Análisis de la guerra Obama-Netanyahu y de sus posibles efectos colaterales.
El
inesperado triunfo de Netanyahu en las recientes elecciones supondrá la
formación de un Gobierno de Guerra de filiación ultranacionalista y
totalmente contrario a la existencia de dos Estados independientes
(Israel y Palestina) que acelerará la construcción de nuevos
asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este y presionará a la
Administración Obama para conseguir el ataque militar a Irán y la
destrucción de sus instalaciones nucleares. Así, cuando se suscribieron
los Acuerdos de Oslo, 100.000 colonos poblaban Cisjordania y en la
actualidad serian 300.000, lo que aunado con la prevista culminación del
Muro de Cisjordania que incluiría aproximadamente el 10% del territorio
de Cisjordania, incluida Jerusalén Este, donde unas 60.000 casas
palestinas podrían ser demolidas al carecer de permisos oficiales y
habría unos 200.000 colonos más que en 1.993 a pesar de la “extenuante
presión norteamericana para finiquitar los mismos”, habría provocado la
indignación del mundo árabe, por lo que Jordania, (miembro no permanente
del Consejo de Seguridad), habría ya solicitado la reunión de
emergencia de dicho Consejo.
Conviene
recordar que Netanyahu acudió a Washington con el objetivo de lograr
la ayuda de sus padrinos del AIPAC para que le ayuden a convencer a
Obama de que contener los planes nucleares de Irán es en estos momentos
mucho más importante que frenar los asentamientos judíos, pues en la
actualidad el Comité Americano-Israelí de Asuntos Público (AIPAC en
inglés), sería el más influyente grupo de presión pro-ísraelí en EEUU
pues cuenta con más de 100.000 miembros (150 de ellos dedicados
exclusivamente a presionar al Congreso, a la Casa Blanca y todos los
organismos administrativos en la toma de decisiones políticas que puedan
afectar a los intereses del Estado de Israel) y aunque siempre se ha
creído que la AIPAC sería un “gobierno virtual” que teledirigiría la
política exterior de EEUU en función de los intereses israelíes, la
realidad sería que el lobby pro-israelí tiene verdadero peso en los
ámbitos del poder porque EE.UU. e Israel casi siempre han compartido
idénticos intereses geopolíticos desde la fundación del Estado de Israel
en 1.948.Así, EE.UU. contaría con Israel para mantener a los Estados
árabes de Oriente Próximo bajo la amenaza constante de ataque,
(asegurándose de paso que se mantengan serviles ante Washington) e
Israel no podría seguir existiendo en su forma actual sin el fuerte
apoyo político y material que recibe de EE.UU. ( más de 3.500 millones
de dólares en ayuda militar).
Enésimo desencuentro Obama-Netanyahu
En la
actualidad asistiríamos además a un “desencuentro de fondo” entre las
Administraciones de Netanyahu y Obama debido al concepto geopolítico
imperante en la Administración Obama y cuyo cerebro sería el
ex-Consejero de Seguridad Nacional del presidente Carter,Zbigniew
Brzezinski. Así, Brzezinski en un discurso ante al Consejo Nacional
Irano-estadounidense (NIAC), afirmó que “creo que los EE.UU. tiene
derecho a decidir su propia política de seguridad nacional y no seguir
cual mula estúpida lo que hagan los israelíes”, pues desde el asesinato
de John F. Kennedy los Estados Unidos no habrían ya disfrutado de ese
derecho al quedar desde entonces como rehenes de los intereses sionistas
todos lo sucesivos Presidentes electos de EEUU. Además, Brzezinski,
estaría enfrentado con los lobbys neocon republicano y judío de EEUU y
con su habitual mordacidad habría desacreditado la miopía geoestratégica
de ambos grupos de presión al afirmar que “están tan obsesionados con
Israel, el Golfo Pérsico, Irak e Irán que han perdido de vista el cuadro
global: la verdadera potencia en el mundo es Rusia y China, los únicos
países con una verdadera capacidad de resistir a Estados Unidos e
Inglaterra y sobre los cuales tendrían que fijar su atención”.
