Sin lugar a dudas, Blockupy recoge el espíritu de sufrimiento que
recorre las arterias del viejo continente en versión contemporánea,
convirtiéndose en una de esas ruidosas moscas que zumba al oído del
poder, sin dejarlo conciliar de manera plácida su enajenado sueño.
Por Felipe Pineda Ruiz
Por Felipe Pineda Ruiz
La bella Europa, hija de Agenor, rey de
Tiro, fue sinuosamente seducida y llevada mediante artilugios a la isla
de Creta por Zeus, quien supo bien disfrazarse de toro para raptarla.
Esta bella fábula, cabe decirlo, es una de las obras de la fértil
mitología griega más difundidas de la historia. Nadie creyó posible, que
unos cuantos siglos después, el rapto de Europa tuviera lugar en una
versión posmoderna, eufemística.
Entre decenas de miles de movilizaciones
sociales, que subsisten en el corazón del turbulento tercer mundo y en
el cada vez más desigual primer mundo, Blockupy irrumpe como un respiro
en medio de clichés y luchas que sucumben por su anquilosamiento, por su
rigidez predecible.
Hombres y mujeres, de diversos orígenes,
han consolidado esta coordinadora de movilizaciones sociales, que se
hace protagónica en medio de la Europa convulsa de estos días. Emulando
los pasos de Occupy Wall Street, movimiento que instaló su voz de
protesta creativa por meses en Nueva York, centro financiero más
importante del mundo, Blockupy tuvo su génesis en 2012 como una voz
antagónica que alzaba su discurso firme y alto contra la situación
catastrófica de Europa en ese momento.
Bajo la consigna inicial “ocupar,
bloquear, manifestarse”, esta iniciativa, en la que convergen diversas
agrupaciones políticas, ONG y sindicatos de trabajadores y desempleados,
logró, en su primera incursión ese mismo año, reunir a 20.000
manifestantes.
Posteriormente, después de llevar a cabo
la Conferencia europea de acción Blockupy en 2013 y discutir las líneas
generales de la asamblea de Bruselas, realizada el 26 y 27 de
septiembre de 2014, en donde un nuevo slogan “Solidaridad más allá de
las fronteras, construir democracia desde abajo” enmarcó el accionar,
Blockupy decide convertirse en una plataforma oficial de convergencia de
diversas luchas sociales que encuentran un espacio y un lugar común
para crear un escenario de disputa más estratégico.
De aquel proceso, 120 personas
pertenecientes a más de 50 organizaciones, redes anticapitalistas
transnacionales, sindicatos y partidos de 15 países deciden darle vida a
Blockupy con el fin de trazar una hoja de ruta en contra de la
austeridad y el régimen de explotación y crisis de la Europa actual (1).
Para hacer visible la disputa social en
todos los campos de acción, Blockupy ha trabajado en compartir, en
tiempo real, información sobre las diversas movilizaciones que tienen
lugar en toda la UE, como una manera de construir una fuerza más
efectiva que alce su voz de protesta en contra del racismo, el nazismo y
sus acciones contra los inmigrantes, los desahucios, el tratado de
libre comercio Europa-Estados Unidos y las acciones unilaterales de la
troika en contra del bienestar de las mayorías del viejo continente.
El traslado reciente de la sede del
Banco Central Europeo (BCE) a la ciudad de Frankfurt (Alemania), cuya
inauguración tuvo lugar el pasado 18 de marzo (18-M de ahora en
adelante), permitió seguir avivando la llama de protesta de esa primera
etapa.
Las imágenes de aquella protesta fueron
un crisol de indignación y esperanza, de irreverencia y racionalidad, de
solidaridad y lazos afectivos que dejaron en claro una vez más que el
slogan “basta de vivir por encima de nuestras posibilidades” no solo
empieza a ser eufemístico para las mayorías sociales europeas sino a la
vez comienza a convertirse en una consigna insultante.
La agitada, fría y vertiginosa Frankfurt
y principalmente la gigantesca Römerplatz y sus alrededores, cambiaron
su deslucido blanco y negro por unas horas para albergar a miles de
manifestantes, no solo de Alemania sino de otros países, principalmente
procedentes de España, Grecia, República Checa y de la entraña del
sindicalismo francés.
Por ser el BCE la vértebra del accionar
de la Troika y de los poderes fácticos que gobiernan el viejo continente
en la actualidad, encabezados por Merkel, Draghi, Schäuble y Junker
entre otros, las protestas de Blockupy han cobrado un sentido más allá
de lo simbólico: representan la lucha de los millones de mileuristas o
aquellos que viven con salarios que no superan los mil euros; la disputa
de quienes subsisten con los “mini-jobs” o empleos a medio tiempo con
remuneración precaria y la pelea de los millones de desempleados que
sufren los efectos de la relocalización de las empresas alemanas en los
países de la antigua Unión Soviética (2).
