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martes, 5 de mayo de 2015

PODEMOS Y EL OPORTUNISMO INTERNO: UN CLÁSICO DE LA MARGINALIDAD POLÍTICA


Publicado en: 5 mayo, 2015

 
Por Pedro Antonio Honrubia Hurtado
 
Como era de esperar, en estos momentos en los que las encuestas han frenado en seco las aspiraciones a corto plazo de PODEMOS, las críticas internas al funcionamiento de la organización, y, en concreto, a la estrategia seguida hasta el momento por la dirección estatal -elegida de forma abrumadoramente mayoritaria por la inmensa mayoría de […]

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Como era de esperar, en estos momentos en los que las encuestas han frenado en seco las aspiraciones a corto plazo de PODEMOS, las críticas internas al funcionamiento de la organización, y, en concreto, a la estrategia seguida hasta el momento por la dirección estatal -elegida de forma abrumadoramente mayoritaria por la inmensa mayoría de los inscritos en la formación-, arrecian por todos lados. El oportunismo y el “ya to le decía yo”, es tan clásico en política como lo son, en momentos convulsos, las deslealtades internas y la exaltación de las apuestas aventuristas destinadas a fracasar -pues nunca fueron por sí mismas capaces de construir nada que demostrara en la práctica la eficacia política de sus buenas intenciones teóricas-. Eso sí, claro, apoyándose en la labor realizada previamente por quienes sí han sabido construir una maquinaria política capaz de desafiar verdaderamente al régimen del 78.

De hecho, ya hay incluso quien pide una “refundación” del partido. Una refundación de un partido cuyo modelo organizativo fue elegido hace apenas unos pocos meses y apoyado por la inmensa mayoría de la militancia, pese a la tremenda sobredimensión que los grandes medios dieron a las apuestas “críticas” en aquel proceso. No sé si estos planteamientos se fundamentan en algo de seriedad política, pero personalmente me niego a tomarlos en serio.

Ahora que las encuestas han hecho su trabajo y han frenado el auge de PODEMOS -como si las encuestas no fueran un elemento más en manos del régimen para determinar los tiempos políticos-, llega el momento de señalar a los culpables. Otro clásico. U otro chiste, según queramos verlo. Quienes en décadas jamás consiguieron constuir un proyecto político capaz de establecerse como fuerza de referencia en el estado español, ahora incorporados a PODEMOS y sintiendo dentro de él la energía orgásmica que tal cosa debe suponer para ellos, aprovechan para señalar los errores y responsabilidades en los últimos meses de quienes llevan años trabajando una estrategia y una serie de hipótesis teóricas que, llegado el momento, les ha permitido llegar hasta donde están ahora. De chiste.

Ni PODEMOS ni Pablo Iglesias se han equivocado en su estrategia. Al revés, han estado tremendamente acertados en la misma, más acertados que nunca antes los estuvo nadie en el ámbito de la izquierda transformadora en el estado español. Parece evidente. La hipótesis populista que desde la irrupción del 15-M en 2011 han defendido algunos de sus principales representantes como posible en el estado español, se ha demostrado válida sobradamente. Y el trabajo desarrollado en el ámbito mediático, construído en torno al proyecto de La Tuerka y desarrollado de manera minuciosa durante años, simplemente ha sido excelente. Un éxito tanto en lo teórico como en lo práctico que explica el porqué PODEMOS ha tenido la capacidad de llegar donde ha llegado. Y eso es mérito pleno de la la dirección actual. Sus aciertos teóricos y su profundización día a día en el trabajo práctico, su conexión sistematizada y organizada de ambos aspectos, son la base fundamental del papel que actualmente juega PODEMOS en el estado. Los principales errores hasta el momento tal vez tengan más que ver con una determinada gestión demasiado optimista de las expectativas y, sobre todo, con una incorrecta comprensión del escenario territorial (tratar de volcarse con aquellos territorios en los que creían tener más sencilla la victoria -Madrid, Valencia, etc-, y dejar en un segundo plano aquellos que, aunque no dieran opción directa de victoria en primera instancia, acumulan la mayor parte de la población del estado y son más dados históricamente a apoyar proyectos de izquierdas en unas elecciones generales -Andalucía, Cataluña, etc.), que con el eje discursivo, más o menos transversal, por el que se han encaminado las propuestas y presencias públicas de sus dirigentes, que al fin y al cabo dieron claros beneficios en un primer momento, constituyéndose después en base electoral estable.

