Como era de esperar, en estos momentos en los que las encuestas
han frenado en seco las aspiraciones a corto plazo de PODEMOS, las
críticas internas al funcionamiento de la organización, y, en concreto, a
la estrategia seguida hasta el momento por la dirección estatal
-elegida de forma abrumadoramente mayoritaria por la inmensa mayoría de
[…]
Como era de esperar, en estos
momentos en los que las encuestas han frenado en seco las aspiraciones a
corto plazo de PODEMOS, las críticas internas al funcionamiento de la
organización, y, en concreto, a la estrategia seguida hasta el momento
por la dirección estatal -elegida de forma abrumadoramente mayoritaria
por la inmensa mayoría de los inscritos en la formación-, arrecian por
todos lados. El oportunismo y el “ya to le decía yo”, es tan clásico en
política como lo son, en momentos convulsos, las deslealtades internas y
la exaltación de las apuestas aventuristas destinadas a fracasar -pues
nunca fueron por sí mismas capaces de construir nada que demostrara en
la práctica la eficacia política de sus buenas intenciones teóricas-.
Eso sí, claro, apoyándose en la labor realizada previamente por quienes
sí han sabido construir una maquinaria política capaz de desafiar
verdaderamente al régimen del 78.
De hecho, ya hay incluso quien pide una “refundación”
del partido. Una refundación de un partido cuyo modelo organizativo fue
elegido hace apenas unos pocos meses y apoyado por la inmensa mayoría
de la militancia, pese a la tremenda sobredimensión que los grandes
medios dieron a las apuestas “críticas” en aquel proceso. No sé si estos
planteamientos se fundamentan en algo de seriedad política, pero
personalmente me niego a tomarlos en serio.
Ahora que las encuestas han hecho su
trabajo y han frenado el auge de PODEMOS -como si las encuestas no
fueran un elemento más en manos del régimen para determinar los tiempos
políticos-, llega el momento de señalar a los culpables. Otro clásico. U
otro chiste, según queramos verlo. Quienes en décadas jamás
consiguieron constuir un proyecto político capaz de establecerse como
fuerza de referencia en el estado español, ahora incorporados a PODEMOS y
sintiendo dentro de él la energía orgásmica que tal cosa debe suponer
para ellos, aprovechan para señalar los errores y responsabilidades en
los últimos meses de quienes llevan años trabajando una estrategia y una
serie de hipótesis teóricas que, llegado el momento, les ha permitido
llegar hasta donde están ahora. De chiste.
Ni PODEMOS ni Pablo Iglesias se han
equivocado en su estrategia. Al revés, han estado tremendamente
acertados en la misma, más acertados que nunca antes los estuvo nadie en
el ámbito de la izquierda transformadora en el estado español. Parece
evidente. La hipótesis populista que desde la irrupción del 15-M en 2011
han defendido algunos de sus principales representantes
como posible en el estado español, se ha demostrado válida
sobradamente. Y el trabajo desarrollado en el ámbito mediático,
construído en torno al proyecto de La Tuerka y desarrollado de manera minuciosa durante años,
simplemente ha sido excelente. Un éxito tanto en lo teórico como en lo
práctico que explica el porqué PODEMOS ha tenido la capacidad de llegar
donde ha llegado. Y eso es mérito pleno de la la dirección actual. Sus
aciertos teóricos y su profundización día a día en el trabajo práctico,
su conexión sistematizada y organizada de ambos aspectos, son la base
fundamental del papel que actualmente juega PODEMOS en el estado. Los
principales errores hasta el momento tal vez tengan más que ver con una
determinada gestión demasiado optimista de las expectativas y, sobre
todo, con una incorrecta comprensión del escenario territorial (tratar
de volcarse con aquellos territorios en los que creían tener más
sencilla la victoria -Madrid, Valencia, etc-, y dejar en un segundo
plano aquellos que, aunque no dieran opción directa de victoria en
primera instancia, acumulan la mayor parte de la población del estado y
son más dados históricamente a apoyar proyectos de izquierdas en unas
elecciones generales -Andalucía, Cataluña, etc.), que con el eje
discursivo, más o menos transversal, por el que se han encaminado las
propuestas y presencias públicas de sus dirigentes, que al fin y al cabo
dieron claros beneficios en un primer momento, constituyéndose después
en base electoral estable.
