Etiquetas

miércoles, 1 de abril de 2015

PUTIN: NI ÁNGEL, NI DEMONIO




Por Willi Gerns – Traducido por Alexandre García

Reflexiones para un análisis marxista de la política rusai

Teniendo como telón de fondo los acontecimientos actuales en Ucrania, en este momento estamos asistiendo en los países imperialistas a una campaña de odio antirruso casi sin precedentes. En Alemania, recuerda terriblemente a los años de la dictadura nazi y de la Segunda Guerra Mundial, al igual que los años de apogeo de la Guerra Fría (en la época bajo la forma de antisovietismo). Las ondas sonoras de esta campaña encuentran allí un cierto eco en los elementos de izquierda. Por otro lado, en encuentran aquí y allá reacciones a esta corriente, un apoyo incondicional a la política rusa que no tiene en cuenta las relaciones entre clases. Ninguno de estos dos análisis puede ser comunista. 

Relaciones de propiedad y poder en Rusia

Como marxistas, cuando juzgamos la política de un Estado, partimos de la cuestión de saber cuál es el orden social, cuáles son las relaciones de propiedad y de poder que reinan en este país, cuáles son los intereses de clase que determinan esta política. Nos esforzamos igualmente, mediante un “análisis concreto de una situación concreta”ii (Lenin), en averiguar el papel actual de este país en el contexto político mundial. 

Cuando aplicamos estos principios a la Rusia de hoy, se tienen que hacer las constataciones siguientes. Rusia es un país capitalista en el que la mayor parte de los medios de producción han pasado a manos de detentores de capitales privados, después de una contrarrevolución antisocialista. Lo que predomina en este sector, es la propiedad robada por el clan de los oligarcas. En paralelo, pese a estas privatizaciones extendidas, aún se encuentra un gran sector de propiedad estatal o de propiedad mixta de medios de producción y medios financieros. Cuando se trata de empresas estratégicas en estos sectores, por lo general el Estado aún dispone de una mayoría de control. 

El poder político es ejercido por una élite dominante, en la que el poder de la burocracia superior del Estado se alía cada vez más al poder económico de algunos clanes de oligarcas. Haciendo alusión al poder supremo en la Unión Soviética, los autores de un estudio publicado en 2012 en la rediii sobre el mecanismo del poder en el régimen de Putin designan su escalafón superior como el “Politburó 2.0”. Esta cuasi-institución del poder colectivo, según los autores – los politólogos rusos Evgeni Mitchenko (presidente del holding Mitchenko Consulting) y Cyrille Petrow (dirigente de la sección de análisis del Instituto Internacional de Evaluación Política) – se habría formado durante los años 2000 después de la redistribución de los recursos de los pequeños clanes de oligarcas, de la destrucción de los imperios mediáticos y la liquidación de una gran parte de los jefes regionales. 

El presidente Putin apareció con un papel de árbitro y moderador. El jefe del Estado ejercía igualmente un control directo sobre los contratos gasíferos a largo plazo, la dirección del sector energético y los bancos estratégicos. Son los miembros de este escalafón superior del poder, así como sus posiciones políticas y económicas y sus socios más cercanos, los que son designados “candidatos al Politburó 2.0”. 

La referencia al Buró político del Comité central de PCUS es exagerada. Por entonces se trataba de la cima de un sistema de poder basado en otra base económica del todo diferente, incluso opuesta. No obstante, la descripción por parte de este estudio de la unión, como núcleo del sistema, entre el poder político del Estado y la potencia económica de algunos clanes de oligarcas particularmente cercanos al Kremlin es del todo pertinente. Se puede hablar – pese a todas las particularidades – de una variante de capitalismo monopolista de Estado en Rusia

Rusia, ¿un país imperialista? 

El marxismo-leninismo considera el capitalismo monopolista de Estado como una variante de desarrollo de la fase imperialista del capitalismo. Es por ello que quisiéramos abordar brevemente la cuestión de saber en qué medida las características esenciales del imperialismo que Lenin describió en su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo se aplican al capitalismo ruso de hoy.
Resultado de imagen de GazpromNo cabe duda de que se encuentran las características económicas fundamentales citadas en la obra de Lenin. En particular, la existencia y la dominación de los monopolios que juegan un papel determinante en la vida económica; la fusión del capital bancario y del capital industrial y la creación de una oligarquía financiera sobre la base del capital financiero; incluso el papel cada vez más importante que desempeña el capital de exportación. No obstante, hay que tener en cuenta también las particularidades rusas. Mientras que la dominación de los monopolios en los países imperialistas clásicos fue resultado de largos procesos históricos de concentración y centralización, en Rusia es resultado hoy de un proceso criminal, relativamente corto, donde los grandes pedazos de la propiedad del pueblo fueron robados durante la contrarrevolución antisocialista. Por otra parte, el capital oligárquico se desarrolló entonces en estructuras aún más potentes – mediante la concentración y la centralización. En Rusia también, el capital bancario e industrial ha fusionado, como demuestra claramente la existencia de conglomerados, y ha surgido una potente oligarquía financiera. La tendencia hacia el desarrollo de inversiones directas rusas en el extranjero demuestra que el capital de exportación juega hoy un papel cada vez más importante. Esto es cierto tanto en suelo ruso como en el extranjero, debido al entrelazamiento con el capital internacional. En conclusión, la Rusia de Putin es un país capitalista en el que los fundamentos económicos del capitalismo monopolista – un capitalismo imperialista con ciertas particularidades – existen manifiestamente. 

