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viernes, 27 de julio de 2012

EL SOCIALISMO (II): SU MADURACIÓN DENTRO DEL CAPITALISMO

27 de Julio del 2012

Ficha de Formación Política IX

MA.GAV.RO.CHE
En el artículo anterior, se expusieron las contradicciones fundamentales que determinan el desarrollo de la sociedad capitalista. En el presente, veremos que el desarrollo de aquéllas contradicciones es el único camino que lleva a resolverlas.

El capitalismo acrecienta el paro y la miseria

La competencia mercantil obliga a cada capitalista industrial a ir perfeccionando las máquinas, bajo pena de ruina. Pero, perfeccionar las máquinas es hacer superfluo el trabajo humano, prescindir de más y más obreros. Así es como se ha creado un número de trabajadores asalariados disponibles que exceden de las necesidades medias del capital, un contingente de parados, un ejército industrial de reserva, siempre disponible para los momentos de expansión económica y que es lanzado al arroyo por la crisis que necesariamente sigue. “… lastre y peso muerto continuamente atado a los pies de la clase trabajadora en la lucha por la existencia que libra contra el capital y que mantiene el trabajo al bajo nivel que conviene a las necesidades de los capitalistas” (1). De este modo, el progreso técnico se convierte en el arma más poderosa del capital contra la clase trabajadora.
“La ley que constantemente mantiene la superpoblación relativa, o el ejército de reserva industrial, en equilibrio con la extensión y energía de la acumulación del capital, clava al trabajador al capital más sólidamente que los clavos de Vulcano sujetaban a Prometeo a la roca; tal ley determina una acumulación de miseria correspondiente a la acumulación de capital. La acumulación de riqueza en uno de los polos es, pues, al mismo tiempo, acumulación de miseria, de trabajo penoso hasta el suplicio, de esclavitud, de ignorancia, de bestialidad y de degradación moral en el polo opuesto, es decir, por parte de la clase que produce capital como su propio producto. (…) pero  crece también la rebeldía de la clase obrera, cada vez más numerosa y más disciplinada, más unida y más organizada por el mecanismo del mismo proceso capitalista de producción”. (2)

Las crisis económicas cíclicas

En las condiciones del capitalismo, el crecimiento vertiginoso de la producción, el desarrollo veloz de las fuerzas productivas, se enfrenta a los obstáculos consistentes en la capacidad de consumo, las salidas, los mercados, para estos productos (lógicamente, no basta con producir mercancías, hay que conseguir venderlas). La capacidad de extensión cualitativa y cuantitativa de los mercados se rige por leyes muy diferentes y mucho menos enérgicas que las de la moderna producción. La colisión se hace inevitable y, como no puede tener solución mientras no hace estallar la forma de producción capitalista, se manifiesta periódicamente. Son las crisis económicas cíclicas. Durante las mismas, por una parte, crecen el paro y la miseria en los trabajadores. Por otra parte, el desarrollo de la organización social de la producción dentro de cada empresa se abre paso, en medio y por encima de la anarquía de la producción en la sociedad, con la concentración violenta de los capitales, por la ruina de muchos grandes y sobre todo pequeños capitalistas.
En las crisis económicas del capitalismo, la forma de producción se vuelve contra la forma de cambio, las fuerzas productivas de carácter social se vuelven contra la forma privada capitalista de producción, en la que ya no pueden contenerse, y precipitan en el desorden a toda la sociedad burguesa, amenazando la existencia de la propiedad burguesa. “¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, pues? Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas”. (3)
“La necesidad de los medios de producción y de existencia de revestir la cualidad de capital –nos dice Engels- se interpone como un fantasma entre ellos y los trabajadores. Sólo ella (…) se opone a que los medios de producción cumplan su función y que los trabajadores trabajen y vivan. Así, de una parte, la forma de producción capitalista muéstrase incapaz de continuar rigiendo las fuerzas productivas; y de otra parte, esas mismas fuerzas productivas impulsan, con intensidad siempre en aumento, a poner término a esa contradicción, a liberarse de su condición de capital, a que se reconozca efectivamente su carácter de fuerzas productivas sociales”. (1)

Formas capitalistas de socialización

 
 
Esta presión de las fuerzas productivas obliga a los mismos capitalistas a tratarlas, cada vez más, como fuerzas productivas sociales, en la medida en que es posible bajo el régimen burgués. Esta socialización se opera bajo la forma de sociedades por acciones o sociedades anónimas, única forma capitalista de explotar las gigantescas industrias (ferrocarriles, teléfonos, petroquímicas, etc…). La dimensión de estas empresas crece hasta convertirlas en monopolios que dominan su respectiva rama de producción. Este fenómeno, que ya apuntaron Marx y Engels y que Lenin estudió en profundidad, marca el inicio de la decadencia del capitalismo, su paso a la fase imperialista.
En cierto grado de desarrollo, las mismas sociedades anónimas resultan ya insuficientes y el Estado está obligado a asumir la dirección de las empresas. En la época imperialista, el surgimiento del capitalismo monopolista de Estado se ve favorecido por la necesidad de la gran burguesía de prepararse para las guerras de rapiña y la permanente guerra, más o menos abierta, contra el proletariado revolucionario.
“Si las crisis muestran que la burguesía ya no puede administrar las fuerzas productivas modernas sin destruir enormes cantidades de ellas, la transformación de las grandes empresas de producción y de circulación en sociedades por acciones y en propiedad del Estado muestra que la burguesía ya no es imprescindible, pues son empleados asalariados los que cumplen las funciones sociales del capitalista”.        (4)
A juicio de Engels, la nacionalización o estatalización de empresas señala un progreso económico puesto que constituye un estadio preliminar, un síntoma de que se ha hecho posible la toma de posesión de las fuerzas productivas por la misma sociedad. Al mismo tiempo, alerta contra el “falso socialismo que, degenerando aquí y allá en complacencia servil, declara socialista desde luego toda nacionalización” (1). Mientras la clase obrera no haya conquistado el Poder político, el Estado, cualquiera que sea su forma, es de los capitalistas, es el capitalista colectivo: los trabajadores siguen siendo asalariados, proletarios; las fuerzas productivas siguen sometidas a las relaciones capitalistas de producción; y el capitalismo no se suprime, muy al contrario, se extrema. “Mas, al llegar a la cúspide, se derrumba. La propiedad del Estado sobre las fuerzas productivas no es la solución del conflicto, pero alberga ya en su seno el medio formal, el resorte para llegar a la solución”. (4)
“… el socialismo no es más que el paso siguiente al monopolio capitalista de Estado. O en otros términos, el socialismo no es más que el monopolio capitalista de Estado puesto al servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista. (…) no hay insurrección capaz de instaurar el socialismo si no han madurado las condiciones económicas para el socialismo…, el capitalismo monopolista de Estado es la completa preparación material para el socialismo, la antesala del socialismo, un peldaño de la escalera de la historia entre el cual y el peldaño llamado socialismo no hay ningún peldaño intermedio”. (5)
El capitalismo crea pues las condiciones objetivas y subjetivas para la revolución socialista. La solución a sus contradicciones fundamentales –ese peldaño o paso siguiente al capitalismo monopolista de Estado- no es otro que la conquista del Poder político por la clase obrera para realizar de forma cabal la socialización de las fuerzas productivas, que es la base económica necesaria para acabar con la división de la sociedad en clases.
Notas:
(1) Anti-Dühring, F. Engels.
(2) El capital (libro primero, sección séptima), C. Marx.
(3) Del socialismo utópico al socialismo científico, F. Engels.
(4) El Manifiesto del Partido Comunista, C. Marx y F. Engels.

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