No obstante, cuando nace PODEMOS el
momento político era uno, casi un año y medio después, es otro muy
diferente. En aquel momento, máxime después de los resultados de las
europeas y todo lo que se derivó de ello, ganar las elecciones mediante
una estrategia de guerra “relámpago” y con aspiraciones de poder llegar a
amplios sectores de la sociedad, con un discurso transversal, que se
centrara básicamente en explotar el exitoso argumento populista de la
“casta” y en contraposición con el “miedo al rojo” que proponían desde
el PP entonces, era posible. El descrédito del PP era tal que sus
argumentos entonces sumaban más que restaban apoyos a PODEMOS. La sola
crítica a la “casta”, sin más matices, tenía en sí mismo un potencial de
agregación de voluntades y demandas que era capaz de llegar a sectores
muy diversos de la sociedad, incluso a algunos más de tipo conservador.
Entre otras cosas consiguió sacar del debate político al PSOE,
encerrándolo en un espacio vacío del cual todavía no ha sido capaz de reponerse. Lo de Andalucía es un caso especial que se explica por la propia naturaleza de esta nación.
Pero es tal el momento populista en marcha, la crsis de régimen, el proceso destituyente, o como queramos llamarlo, que un año en política es un siglo ahora mismo. El adversario no se iba a quedar de brazos cruzados esperando a que le comiesen las tostada
sin decir ni mú. Cuando las inercias son positivas es complicado
reaccionar con celeridad a los cambios de estrategias de los
adversarios. Siempre se necesita un tiempo para encajar los golpes y
tener la capacidad de reponerte, primero, y volver al ataque, después.
Es justo lo que ha ocurrido. La campaña del régimen para frenar el
ascenso de PODEMOS ha sido tremendamente efectiva, y eso tiene sus
consecuencias. Reaccionar ante tal campaña no era sencillo, y solo el
tiempo podía fijar las condiciones apropiadas para tejer una respuesta
que, cuando menos, pueda ser capaz de frenar los efectos negativos de
dicha campaña. Ese es el momento en el que se encuentra actualmente
PODEMOS. Ahora que se conocen los efectos reales de aquella campaña,
tanto en lo que se refiere al desgaste de PODEMOS como en lo que se
refiere a la aparición en el escenario político de nuevos actores
constituídos, de facto, en un PODEMOS de la derecha, es cuando se puede
actuar en base a hechos concretos y no a meras especulaciones
hipotéticas o supuestas.
No
hay que olvidar, no obstante, que aquel momento PODEMOS en la vida
política del estado español bien podía haber sido un momento UPyD o un
momento Ciudadanos, o, peor todavía, un momento Frente Nacional -a lo
francés-, pero no lo fue. Y eso es mérito de PODEMOS. PODEMOS no ha
abierto el camino a Ciudadanos, ha sido el propio camino abierto por las
dinámicas sociales, políticas y económicas presentes en la vida
socio-política española lo que ha hecho posible la irrupción de PODEMOS,
primero, y Ciudadanos, como respuesta de la casta y las élites
gobernantes al ascenso de PODEMOS, después. Afortunadamente PODEMOS
está, porque perfectamente podía haber no estado -como en Francia, Reino
Unido, Italia, etc-, y eso vuelve a ser mérito, principalmente, del
trabajo desarrollado durante años por los principales representantes de
su actual dirección. No son los partidos los que abren o cierran ventanas de oportunidad,
es la realidad material. Y esa era la misma antes y después de PODEMOS.
Lo que la izquierda debe agradecer a PODEMOS es que, haciendo una
lectura adecuada de lo que supuso el 15-M y los mensajes socio-políticos
que el mismo lanzó al mundo, supiera entrar antes que nadie por ella.
Si por esa ventana se nos hubiera colado un Frente Nacional o un
Movimiento Cinco Estrellas, ahora sí que estaríamos preocupados, por no
decir muertos.
