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lunes, 24 de noviembre de 2014

EPITAFIO DE DIEGO CAÑAMERO A LA MUERTE DE LA DUQUESA DE ALBA

Captura de pantalla 2014-11-20 a las 22.02.58¿Para qué quieres tantas tierras si cuando te mueres tienes bastante con dos metros cuadrados?


La España de charanga y pandereta,

cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y alma inquieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.

Demoledor poema este de Machado. Tiene cien años. Muchos. Y aquí vamos de la milana bonita a los elogios fúnebres de una duquesa a la que solo Diego Cañamero, un líder campesino, un jornalero, clavó en pocas palabras un certero epitafio para esa
España estamental que vuelve por sus fueros, en coche de caballos, en vítores pueblerinos ensayados en las vaquillas y los derribos crueles, en cortesía de boina en mano a la puerta del amo: Esa aristocracia insultante. Todo lo demás, bambolla. Y de los hechos, si no de armas, si de Registro de la Propiedad, pero de la casa de Alba, vamos a la Pantoja que entra en prisión recordando sin duda que un día no tan lejano aquello era la pera y nunca iba a pasar nada, martir popular, absuelta en su vida de copla. 
Nuestra vida pública tiene tintes de fúnebre verbena, de esperpento descagallado. Aborrecible país este de los majos, las majas y las majezas, del desplante taurino en el que “un lechuzo tarambana” o “un sayón con hechuras de bolero” te daría con gusto descabello, de la chulería del señorito que cuando va de montería dice entre risas “Vamo a mata uno rojos”. 
“España de la rabia y de la idea”, ay, dónde, si se ha hecho tarde, si hay que empezar casi de cero, quién, cuándo, cómo, si, si, viene Gil de Biedma en mi ayuda
Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
puede y debe salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.

Ese país, este, que es el tuyo porque no tienes ya otro a dónde ir a espicharla, en eso pocos engaños caben, en el que por fuerza la historia termina mal y las esperanzas se ven frustradas, hechas esperanza feroz de desesperados, patria eterna de Caín en la que no hay quien no se reclame Abel, en la que nos vemos pacíficos por escarmentados y al miedo le llamamos templanza,y en la que a pesar de eso, a pesar de eso… Yo qué sé, si cabalgamos todos a lomos de nuestros demonios, a galope tendido además. No seré yo quien prediga el futuro.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA 

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