08.05.2015
Por Nines Maestro.
La
privatización de los servicios sociales públicos como la sanidad y la
educación se está ejecutando de una forma que colma los sueños más
queridos de cualquier capitalista: financiación pública, clientela
asegurada y beneficios privados.
Y
el negocio privado sólo es posible seleccionando a la persona usuaria,
introduciendo pagos complementarios (que también es una medida de
selección económica), incrementando la explotación de los trabajadores y
disminuyendo la calidad del servicio.
Así
como en la sanidad la gestión por parte de empresas privadas de
hospitales ha generado una cierta movilización, en la educación, ni los
grandes sindicatos, ni los partidos políticos (ni los de la “casta”, ni
los nuevos) se atreven a llamar las cosas por su nombre: los conciertos
educativos constituyen la principal forma de privatización de la
enseñanza. Ninguna voz de entre ellos exige una sola red pública de
calidad y la declaración de los conciertos como especie en extinción. En
definitiva, que no se financie con dinero público la enseñanza privada.
Y
no se trata de fundamentalismos ideológicos. Es incompatible el negocio
privado con una educación universal y de calidad. Si el fracaso escolar
se concentra en los hijos y las hijas de la clase obrera no es porque
tengan menos inteligencia. En ellos y ellas se resume de forma
condensada el drama del paro, de los desahucios, de tener unos padres
angustiados por no poder llegar a fin de mes, de no tener sitio adecuado
para estudiar, y en definitiva, lo que cada generación arrastra de ese
expolio secular del acceso a la cultura y a la información al que el
capitalismo condena a la clase obrera. Y muchísimo más a la clase obrera
inmigrante.
Son
esos niños y niñas los que entorpecen el negocio de los colegios
privados, religiosos o laicos; de la misma forma que las personas
mayores, las enfermas crónicas y las pobres en general son evitadas por
los supuestos hospitales públicos de gestión privada y enviados a la
sanidad pública.
Los
copagos/repagos de los colegios concertados cumplen una doble función:
excluyen a los niños y niñas de familias más pobres y engrosan con ellos
sus cuentas de resultados.
La
menor explotación del personal docente y una relación nº de alumnxs
/profesor más favorable era, hasta hace poco, un factor diferencial de
la calidad de la enseñanza pública con respecto a la privada. Al igual
que en la sanidad la ausencia de lujos en la pública se asociaba con una
mejor calidad en la asistencia, en la educación pública, la
cualificación del profesorado, el menor número de alumnxs por aula, el
personal de apoyo, los horarios razonables, aseguraban a la gente
informada una calidad incomparablemente mayor en la escuela pública.
Los
brutales recortes presupuestarios han causado drásticas caídas en la
calidad de la enseñanza pública y el abandono escolar creciente de los
niños y niñas de familias obreras con menos recursos.
Esos
recortes se “justifican” por el pago de la enorme Deuda Pública, que se
ha construido transfiriendo masivamente fondos públicos a la empresa
privada.
Por
eso, ahora que tenemos delante unas elecciones autonómicas, no son
creíbles “apuestas decididas por la enseñanza pública”, que no vayan
acompañadas del compromiso de anteponer las necesidades sociales al pago
de la Deuda y de acabar con la financiación pública de la enseñanza
privada
No
pagar la Deuda es condición indispensable para construir una red
pública de enseñanza de calidad y eliminar progresivamente los
conciertos educativos, pero no es suficiente.
Una escuela democrática debe ser gestionada por las madres y padres, por personal educativo y por el alumnado.
Pero, aun eso, no es lo esencial.
El problema de fondo que una democracia de verdad debe plantearse es cómo el sistema educativo sirve para que todos los
niños y niñas desarrollen todas sus capacidades y cómo construye en
ellos y ellas una conciencia crítica, base auténtica de la Dignidad, que
les haga reaccionar para impedir cualquier injusticia, sufrida por
cualquier otra persona, en cualquier parte del mundo.
Mayo de 2015
* Artículo escrito para la revista Pim Pam Pum, Red Roja Vallekas Journal. Nº 6
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