12.08.2012
Editorial inSurGente.
A
la lógica reacción de la burguesía y sus medios, de defenestrar y
calumniar a los jornaleros del SAT por la acción en los supermercados,
hay que unir a los que, presos de la servidumbre de los votos y de su
reformismo vergonzante, han salido a la palestra a criticar las “formas”
utilizadas por los militantes del SAT. Este discurso practicado en
primer lugar por la cúpula de IU en Andalucía –no por el diputado por
Asturias, Gaspar Llamazares, que ha tenido en esta ocasión una actitud
digna-, capitaneada por el vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, y
que ha encontrado eco en personajes como el economista Juan Torres y
los apólogos del pacifismo entre las clases, viene a marcar las
diferencias entre lo políticamente correcto, lo que el sistema y sus
leyes permiten hacer, y lo que quizá necesiten hacer los trabajadores
para revertir el orden catastrófico de las cosas. Aceptar el marco
institucional sin cuestionarse cómo y quiénes lo han parido, es hacerles
un flaco favor a las personas que, por otra parte, ya saben que con un
voto a Valderas, o con una charla de Torres no se va a cambiar el rumbo
de la Historia, ni siquiera que vaya a ayudar. Menos aun cuando se
buscan aliados como el PSOE (que con la excusa del “gran asalto” se ha
despachado a gusto en defensa del régimen y
con verdadero odio contra el SAT) a cambio de poder situar en puestos
bien remunerados a familiares y amigos, pero que sirve para cogerse al
pacto de gobierno y nos lo vendan encima como que nos hacen un favor
porque están “parando” a la derecha. Que Gordillo y Cañamero no caben en
IU por las formas, ya lo sabíamos, los militantes de la CUT-BAI saben
que tampoco por el fondo.
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