En lo que respecta a la política de Rusia, es necesario hacer una distinción entre la política interior y exterior, al igual que entre dos niveles en la política exterior. 

La política interior está determinada por las ganancias y los intereses de poder de la clase dominante descrita más arriba. Está orientada, por un lado, hacia la creación de condiciones favorables a la explotación más eficaz y provechosa posible de la clase obrera rusa, pero igualmente, por otro lado, hacia el asentamiento de la fortaleza del régimen a la vez mediante concesiones sociales y una política de mano dura. 

Por otra parte, el posicionamiento, ocasionalmente positivo, con respecto a la herencia de la Unión Soviética sirve también para obtener la adhesión de sectores importantes del pueblo ruso hacia el régimen de Putin, sectores que están orgullosos de la superpotencia soviética como apogeo de la historia rusa. Este orgullo se expresa incluso en cierta medida en algunos sectores de la clase dominante, en particular en aquellos que, como Putin, provienen del grupo de los silowiki, los portadores de uniforme. No obstante, esto ya no tiene nada que ver con una simpatía por el socialismo. Esto refleja hoy posiciones nacionalistas rusas, una aspiración a una Rusia capitalista fuerte. 

Dos aspectos en la política extranjera rusa

En la política extranjera, el primer aspecto concierne lo que en Rusia se llama el “extranjero próximo”. Esta expresión se refiere a las relaciones con los Estados que han sucedido a la Unión Soviética, con la excepción de los Estados bálticos. 

El régimen de Putin persigue allí una política a largo plazo de reintegración bajo dirección rusa. El pivote de esta unión es la unión aduanera entre Rusia, Bielorrusia y Kazajistán, que después debe ser transformada en comunidad económica eurasiática y después en unión eurasiática. En este terreno, se reconocen en las relaciones de Rusia con sus socios más débiles unas prácticas que recuerdan métodos imperialistas. Está el ejemplo, entre otros, de la repetida presión económica sobre Bielorrusia para forzar a sus dirigentes a abandonar la propiedad estatal bielorrusa de la multinacional rusa Gazprom y abrir el camino a la entrada de los oligarcas rusos en la economía bielorrusa. 

Los Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea quieren a toda costa impedir una reintegración de las antiguas repúblicas soviéticas. Rusia debe estar limitada a sus propias fronteras y al mismo tiempo debe ser cercada económica y militarmente mediante tratados de asociación entre la UE y los Estados sucesores de la Unión Soviética y por la continuación de la ampliación de la OTAN en el este. Este es el telón de fondo de la actual crisis ucraniana.

El segundo aspecto de la política exterior rusa concierne la política mundial. A diferencia de Estados Unidos y de sus acólitos de la OTAN, no se debe esperar hoy ni en un futuro próximo por parte de Rusia ambiciones de dominación mundial. No existe además la correlación de fuerzas necesaria para tal dominación. La Rusia de Putin persigue más bien oponer a las ambiciones de dominación mundial del imperialismo estadounidense un orden mundial multipolar. En este objetivo, existe una gran concordancia entre la posición de Rusia y los intereses de China y de los demás países BRICS, al igual que con los de otros países. Esta posición se encuentra objetivamente en los intereses de la paz y el progreso social.

La toma en consideración de las afirmaciones de Lenin sobre la existencia de diferentes variantes de la política capitalista e imperialista, al igual que el análisis concreto de la situación concreta antes y durante la Segunda Guerra Mundial, permitieron que la Unión Soviética, pese a todas las contradicciones con las potencias occidentales imperialistas, reconocieran en la Alemania imperialista el peligro principal para la Unión Soviética y la humanidad. Ello se convirtió en el fundamento de la lucha de la Unión Soviética por su seguridad colectiva e hizo posible en los hechos, pese a todas las dificultades, la creación de la coalición antihitleriana, factor significativo de la victoria sobre la Alemania nazi. 

Estoy convencido de que el análisis concreto de la situación histórica concreta actual en el mundo debe conducirnos a: reconocer claramente que en el ámbito de la política internacional, Rusia también es un país capitalista, dominado por oligarcas y una burocracia estatal estrechamente ligada con aquélla; hacer una distinción clara entre Rusia y las grandes potencias imperialistas y a considerar como peligro principal para la paz y el progreso social la política de dominación mundial del imperialismo estadounidense y de sus acólitos imperialistas de la OTAN y la UE. 

Willi Gerns es colaborador de la revista Marxistische Blätter.
i Artículo publicado por primera vez en Unsere Zeit, junio de 2014, p.12
ii Lenin, “El comunismo”, Obras, t. 31, p.
iii Ver www.mitchenko.ru/analitika. Este estudio fue discutido en detalle en el número de Unsere Zeit del 14 de septiembre de 2012.

No hay comentarios:

Publicar un comentario