El
mensaje diáfano de Obama hacia Israel sería que “la paz en Oriente
Próximo y Medio (Oriente PROME) es posible a través del diálogo y que
Israel y Estados Unidos tienen que negociar con Irán y con Siria, dos
actores cruciales en la política de Oriente Próximo”, postulados que
serían un misil en la línea de flotación del Gobierno de Netanyahu que
aspira a resucitar el endemismo del Gran Israel (Eretz Israel), lo que
supondría la restauración de la Declaración Balfour (1.917), que
dibujaba un Estado de Israel dotado de una vasta extensión cercana a las
46.000 millas cuadradas y que se extendía desde el Mediteráneo al este
del Éufrates abarcando Siria, Líbano, parte noriental de Irak , parte
norte de Arabia Saudí , la franja costera del Mar Rojo y la Península
del Sinaí en Egipto así como Jordania, que pasaría a denominarse
Palesjordán tras ser obligado a acoger a toda la población palestina de
las actuales Cisjordania y Gaza forzada a una diáspora masiva ( nueva
nakba). Dicha doctrina tendría como principal adalid a Isaac Shamir al
defender que “Judea y Samaria (términos bíblicos de la actual
Cisjordania) son parte integral de la tierra de Israel. No han sido
capturadas ni van a ser devueltas a nadie”, doctrina en la que se
basarían los postulados actuales del partido Likud liderado por
Netanyahu quien aspira a convertir a Jerusalén en la “capital
indivisible del nuevo Israel”, tras la invasión de su parte oriental
tras la Guerra de los Seis Días (1.967).
La traición de Netanyahu
Conviene
recordar que Theodor Herzl es considerado el Padre del actual Estado de
Israel y fundador del sionismo y en su libro “El Estado judío: ensayo
de una solución moderna de la cuestión judía”, propuso la creación de un
Estado judío independiente y soberano para todos los judíos del mundo
al tiempo que promovió la creación de la OSM (Organización Sionista
Mundial) y en su obra “La vieja Nueva Tierra”(1902), sienta las bases
del actual Estado judío como una utopía de nación moderna, democrática y
próspera en la que se proyectaba al pueblo judío dentro del contexto de
la búsqueda de derechos para las minorías nacionales de la época que
carecían de estado, como los armenios y los árabes. Sin embargo,aurora-israel.co/il,
denuncia que “ la política aislacionista del primer ministro, Biniamín
Netanyahu, parece estar en las antípodas de los fundadores del sionismo,
tales como Teodoro Herzl y Chaim Weizmman, que incluyeron al movimiento
dentro del espectro progresista en el campo de la diplomacia, con lo
que la pregunta es si puede revertirse peligroso el aislamiento
diplomático de Israel con una política que sea contraria al inmovilismo y
el encerramiento”.Así, el jefe negociador palestino, Saeb Erakat,
adelantó que “si Washington veta la resolución palestina en la ONU; la
AP buscará su inclusión en numerosos organismos internacionales, entre
ellos en la Corte Penal Internacional para juzgar a Israel por ocupación
y crímenes de guerra “ .
Obama, solo ante la Historia
Por
su parte, Obama, tras la pérdida del control del Senado en las pasadas e
lecciones de medio término y en la recta final de su mandato
Presidencial, aceptará el pulso de Netanyahu y adoptará una suicida
conducta transgresora que podría reconsiderar el tradicional veto de
EEUU en el Consejo de Seguridad de la ONU ante propuestas “nocivas para
el Estado israelí”, con lo que Obama se convertiría en un serio
obstáculo para diseñar la arquitectura del Nuevo Gran Oriente y no sería
descartable la gestación de una trama endógena que tendría de nuevo
como cerebros a la CIA y al Mossad israelí y que no dudará en reeditar
el Magnicidio de Dallas (Kennedy,1.963) con el objetivo inequívoco de
lograr que EEUU vuelva a la senda de las seudodemocracias tuteladas por
el establishment anglo-judío.
Caso de ser asesinado Obama, aumentaría la
presión del lobby pro-israelí de EEUU ( AIPAC), para proceder a la
desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos, momento que
será utilizado aprovechado por la Trilateral EEUU-Gran Bretaña-Israel
para proceder a rediseñar la cartografía del puzzle inconexo formado por
los actuales países de Oriente Próximo y Medio y así lograr unas
fronteras estratégicamente ventajosas para Israel, siguiendo el plan
orquestado hace 60 años de forma conjunta por los gobiernos de Gran
Bretaña, Estados Unidos e Israel y que contaría con el respaldo de los
principales aliados occidentales .
Germán Gorraiz López.Analista
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