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miércoles, 30 de mayo de 2012

RELATOS OBREROS: DISYUNCION



Zarzuelo Cabañas
30 de mayo del 2012
Un hombre mayor llega a paso lento al encuentro del joven que espera con un cigarro en la mano del que da rápidas caladas. Tras el cotidiano apretón de manos, comienzan a caminar por la calle iluminada por metálicas farolas.
–                    ¿Qué te preocupa?
–                    Nada, nada, ya se me pasará
–                    ¿Bien sabes que puedes confiar en mí?
–                    Lo sé.
El joven de fina barba ofrece un cigarrillo a su acompañante el cual rechaza con un leve gesto. Él por su parte enciende uno que fuma aceleradamente.
–                    ¿Es por la decisión adoptada, no?
–                    Sí – dice el joven mesándose la rubia barba.
–                    Si he de serte sincero, – piensa las adecuadas palabras a decir- a mí tampoco me ha gustado – observa como el joven le mira a los ojos en silencio – Me parece un absoluta equivocación.
Durante un par de minutos caminan en silencio, atajando por el oscuro y solitario parque. Es allí cuando el hombre mayor pide un cigarrillo al joven cuando este de nuevo saca el paquete.
–                    Joder, estos putos cigarrillos son veneno, cada vez son peores – dice mientras tose.
–                    Es lo que hay
–                    Toma – y saca un paquete de una marca desconocida para el joven – Esto sí que es tabaco y no la mierda que compráis los jóvenes.
El joven da una calada al fino cigarrillo y da su aprobación tras expulsar el humo.
–                    ¿Comprabas esta marca cuando trabajabas en la factoría?
–                    Joder, no, entonces la única elección era entre el ducados o el celtas.
–                    Es decir, la misma mierda que ahora – dice señalando su paquete semivacío.
Tras un par de caladas, el joven de rostro sombrío indica a su acompañante que se siente en un descolorido banco de madera.
–                    ¿Te puedo confesar una cosa?
–                    Bien lo sabes
–                    Creo en la República.
–                    Yo tengo la misma creencia
–                    Pero.. mi lectura de cabecera es Marx
–                    Eso es buena cosa
–                    Y Lenin
–                    Incluso mejor. ¿Has leído a Ludo Martens?
El joven sonríe y asiente. Pide un nuevo cigarrillo que empieza a fumar de manera placentera.
–                    En ocasiones pienso muy detenidamente en dejar el partido.
–                    ¿Y eso?
–                    No es que no apliquemos nuestro ideario, es que ni siquiera hablamos de ello.
–                    ¿Y cuál consideras que es la alternativa?
–                    Militar en otra organización.
–                    En dónde ,en mayor o menor grado acontece el mismo problema. ¿Existe algún partido revolucionario en el país? ¿Y en ese caso, tienen voz y voto? ¿No son minoritarios? ¿marginales?
–                    Pero al menos coherentes.
El hombre mayor da una profunda calada a su cigarrillo anglosajón.
–                    Tus dudas y tu confusión son normales y más en la actual situación que vivimos, y más o menos las hemos sufrido todos, pero la elección no se halla en la pureza ideológica sino más bien en decidir desde que lugar quieres cambiar las cosas o desde dentro del sistema o desde fuera.
–                    Explícate
–                    Hay dos maneras de llegar a nuestro fin, bien con una Revolución, y no te engañes, de momento ni se la ve ni se la espera, o bien arañando desde dentro el sistema para cambiarlo de pies a cabeza, que es lo que hemos estado haciendo hasta ahora.
–                    Con muchas derrotas y pocas victorias.
–                    Y con muchos sacrificios.
–                    Dejando de lado nuestro pensamiento
–                    Para adaptarnos a los tiempos que corren y no perder en el camino lo obtenido.
–                    Pero perdiendo la coherencia
–                    A costa de un bienestar y una paz para todos.
