Etiquetas

jueves, 6 de noviembre de 2014

VENEZUELA: LOS FLAGELADORES DE LA ULTRA IZQUIERDA


Escrito por 

No saben hacer más nada que pregonar cementerios sin muertos, donde son solo sus egos quienes pasean féretros vacíos por las funerarias de Aporrea. “Que pena me dan” Sirven a la contrarevolución y odian a Nicolás Maduro, son egos enfermos de protagonismo. 
 
 
Con su fuete de letras castigan a diario en nombre de la autocrítica a Nicolás Maduro y todo lo que el presidente diga o haga. “El legado de Chávez” fue traicionado, rezan entre dientes, los “reformistas social demócratas” abrieron el camino a la traición, “el pacto de punto fijo” ha sido firmado por Nicolás y la oligarquía, “la revolución muere” No me dejan de recordar aquellas reuniones de alcohólicos anónimos en las que salí horrorizado de la capacidad humana de hacerse daño a sí misma, la adicción a la adicción convertido en festín de látigos testimoniales en los que uno después de otro, cada miembro se fustigaba llenándose de culpas mayores solo redimibles por el poder de dios, ahora transpolado pobremente a Marx y Lenin. Por lo menos en AA se hacían autocríticas, aquí no, para estos “castigadores” autocriticar es criticar a la revolución, no a ellos mismos.

Ellos son la voz suprema de la sabiduría de manuales de izquierda, la luz, el faro infinito desde el cuál señalan los “errores” de la revolución. Estas autodenominadas autodefensas de izquierda parecen dignos hijos de Álvaro Uribe, su misión es horadar las bases del chavismo en nombre del soviet supremo y para la gracia divina de Maricori y los fachos de la ultraderecha, las dos puntas de la misma cabuya. “todo está mal, todo está mal, todo está mal” No saben hacer más nada que pregonar cementerios sin muertos, donde son solo sus egos quienes pasean féretros vacíos por las funerarias de Aporrea. “Que pena me dan” Mientras Nicolás avanza y la derecha se diluye, su miopía visceral persiste en horadar las bases para intentar su acto de magia negra: dividir el PSUV.

La crítica y la autocrítica amorosa y revolucionaria no es la que estos sátrapas pretenden usar como bandera. Ni son ellos los elegidos de nadie, ni son reales autocríticas pues ni se nombran a si mismos, ni se tocan. Tampoco son la crítica necesaria, pues en su mayoría de clase media, pocos son militantes que asuman la praxis revolucionaria. Son los flageladores de cafetín y biblioteca, simplemente enfermos de crítica incurable, la que destruye, la que escupen a diario en sus peroratas. Cuanto ansío que llegue la hora en la que su traición aun disfrazada se atreva a lanzarse al vacío de la historia.

 Luego de la payasada culparán al pueblo de sumiso, de focas, de ciegos, pues, a su criterio necrofílico, habremos perdido esa gran fuerza de ser críticos y la sepultura en la que ellos serán enterrados por el pueblo mayoritario, para ellos insisto, no será la verdad del pueblo, sino la sentencia que tanto “pregonaron”: Somos la mayoría sumisa, el pueblo chavista que ya no es chavista. ¡Abrase visto mayor capacidad de ceguera estúpida! Pero de estas cosas, de estos extraños ególatras no se ha salvado la revolución de Chávez, todos terminaron y terminarán diluyéndose en la nada.

Chávez no pudo ser más sabio en su vida. Imagínense cuanto hubiera durado la revolución si en vez de dejarnos a Nicolás hubiese pedido que siguiéramos a alguno de estos necios de cafetín. ¡Con la revolución todo, contra la revolución nada!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario