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jueves, 29 de enero de 2015

NINGUNA SORPRESA EN GRECIA, DE MOMENTO

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Pese al asombro por los resultados de las elecciones griegas en los medios de comunicación, la realidad es que no ha ocurrido nada que no se esperara desde hacía meses: la victoria de Syriza, la consolidación de los nazis de Amanecer Dorado y el desplome del PASOK, los “socialistas” griegos.

Siempre que aparecen movimientos políticos presentados como progresistas y populares aunque no revolucionarios, como es el caso de Syriza o Podemos, surge un debate entre los que apostamos por la superación del capitalismo: ¿Estos movimientos actúan de una forma progresista acercando ese desplome del capitalismo o de una forma reaccionaria desmovilizando las protestas con migajas para el pueblo? Creemos que los dos escenarios son posibles y nuestro apoyo o no a estos movimientos deberá basarse en la respuesta a esta pregunta (nada fácil de responder, por cierto) y no en el simple hecho de que, en principio, no sean puramente revolucionarios.

El papel de los comunistas tiene que ser el de analizar cuidadosa y económicamente las medidas tomadas y presionar porque se lleven a cabo aquellas que acentúen las contradicciones entre las clases sociales porque eso es lo que acerca la revolución. Es decir que un, por ejemplo, impuesto o expropiación que verdaderamente moleste a la clase dominante, o que sea inasumible para una parte de la burguesía, la obligará a sacar los dientes y ponerse a la defensiva. En este escenario es probable que en un intento por conservar sus intereses la burguesía fuerce una situación de inestabilidad social aprovechándose de grupos reaccionarios e, involuntariamente, estaría invitando a los miembros de los movimientos progresistas y populares a tomar una vía revolucionaria.

Si estos ataques a la burguesía se acompañan de reformas que mejoren las condiciones de vida de la mayoría del pueblo éste podrá entender de una forma directa la relación de incompatibilidad entre su bienestar y el de la clase dominante. Por el contrario, si solo se dan las segundas medidas es muy probable que el efecto sea desmovilizador y aunque se lleve a cabo un plan de “emergencia social” (como se le llama por aquí) puede traducirse en pan para hoy y hambre para mañana al estar esas reformas colgadas de un hilo. Hasta las medidas más beneficiosas e imprescindibles para el pueblo están colgadas de un hilo mientras la burguesía siga manteniendo la capacidad no de influir, sino de controlar a los medios de comunicación que nos informan, a los gobiernos que legislan y a la policía que nos reprime.

Ahora es el momento de observar atentamente lo que ocurra en Grecia porque la inclinación o radicalización de Syriza frente a la oligarquía europea, pero sobre todo frente a la griega, repercutirá de una forma directa en las fuerzas de izquierdas de nuestro país. No debemos exigirle poco al partido heleno y caer en la emoción irracional por reformas tímidas, más aún si advertimos que la situación griega no es igual que la española. Las más de 30 huelgas generales desde el comienzo de la crisis o los 40 edificios públicos (ayuntamientos incluídos) ocupados en solidaridad con Nikos Romanós hace menos de un mes deberían ayudarnos a entender que el capitaismo en Grecia no pasa por su mejor momento, aunque la situación no pueda calificarse aun de prerrevolucionaria.

Pablo M

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