–                    Pero alejado cada vez mas del Socialismo.
El hombre mayor tras observar la profunda aflicción del joven, posa su mano izquierda en la pierna derecha del joven, y tras ello dice:
–                    Antes he dicho que la elección se halla planteando desde que lugar quieres cambiar las cosas, pero ello es erróneo, la elección se halla  planteando desde que lugar puedes. ¿Qué quieres salir a la calle con la bandera roja? Por mi no hay problema, ¿pero qué consigues con ello? – separa su mano izquierda y tira al suelo su cigarrillo que apaga con su pie derecho – Joder, yo me paso todos los días luchando por mantener las cosas como están, por intentar mejorar las cosas cuando corren los buenos tiempos. Hemos escogido el papel mas difícil pero el único real.
–                    ¿Por qué?
–                    Porque no hay otra posibilidad. Los demás dirán lo que quieran, pero aquí los únicos que consiguen avances palpables somos nosotros, los únicos que luchamos de verdad somos nosotros. Mientras, ellos juegan con la nostalgia y con la reescritura de lo que podía haber sido sino… ¿Sino qué?
–                    Las circunstancias…
–                    Dejate de tonterías. Ellos son unos cobardes que no se atreven a mancharse para mantenerse pulcros, ¿pero de qué les sirve? Se les llena la boca de Revolución, ¿pero qué hacen? ¿qué fuerza tienen? Han terminado por creerse sus propias mentiras como una secta.
–                    No creo que sea así – dijo el joven mostrando cierta desafección.
–                    Mira – le miró detenidamente a los ojos – esto es lo que hay, hoy, ahora. ¿Qué tenemos las manos llenas de mierda? ¿Y quién no los tiene? Y no te equivoques, no hay otra manera de cambiar el mundo, las otras, una manera de vivir del cuento.
–                    Pero la historia
–                    Demuestra lo que te digo
–                    Pero la lucha
–                    Millones de inocentes muertos
–                    ¿Hemos claudicado?
–                    No había mas remedio tras nuestra derrota.
–                    Pero Marx, Lenin, Martens
–                    La teoría, pero amigo, la praxis es otra cosa cuando quieres influir, ser tomado en cuenta, cambiar las cosas.
–                    Rendidos ante la realidad – el hombre mayor asiente con la cabeza mostrando una ligera sonrisa – Ante la cruda realidad – nuevo gesto afirmativo – o mas bien vendidos para mantener la realidad – gesto de incredulidad – que no es mas que una burda farsa.
–                    ¿Pero qué dices?
–                    Colaboramos en el mantenimiento del injusto, explotador y dictatorial sistema capitalista. Cada paso que damos para ser aceptados nos vamos desprendiendo de nuestro ser, de nuestro sentido, sin vergüenza alguna. ¿Qué somos? ¿La Izquierda? ¿Qué significado tiene dicho concepto hoy? ¿Estamos al lado de los trabajadores? Antes has dicho que “no hay otra posibilidad”, y es cierto, duramente hemos tenido que volver a comprobarlo, el reformismo es un fraude, una superchería para el pueblo trabajador, meros fuegos de artificios para el obrero explotado, es inútil esperar un avance real a través de él.
–                    Entonces
–                    La revolución – dijo sin alzar la voz
–                    Tú sabrás.
–                    Sí, bien sé que si aceptamos o asumimos o justificamos recortes laborales o de derechos, ¿de lado de quién estamos en la lucha de clases? Es hora de mantenernos rectos y firmes y no ceder ni un ápice. Y hasta ahora hemos hecho lo contrario y en tal grado que ya no somos lo que decimos ser. ¿En qué nos hemos convertido?
–                    Mal camino eliges
–                    No hay otro
El hombre mayor se levanta.
–                    ¿Vienes?
El joven permanece sentado y mete la mano en el bolsillo derecho de su pantalón
–                    Toma
–                    ¿Qué quieres que les diga? – pregunta al observar el carnet.
–                    Qué me encontraba en el bando equivocado.

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