No obstante, cuando nace PODEMOS el momento político era uno, casi un año y medio después, es otro muy diferente. En aquel momento, máxime después de los resultados de las europeas y todo lo que se derivó de ello, ganar las elecciones mediante una estrategia de guerra “relámpago” y con aspiraciones de poder llegar a amplios sectores de la sociedad, con un discurso transversal, que se centrara básicamente en explotar el exitoso argumento populista de la “casta” y en contraposición con el “miedo al rojo” que proponían desde el PP entonces, era posible. El descrédito del PP era tal que sus argumentos entonces sumaban más que restaban apoyos a PODEMOS. La sola crítica a la “casta”, sin más matices, tenía en sí mismo un potencial de agregación de voluntades y demandas que era capaz de llegar a sectores muy diversos de la sociedad, incluso a algunos más de tipo conservador. Entre otras cosas consiguió sacar del debate político al PSOE, encerrándolo en un espacio vacío del cual todavía no ha sido capaz de reponerse. Lo de Andalucía es un caso especial que se explica por la propia naturaleza de esta nación.

Pero es tal el momento populista en marcha, la crsis de régimen, el proceso destituyente, o como queramos llamarlo, que un año en política es un siglo ahora mismo. El adversario no se iba a quedar de brazos cruzados esperando a que le comiesen las tostada sin decir ni mú. Cuando las inercias son positivas es complicado reaccionar con celeridad a los cambios de estrategias de los adversarios. Siempre se necesita un tiempo para encajar los golpes y tener la capacidad de reponerte, primero, y volver al ataque, después. Es justo lo que ha ocurrido. La campaña del régimen para frenar el ascenso de PODEMOS ha sido tremendamente efectiva, y eso tiene sus consecuencias. Reaccionar ante tal campaña no era sencillo, y solo el tiempo podía fijar las condiciones apropiadas para tejer una respuesta que, cuando menos, pueda ser capaz de frenar los efectos negativos de dicha campaña. Ese es el momento en el que se encuentra actualmente PODEMOS. Ahora que se conocen los efectos reales de aquella campaña, tanto en lo que se refiere al desgaste de PODEMOS como en lo que se refiere a la aparición en el escenario político de nuevos actores constituídos, de facto, en un PODEMOS de la derecha, es cuando se puede actuar en base a hechos concretos y no a meras especulaciones hipotéticas o supuestas.

No hay que olvidar, no obstante, que aquel momento PODEMOS en la vida política del estado español bien podía haber sido un momento UPyD o un momento Ciudadanos, o, peor todavía, un momento Frente Nacional -a lo francés-, pero no lo fue. Y eso es mérito de PODEMOS. PODEMOS no ha abierto el camino a Ciudadanos, ha sido el propio camino abierto por las dinámicas sociales, políticas y económicas presentes en la vida socio-política española lo que ha hecho posible la irrupción de PODEMOS, primero, y Ciudadanos, como respuesta de la casta y las élites gobernantes al ascenso de PODEMOS, después. Afortunadamente PODEMOS está, porque perfectamente podía haber no estado -como en Francia, Reino Unido, Italia, etc-, y eso vuelve a ser mérito, principalmente, del trabajo desarrollado durante años por los principales representantes de su actual dirección. No son los partidos los que abren o cierran ventanas de oportunidad, es la realidad material. Y esa era la misma antes y después de PODEMOS. Lo que la izquierda debe agradecer a PODEMOS es que, haciendo una lectura adecuada de lo que supuso el 15-M y los mensajes socio-políticos que el mismo lanzó al mundo, supiera entrar antes que nadie por ella. Si por esa ventana se nos hubiera colado un Frente Nacional o un Movimiento Cinco Estrellas, ahora sí que estaríamos preocupados, por no decir muertos.

