Por Pedro Antonio Honrubia Hurtado—– Estimado Jesús, la libertad
de prensa es la libertad del amo de la imprenta, bien lo sabemos. Ahora
te ha tocado a ti sufrirlo en tus propias carnes, pero es también algo
que los ciudadanos debemos sufrir, obligados, a diario en las nuestras.
Sea el estado, si son medios públicos, […]
Por Pedro Antonio Honrubia Hurtado—–
Por Pedro Antonio Honrubia Hurtado—–
Estimado Jesús, la libertad de prensa es
la libertad del amo de la imprenta, bien lo sabemos. Ahora te ha tocado
a ti sufrirlo en tus propias carnes, pero es también algo que los
ciudadanos debemos sufrir, obligados, a diario en las nuestras.
Sea el estado, si son medios públicos, o
sea el empresario de turno, si son medios privados, el dueño de la
imprenta, el amo, paga y manda. Aunque es sobre todo en estos últimos
casos, donde la gestión de un derecho reconocido como derecho humano, el
derecho a la información, queda plenamente sometido a las órdenes del
empresario de turno, que puede hacer lo que le venga en gana, sin
inmutarse, con ese, su medio, imponiendo sin miramiento ninguno sus
intereses económicos y/o sus presupuestos ideológicos a cualquier otra
finalidad social derivada de esa función de la información como derecho
humano, que para eso manda.
En radio y televisión, para más inri,
estos empresarios son depositarios de licencias que, en realidad, cubren
un espacio reducido, el espectro radioeléctrico, que es público, que es
de todos nosotros y nosotras. Pero que desde el momento en que una
licencia de emisión, a menudo concedida por políticos amigos a cambio
de, precisamente, garantizarse la fidelidad ideológica del medio al
funcionamiento normal del sistema económico, político e institucional
que rija en un país determinado, cae en manos de estos empresarios, el
control sobre el funcionamiento interno de ese medio, que ocupa ese
espacio público, se pierde por completo y pasa a ser un derecho
exclusivo del propietario.
Así luego, naturalmente, pueden pasar
las cosas que pasan cada día en el estado español en la totalidad de
esos medios: emitir toda la basura adoctrinadora y toda la mierda
sesgada y manipulada que emiten, usando esos espacios públicos
concedidos bajo licencia -que son de todos- para convertirlos en actores
políticos centrales desde los que, entre otras cosas, poder hacer,
cuando así lo requiere el momento, una guerra abierta contra un
determinado país considerado “enemigo”, o un determinado partido
considerado “peligroso” o contra determinadas personas “incómodas” que
no son del gusto del sistema, sus amos capitalistas y sus políticos
lacayos, sin miramientos.
No abundan en esos sitios, pues,
periodistas honrados, honestos y decentes, capaces de poner su
profesionalidad y su compromiso con la información plural por encima de
los intereses ideológicos o económicos de los amos del medio, cueste lo
que cueste -y, claro, antes o después, cuesta caro-.
Los amos de tales medios los prefieren
serviciales a los designios de su voz todopoderosa y, por supuesto, ante
todo, prefieren que sean personas que no se atrevan a decir nada más
allá de lo que el amo les permite que digan.
Por eso cuando un periodista como Jesús
Cintora es humillado de la manera en que ha sido humillado por Mediaset
con su explusión de Las Mañanas de Cuatro y el comunicado aberrante con
el que la empresa lo ha justificado, los que nos consideramos
demócratas, creemos en la función social de los medios de comunicación y
pensamos que no debe ser posible que un espacio así, que es de todos,
pueda estar secuestrado por el poder económico a su antojo y manejado de
esta manera tan desproporcionadamente autoritaria por esa gente con
mucha pasta que vive fuera de la realidad social de la mayoría, no
podemos más que apenarnos, primero, y mostrarle todo nuestro apoyo,
después.
Tu trabajo durante estos años en ese
programa que tú levantaste y del que ahora te expulsan como a un perro,
ha sido el trabajo de un buen y, sobre todo, un honrado y un decente
periodista. Y eso ya en sí mismo, en estos tiempos que corren, es ya
mucho decir.
