07.09.2012
La Poesía es el derecho del hombre
a empujar una puerta,
a encender una antorcha,
a derribar un muro…LEÓN FELIPE
Si
abrimos hoy en día cualquier diario, comprobaremos que, a pesar de los
muchos caracteres impresos que contiene, ningún rincón, por pequeño
que sea, está reservado a la poesía. Es más, ocurre que, incluso en sus
suplementos culturales o literarios de los fines de semana, aún cuando
publiquen la crítica de un libro de poemas, apenas, en algún caso, te
dan a conocer dos o cuatro versos de los que aparecen en el libro. Por
no hablar de la televisión o la radio, que salvo honrosas excepciones
viven al margen de la poesía. Queda así ésta relegada a internet, que al
tratarse de un medio interactivo ha venido a paliar de alguna manera
este déficit, y a revistas especializadas de corta tirada o pequeñas
editoriales con más filantropía que empeño mercantil. Y sin embargo, “el
poeta todavía está con nosotros, entre los hombres de su tiempo,
habitado por su mal” (SAINT JOHN PERSE).
Tratar de explicar lo que es la poesía resulta un ejercicio voluntarioso, pues ésta se halla ligada a una serie de conceptos (aparte de los meramente filo-lingüísticos) que atañen tanto al emisor del mensaje -quien escribe- como al receptor -quien lo lee-, tales como: caos, belleza, creación, arte, emoción, ética, libertad,… vida en definitiva.
En principio, hemos de convenir que la poesía es creación, entendiendo ésta no como un paseo espiritual del cual el poeta vuelve indemne. No, sino en el sentido de un viaje de ida y vuelta en el que el pensamiento va de la razón a la sinrazón. Escribía nuestro exiliado novelista RAMÓN J. SÉNDER que los esquizofrénicos hacen uso frecuente de las palabras con una intención mágica y que por eso son parientes de los poetas. A ese país de las palabras mágicas y la música del silencio es dónde asciende/desciende el poeta, unas veces para hacer terapia de su propia desesperación y otras a buscar unos gramos de esa bella y necesaria locura de vivir. La poesía, diríamos, es la gimnasia del espíritu, el striptease de nuestra consciencia:
Los días y las noches
tocan
en mis nervios
de arpa
Vivo de mi alegría
enferma de universo
y sufro
por no saberla
encender
en mis
palabras. (GIUSEPPE UNGARETTI)
Hablábamos, pues, del caos como
condición inmanente de creación. En términos del filósofo GILLES
DELEUZE, hay tres formas de afrontar el caos, tres tipos diferentes de
creación:
• la filosofía, que crea el concepto, o nuevas maneras de pensar;
• la ciencia, que crea funciones o nuevas maneras de conocer; y
• el arte, que crea afectos, o nuevas maneras de sentir.
Así, la poesía es un arte, pero a diferencia de otras artes, como el cine o la pintura, no mueve dinero y por tanto nadie pretende rentabilizarla. Como señala el poeta JESÚS MUNÁRRIZ: con algo tan sencillo como un lápiz y una cuartilla, se puede escribir un gran poema. Esto es algo que el capital no puede controlar. El poeta es, pues, un incontrolado que subvierte la realidad, en cuanto que ésta -demasiado prosaica- no cumplimenta sus anhelos de belleza y de libertad. “Yo soy revolucionario, porque no hay un verdadero poeta que no sea revolucionario”, decía GARCÍA LORCA. Y decía más, “el poeta es siempre anarquista, en el mejor sentido de la palabra”. La utopía, en general, y la utopía libertaria, en particular, encuentran su expresión y su sentido en el mundo poético, donde el único límite a la libertad es el de nuestra imaginación. Y no olvidemos que, en definitiva, de ésta depende nuestra felicidad o nuestra desgracia (RAMÓN J. SÉNDER).
Ser poeta no es una tarea fácil, porque ser poeta significa estar abierto a todo y a todos, significa ser consciente de lo que los demás silencian. En palabras de GABRIEL CELAYA:
Pensadlo; Ser poeta no es decirse a sí mismo.
Es asumir la pena de todo lo existente,
es hablar por los otros, es cargar con el peso
mortal de lo no dicho, contar años por siglos,
ser cualquiera o ser nadie, ser la voz ambulante
que recorre los limbos procurando poblarlos.
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