Pero uno de los activos principales de
esta causa, ha sido la solidaridad que los manifestantes han desplegado,
desde el comienzo, con la disputa que el Estado griego, encabezado por
Alexis Tsipras y su ministro de economía Yanis Varufakis, libra hoy en
día contra las medidas de austeridad que la troika quiere imponerle a la
sociedad helénica, que hacen peligrar el financiamiento del paquete de
medidas de emergencia social que el gobierno de Syriza intenta llevar a
cabo.
Blockupy, plataforma de luchas que
recoge las principales tesis del altermundismo de final del siglo XX y
principio del siglo XXI, ha logrado, con el paso de los años, dejar de
ser una iniciativa circunscrita únicamente al territorio alemán para
transformarse en un eje social articulador de la indignación europea con
causas y objetivos comunes.
Referentes de esa expresión
anti-globalización de aquella época, que desplegó en las manifestaciones
de Seattle, Praga y Lisboa sus momentos más memorables, se hicieron
presentes para mostrar su solidaridad con esta marea social creciente el
pasado 18-M. Personalidades como la autora del ya clásico libro No
Logo, la canadiense Naomi Klein, la parlamentaria del Die Linke alemán
Sahra Wagenknecht, el comediante Urban Priol y el eurodiputado de
Podemos, Miguel Urban entre otros se dieron cita para hacer todavía más
visible a este conglomerado de cambio en ascenso.
Emulando a las Mareas de colores que se
conformaron durante el 15-M español, en Blockupy la articulación se
realiza de la misma manera. Cada color posee un énfasis temático de
lucha: verde para simbolizar la educación pública, púrpura para
reivindicar los derechos de las mujeres, blanco por una salud pública y
obligatoria para todos que le dieron un marco común y una misma consigna
a la protesta: confrontar desde lo global y lo local el avance del
neoliberalismo y el capital en todos los ámbitos de las sociedades del
siglo XXI.
La desfachatez, juventud y alegría de la
ola de personas que se concentraron en Blockupy el pasado 18-M, tenía
por objeto, desde el principio, ridiculizar el accionar represivo de la
policía germana.
Los cientos de rostros jóvenes y
radiantes, los disfraces, las gafas de sol y las pelucas multicolor de
hace un par de semanas, contrastaron con la respuesta violenta de la
fuerza pública, que aglutinó a 9000 efectivos para controlar a los
manifestantes, y que terminó por atizar el odio de un reducido sector de
manifestantes, pertenecientes al bloque negro de la manifestación, que
según palabras de los organizadores “rompieron con el consenso que había
adoptado el grupo Blockupy en contra de los disturbios violentos” (3).
Como consecuencia, el saldo de
perjuicios no se hizo esperar: incendio de carros de policía, 200
marchantes heridos y decenas de vidrios rotos de entidades bancarias y
estatales especialmente.
Uno de los spots promocionales de Die
Linke (4), principal partido de la izquierda alemana, realizado en 2009
al calor de las elecciones para el parlamento europeo, resume
magistralmente las reivindicaciones de Blockupy: en él se ve una
opulenta casa, colmada de joyas, antigüedades y porcelanas de corte Art
Noveau, lujos y artículos de colección en medio de una noche espléndida.
A renglón seguido, una de las tomas del
comercial, muestra el relicario de éxitos empresariales del propietario y
una súbita interrupción en esta panorámica idílica: una piedra que
rompe el vidrio de la fachada y un lema final que enmarca los 35
segundos que dura el short film: Así no, mejor así…Die Linke!
Sin lugar a dudas, Blockupy recoge el
espíritu de sufrimiento que recorre las arterias del viejo continente en
versión contemporánea, convirtiéndose en una de esas ruidosas moscas
que zumba al oído del poder, sin dejarlo conciliar de manera plácida su
enajenado sueño: el rapto de Europa a manos de un nuevo Zeus posmoderno,
sinvergüenza, neoliberal.
Twitter: @pineda0ruiz
Notas
(1) “Minutos de la asamblea de Bruselas:
construyendo juntos un espacio transnacional para una Europa desde
abajo”. Página Web de la plataforma Blockupy, octubre 9 de 2014. Fuente:
http://alturl.com/kwcmp
(2) Entre 1998 y 2008 el número de
trabajadores contratados a tiempo completo en Alemania decreció en
800.000 mientras que el número de empleos precarios o a medio tiempo
aumentó 2,4 millones. A cifras de 2012, los trabajadores “atípicos”
constituían el 21.2% de la fuerza laboral germana.
(3) Blockupy se distancia de los hechos
violentos contra la nueva sede del BCE. La Vanguardia Internacional,
marzo 19 de 2015. Fuente: http://alturl.com/caiz4
(4) El video se puede ver en la siguiente dirección: http://alturl.com/5he9z
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