viernes, 20 de febrero de 2015
Argentina vive unos días
terribles, a dos décadas el caso del atentado a las oficinas de la AMIA
en Julio de 1994, el caso está como si hubiese sido ayer y algunos
olvidan su larga historia.
Es un caso dudoso desde
su origen durante el gobierno de Carlos Menem y en el que, al parecer,
por querer acomodar los hechos al interés de culpar del atentado a Irán
se distorsiono el proceso y todo quedó en un limbo jurídico.
Y aquel era un buen
momento para la farsa, el gobierno títere de Menem bien debía de
prestarse al juego sucio sin ninguna duda, pero algo salió mal a los que
programaron el caso y la solución se confundió o dilató y quedó en la
nada.
Y era también un buen
momento para la represión y bombardeo de un Irán debilitado por la
guerra de Iraq y con la euforia occidental con las guerras de precisión
televisadas que se iniciaron con la primera guerra del Golfo contra
Iraq.
Al parecer, Menem no se
portó bien y en ese marco se produce el caso de la muerte de su hijo en
marzo de 1995, que oficialmente se dictaminó como un accidente pero que
el propio Carlos Menem desmintió dos décadas después, en julio de 2014
declarando que creía que la muerte de su hijo había sido un atentado.
Y por las fechas, es muy fácil dejarse llevar y vincular una cosa con la otra.
Se sabe que, desde un
principio, el asunto se desarrolló bajo la tutela de los servicios
secretos de los Estados Unidos e Israel que aportaban las supuestas
pruebas en contra el país persa pero que evidentemente no funcionó por
alguna razón.
Al fiscal Nisman-, que
apareció recientemente muerto en un momento en que anunciaba una
acusación contra varios miembros del gobierno incluida la Presidenta- se
le conoce por sus vínculos con gobiernos extranjeros. Su muy bien
anunciada acusación carecía de base jurídica alguna, lo que indicaba
que era más un panfleto político que un documento judicial.
Por eso se calificó como
un intento de golpe de estado judicial pues el objetivo, más que lograr
justicia en el caso AMIA, pretendía crear una crisis política en el
país y la caída del gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de
Kirchner como castigo por su posición en defensa de los intereses del
país.
Antonio González
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