De hecho, desde la actual dirección no solo han hecho posible que PODEMOS esté donde está ahora, sino que, también, propusieron la estructura orgánica de partido que tenían que proponer para hacer eficiente el funcionamiento interno del partido en unos tiempos como los actuales. Entre otras cosas porque en ese momento era una prioridad del partido tener la capacidad de controlar el arribismo y el paracaidismo, por lo tanto era necesario tener un control directo sobre la conformación y funcionamiento de los miles de círculos que estaban naciendo. Nada podía -y puede- hacer más daño a PODEMOS a medio y largo plazo que no tener dicha capacidad de control y permitir que cualquier persona, con cualquier interés personal, acceda a puestos institucionales en nombre de la formación. Un partido que nace necesita de una dirección fuerte y centralizada, más allá de que se deban establecer fórmulas que permitan la convivencia de dicha formación con las diversas realidades internas del partido, así como con las diferentes expresiones que éstas puedan tener en los diferentes territorios y naciones del estado, algo que, en última instancia, se debe basar también en la propia flexibilidad y coherencia democrática de la que necesariamente ha de hacer gala el actual Secretario General. La militancia así lo entendió y por ello votó de forma abrumadoramente mayoritaria por los documentos presentados por la dirección actual durante el proceso de Asamblea Ciudadana constituyente. La legitimidad democrática de esta dirección es total: los críticos simplemente perdieron.

Por supuesto, en el desarrollo de la estrategia posterior impulsada desde la dirección estatal usaron los mecanismos demoscópicos y estratégicos que tenían que usar (conocimiento de las tendencias sociológicas y electorales existentes, y mantener viva la explotación cotidiana de su presencia en los principales medios de comunicación). Mientras las dinámicas eran positivas no era necesario cambio alguno en tales estrategias y fundamentos. Haber hecho otra cosa hubiera sido poco menos que un suicidio inducido. La carrera no es de sprint, aunque en algún momento lo pareciera, es de medio fondo, o de fondo. Y muchas veces los cambios de estrategia tienen más capacidad de impactar socialmente cuando vienen después de fuertes marejadas, que en pleno proceso de crecimiento. Si en algún momento la “guerra relámpago” era posible, había que explotarla. Si ahora ha dejado de serlo, sencillamente hay que variar la estrategia y resituarse en el nuevo escenario. Justo lo que está haciendo la dirección. 

Que haya habido algo de lentitud y torpeza en la respuesta, es comprensible por el propio estado de resaca post-borrachera en el que ha vivido inserto el partido durante este tiempo.  Pasar de tener la iniciativa a estar a la defensiva, viniendo como se venía de una situación donde todo jugaba a favor de corriente para PODEMOS, es complicado de gestionar de forma inmediata. Lo cierto, no obstante, es que Pablo Iglesias ha sabido responder cuando ha tenido que hacerlo. Con sus dos últimos artículos en Público (“La centralidad no es el centro” y “Guerra de trincheras y estrategia electoral“), así como con su presencia en La Sexta Noche, el 1º de Mayo o el discurso dado durante el 2 de Mayo en Madrid, ha fijado una estrategia que claramente va, a mi juicio, en la línea de lo que el partido necesita en este momento para resituarse en el nuevo escenario político. Situar el debate socio-económico en el centro del tablero y fijar la contienda en términos populistas de izquierdas: fuerzas del cambio vs fuerzas del régimen. Unos términos “populistas” que será la propia realidad la que se encargue de validarlos a no mucho tardar.

A eso se le llama hacer política y ejercer como Secretario General de un partido, justo para lo que las bases lo habían elegido. Los círculos se deben ajustar ahora a esta estrategia y ser consecuentes con ella, esa es su principal labor política ahora mismo. Lo otro, lo de los críticos oportunistas es lo de siempre: el gusto por el purismo, la política entendida como un juego de rol en internet y la marginalidad política. Justo lo que jamás podrá llevar a nadie a construir ningún tipo de hegemonía política y mucho menos a desafiar el poder electoral del régimen y todos sus partidos.

Paciencia y no desesperar. Ni en Mayo ni en Noviembre se acaba el mundo. El tiempo dirá.

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