera de control y fuera de contacto con la realidad. Ningún
candidato republicano podría hacerlo mejor, con la posible excepción de
Jeb Bush, pero es probable que sea demasiado pronto para otro Bush.
Aceptarlo, republicanos: [Romney] era y es vuestro mejor candidato, y
está retrocediendo más gracias a vosotros que a causa de él".
En el lado demócrata, el desafío de Obama era convertir la campaña en una "elección" en vez de un "referéndum".
Al igual que George W. Bush, que se
postuló para la reelección en 2004, a la sombra de una guerra en Irak
cada vez más impopular, Obama se presenta a la reelección con millones
de personas que sufren los estragos de la crisis económica de 2008. Si
Obama se enfrentase a un referéndum "Si o No" sobre su mandato, lo más
probable es que perdiese.
Por lo tanto, el objetivo de la campaña
demócrata ha sido apartar el foco lo más lejos posible de la gestión de
Obama en el cargo e iluminar a Mitt Romney y las políticas de derechas
de los republicanos.
Hace un año, después de que surgiera el
movimiento Occupy y plantease las cuestiones de la desigualdad de
ingresos y el poder político en el debate público, Obama se redefinió
como el "guerrero de la clase media". Cuanto más se acerca el día de la
elección, más amplifican Obama y los demócratas su retórica populista.
Se podría preguntar, por supuesto,
porqué los demócratas están tan interesados ahora en aumentar los
impuestos a los ricos y aprobar un programa de empleo – y no cuando
controlaban la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso en 2009 y 2010.
Pero la retórica populista parece estar funcionando.
George Bush ganó la reelección en 2004
al convencer a un número suficiente de votantes que su oponente
demócrata, John Kerry, era un "veleta" en el que no se podía confiar
para liderar los EE.UU. y "defenderlos" del terrorismo. En 2012, el
objetivo de Obama es convencer a los votantes vacilantes que la máxima
prioridad de Romney es la redistribución de la riqueza a favor de los
super-ricos.
Romney ha facilitado la tarea de Obama.
En un momento en que la mayoría de los estadounidenses creen que el
juego político y económico está amañado para favorecer el "1% ", los
republicanos no podían haber nombrado un candidato más representativo de
ese 1% que Romney. El lanzamiento del video de campaña de Romney en un
evento para recaudar fondos en la mansión de un multimillonario ha
reforzado su imagen como miembro de una élite arrogante y despiadada.
Romney ayudó a Obama de otra manera: la
selección de Paul Ryan como compañero de fórmula cimentó la campaña como
una "elección". El ideólogo de extrema derecha Ryan puede movilizar a
los conservadores, pero para cualquiera que hubiera oído hablar de él
antes, es ante todo el autor del plan fiscal de los republicanos que
transformaría Medicare de un sistema de salud en un programa de vales,
privatizando la Sanidad pública. Y ahora, casi todo el mundo sabe que
Romney y Ryan defienden la voladura de lo que queda de la red de
seguridad social.
Así que Obama no sólo concurre como el
"luchador de la clase media", sino como el defensor de Medicare y la
Seguridad Social, los dos programas gubernamentales más populares.
Cuando los delegados a la convención de la Asociación Nacional Americana
de Personas Jubiladas abuchearon a Ryan, los republicanos deberían
haberse preocupado. Habían planeado obtener una mayoría de votos de la
tercera edad atacando a Obama por recortar más de 700 mil millones de
dólares del presupuesto de Medicare, al tiempo que ocultaban el hecho
que pensaban hacer lo mismo si ganaban.
La apuesta de Romney y Ryan era que la
insatisfacción popular con Obama sería suficiente para permitirles
llevar a cabo la vieja fantasía republicana de romper el New Deal. Por
el momento parece ser una mala apuesta.
III
Pero lo más irónico es que mientras
Obama acusa a su vez a Romney y Ryan de planear recortar la Seguridad
Social y Medicare, él y su gobierno han estado buscando maneras de hacer
exactamente eso.
Un reciente informe del periodista Ryan Lizza en el New Yorker explica
detenidamente cómo los principales planes de Obama para un segundo
mandato giran en torno a como alcanzar el "gran acuerdo" esbozado en la
comisión de reducción del déficit, presidida por el republicano Alan
Simpson y el demócrata Erskine Bowles, a los que Obama nombró en 2010.
Aunque sus miembros, entre ellos Paul
Ryan, no fueron capaces de satisfacer los criterios necesarios para que
fueran votados por el Congreso, las recomendaciones de la comisión son
consideradas un modelo para la política de austeridad en los próximos
años. Según el plan de la comisión, el déficit del gobierno de los
EE.UU. se reduciría unos 4 billones de dólares durante la próxima
década, cerca de tres cuartas partes de los "ahorros" gracias a la
reestructuración (traducción: recortes) de Medicare y la Seguridad
Social.
Así que el "gran acuerdo " equivale a
eso: a cambio de que los ricos paguen un poco más de impuestos, Obama
llevará a cabo los recortes en los principales programas de gasto social
del gobierno que los republicanos han estado soñando durante años.
Aunque la campaña de reelección de Obama se lleva a termino con habilidad y eficacia, es, en el fondo, profundamente cínica.
Después de decepcionar completamente a
su base social cuando tenían todas las llaves de Washington, los
demócratas han lanzado unos cuantos huesos a los progresistas una vez
iniciada la campaña. La plataforma del Partido Demócrata apoya ahora la
igualdad de todos los tipos de matrimonio, y el gobierno Obama ha
permitido que los jóvenes sin papeles puedan solicitar su legalización
limitada y temporal.
Frente a un partido volcado hacia la
derecha extrema cristiana y cuyo candidato pide la "auto-deportación" de
los indocumentados, estos gestos hacen parecer, sin duda, a los
demócratas más atractivos. Pero si Obama y los demócratas no actuaron de
manera más decisiva en relación a estos mismos temas cuando tenían el
poder de hacerlo hace unos años, ¿por qué debería alguien creer que van a
cumplir esta vez sus promesas electorales?
La maniobra más cínica de todas es el
debate en torno a la "reforma de las prestaciones". Si Obama derrota a
Romney, en gran parte será gracias a su defensa de Medicare y la
Seguridad Social frente a los planes de los republicanos de recortarlos y
aumentar el copago. Sin embargo, Obama está más comprometido que nunca
con recortar billones de dólares en el presupuesto.
Debería bastar para recordar a todos que
el telón de fondo de estas elecciónes sigue siendo el compromiso
bipartidista con la austeridad . Y que el "mal menor" sigue siendo un
mal.
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