De hecho, desde la actual dirección no
solo han hecho posible que PODEMOS esté donde está ahora, sino que,
también, propusieron la estructura orgánica de partido que tenían que
proponer para hacer eficiente el funcionamiento interno del partido en
unos tiempos como los actuales. Entre otras cosas porque en ese momento
era una prioridad del partido tener la capacidad de controlar el
arribismo y el paracaidismo, por lo tanto era necesario tener un control
directo sobre la conformación y funcionamiento de los miles de círculos
que estaban naciendo. Nada podía -y puede- hacer más daño a PODEMOS a
medio y largo plazo que no tener dicha capacidad de control y permitir
que cualquier persona, con cualquier interés personal, acceda a puestos
institucionales en nombre de la formación. Un partido que nace necesita
de una dirección fuerte y centralizada, más allá de que se deban
establecer fórmulas que permitan la convivencia de dicha formación con
las diversas realidades internas del partido, así como con las
diferentes expresiones que éstas puedan tener en los diferentes
territorios y naciones del estado, algo que, en última instancia, se
debe basar también en la propia flexibilidad y coherencia democrática de
la que necesariamente ha de hacer gala el actual Secretario General. La
militancia así lo entendió y por ello votó de forma abrumadoramente
mayoritaria por los documentos presentados por la dirección actual
durante el proceso de Asamblea Ciudadana constituyente. La legitimidad
democrática de esta dirección es total: los críticos simplemente
perdieron.
Por supuesto, en el desarrollo de la
estrategia posterior impulsada desde la dirección estatal usaron los
mecanismos demoscópicos y estratégicos que tenían que usar (conocimiento
de las tendencias sociológicas y electorales existentes, y mantener
viva la explotación cotidiana de su presencia en los principales medios
de comunicación). Mientras las dinámicas eran positivas no era necesario
cambio alguno en tales estrategias y fundamentos. Haber hecho otra cosa
hubiera sido poco menos que un suicidio inducido. La
carrera no es de sprint, aunque en algún momento lo pareciera, es de
medio fondo, o de fondo. Y muchas veces los cambios de estrategia tienen
más capacidad de impactar socialmente cuando vienen después de fuertes
marejadas, que en pleno proceso de crecimiento. Si en algún momento la
“guerra relámpago” era posible, había que explotarla. Si ahora ha dejado
de serlo, sencillamente hay que variar la estrategia y resituarse en el
nuevo escenario. Justo lo que está haciendo la dirección.
Que haya habido algo de lentitud y torpeza en la respuesta, es comprensible por el propio estado de resaca post-borrachera en el que ha vivido inserto el partido durante este tiempo.
Pasar de tener la iniciativa a estar a la defensiva, viniendo como se
venía de una situación donde todo jugaba a favor de corriente para
PODEMOS, es complicado de gestionar de forma inmediata. Lo cierto, no
obstante, es que Pablo Iglesias ha sabido responder cuando ha tenido que
hacerlo. Con sus dos últimos artículos en Público (“La centralidad no es el centro” y “Guerra de trincheras y estrategia electoral“),
así como con su presencia en La Sexta Noche, el 1º de Mayo o el
discurso dado durante el 2 de Mayo en Madrid, ha fijado una estrategia
que claramente va, a mi juicio, en la línea de lo que el partido
necesita en este momento para resituarse en el nuevo escenario político.
Situar el debate socio-económico en el centro del tablero y fijar la
contienda en términos populistas de izquierdas: fuerzas del cambio vs
fuerzas del régimen. Unos términos “populistas” que será la propia
realidad la que se encargue de validarlos a no mucho tardar.
A
eso se le llama hacer política y ejercer como Secretario General de un
partido, justo para lo que las bases lo habían elegido. Los círculos se
deben ajustar ahora a esta estrategia y ser consecuentes con ella, esa
es su principal labor política ahora mismo. Lo otro, lo de los críticos
oportunistas es lo de siempre: el gusto por el purismo, la política
entendida como un juego de rol en internet y la marginalidad política.
Justo lo que jamás podrá llevar a nadie a construir ningún tipo de
hegemonía política y mucho menos a desafiar el poder electoral del
régimen y todos sus partidos.
Paciencia y no desesperar. Ni en Mayo ni en Noviembre se acaba el mundo. El tiempo dirá.
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