Has sido un periodista digno que
entendió que no podía mirar para otro lado mientras en la calle las
condiciones de vida de las personas eran cada vez más dramáticas y
desesperantes, aunque la mayoría de programas no quisieran o no les
dejaran verlo. Un periodista que situó en primer plano de su agenda
diaria muchos de esos asuntos que el resto de programas no querían -o no
les dejaban- visibilizar, esos asuntos de la vida socio-económica
cotidiana desgradables de emitir para los amos de los medios y los
grandes partidos políticos, tales como la pobreza, los desahucios, el
hambre, la precariedad, las luchas de los movimientos sociales y de
base, y muchas más del estilo.
Por eso ahora estás en la calle. Por no
ser dócil y sumiso todo el rato, por no callar lo que otros prefieren
callar a cambio de un plato de lentejas y un futuro estable y asegurado
al lado de los que reparten sillas por las diferentes tertulias y los
diferentes programas de las diferentes cadenas, por no permitir mentir a
los políticos, fueran quienes fueran -y algunos eran muy poderosos- de
forma impune en tu mesa, por dar espacio a gente incómoda de diferente
perfil en tus tertulias, por dar espacio cada día a las luchas o las
desgracias de los nadie, de los parias del sistema, de los sin voz. Por
darle más importancia a una persona anónima en huelga de hambre por
defender su puesto de trabajo que al corrupto de turno en su afán de
limpiar, con mentiras, sus corruptelas. Porque nunca callaste ante la
derecha más reaccionaria y su afán perpetuo de enmerdarlo todo con
campañas criminalizadoras y ataques personales dirigidos, ambas cosas, a
impedir que la gente pueda debatir sobre aquellas cosas cotidianas que
los tiempos requieren debatir.
Porque, en definitiva, cuando la orden
era que se debía silenciar la voz de sufrimiento del pueblo y apagar sus
pocas esperanzas atacando y estigmatizando a quienes luchan desde
diversos espacios (movimientos sociales, sindicatos combativos, partidos
políticos de izquierdas, etc.) por la defensa de los intereses
colectivos, tú no quisiste obedecerla. Cintora ha sido el “Gordillo” de
los medios.
Si el SAT fue capaz, con sus acciones simbólicas, de imponer
encima de la mesa mediática un debate sobre la realidad de hambre y
miseria que cada vez más personas vivían y los grandes medios no querían
visibilizar, Jesús Cintora ha hecho exactamene lo mismo con su programa
durante todo este tiempo, pese a que las consecuencias de hacerlo eran
más que previsibles -cuestión de tiempo- y en adelante seguro que
tampoco te saldrá gratis.
De momento, te ha costado un puesto de
trabajo y el odio de la derecha en su conjunto y un montón de
tertulianos y periodistas lacayos que ven en tu figura justo lo
contrario a la basura que ellos son. Pero te has ganado algo mucho más
importante: el cariño, el agradecimiento y la simpatía de un montón de
personas decentes y honestas, que sabían que al otro lado de la
pantalla, cada mañana de Cuatro, podían encontra a uno de los suyos. Uno
de los nuestros. Y no por ideología -que no es que seas precisamente un
radical de izquierdas-, sino por tu dignidad y tu decencia, por tu
valentía para hacer bueno aquel viejo dicho de Orwell sobre la verdad
como acto revolucionario en tiempos de mentiras. Solo nos queda, pues,
darte las gracias y desearte suerte en el futuro.
Estamos contigo, compañero. El tiempo
del cambio llegará y ya habrá momento de que unas buenas leyes sirvan
para hacer justicia ante tanta injusticia y tanta infamia que los “amos
de la imprenta” imponen a diario.Y aunque ellos entonces se enroquen en
la bandera de la libertad de expresión para defender sus privilegios y
poder seguir secuesrando el derecho a la libertad de información del
pueblo, nosotros sabremos que no. Que su única defensa es la defensa de
sus intereses económicos y la de su libertad para secuestrar nuestro
derecho a la información. Que su libertad de expresión no es más que la
libertad del amo de la imprenta a hacer lo que le venga en gana. Frente a
ello el pueblo deberá poder recuperar el control de una parte de ese
derecho y ponerlo a su servicio. Y Aunque no fuese ese tu propósito
-estoy convencido-, puedes saber que has sido ejemplo al respecto.
Cortaron una flor, pero no podrán detener la primavera.
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