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sábado, 22 de noviembre de 2014

EL TTIP QUE SE ESTÁ GESTANDO



22.11.2014


El TTIP que se está gestando

Ni los medios y sus perrodistas, ni el gobierno ni los politicastros procuran noticias sobre el nuevo crimen que se está gestando contra los pueblos si por crimen entendemos lo que será la implantación total de un sistema absolutista y dictatorial sin ningún atisbo de disidencia al que seguirán llamando "democracia". Nos dirán que eso ya existe, pero lo que existe, aún tolera que escribamos esto. Lo que viene, no. Esa será su última "revolución industrial" porque está vinculada a la crisis final del capitalismo.


Carta abierta a la Defensora del Pueblo Europeo

Mi nombre es Ángela y soy estudiante y ciudadana española. En realidad, se me ocurren más de mil cuestiones que están sucediendo en España a día de hoy sobre las que informarle pero le hablaré de una en concreto que guarda relación con algunas otras.

En primer lugar, creo que es necesario que conozca la dejación de funciones de los medios de comunicación en relación al tema del TTIP. Los medios más grandes (que son a través de los que se informa la mayor parte de la población española) no están ofreciendo información acerca de este proyecto tan importante que lleva tanto tiempo negociándose en Europa. No creo que desconozca el determinante papel democratizador que deben cumplir los medios, como cauces para la transmisión de una información que sea veraz, que sea clara y que sea útil para la población que la recibe. Por supuesto, no es el TTIP el único asunto que silencian los grandes grupos mediáticos. Sé que los grupos privados sólo rinden cuentas ante sus accionistas y que, en principio, poco se les puede exigir en sus contenidos. Lo que no entiendo es cómo el Estado permite que nos intoxiquemos con información infecta cuando nunca consentiría que lo hiciéramos con alimentos en mal estado.

Para seguir afinando la cuestión, he de decir que no sólo los medios privados han decidido omitir esta información. Los medios públicos, de los que cabe exigir un compromiso mayor con la información y la democratización de la misma, tampoco hablan del tema. Por suerte, en este país (y me consta que en otros sucede lo mismo), contamos con unos y unas profesionales del periodismo que no obedecen los dictados de quienes concentran mucho poder, sino que sienten una responsabilidad para con sus conciudadanos de hacerles llegar la información que precisan para, solamente, vivir su vida con un poco más de libertad.

Y si lo de los medios de comunicación es grave, la dejación de funciones del Gobierno con respecto a su obligación de rendir cuentas es digna de una broma de mal gusto. Tanto el partido que actualmente gobierna como quien ahora es el grupo de la oposición que cuenta con más escaños, no ofrecen ninguna pauta que nos haga entender qué supone exactamente este Tratado. Ni sus cosas buenas, ni sus cosas malas. Además, desatienden sistemáticamente las preguntan de grupos parlamentarios más pequeños que, trasladando el desconcierto de la población, les formulan. Desde Europa, aunque la Comisión actúa con prácticamente el mismo secretismo, al menos hablan de las bondades (cuestionables, claro, como casi todo en esta vida) del Pacto que se está gestando con EEUU.

Como pasa con muchísimos otros aspectos de nuestra existencia en los que el Estado no quiere dar respuesta a nuestras necesidades, la gente se está organizando y, gracias a estos grupos, va enterándose de las intenciones de quienes negocian (le advierto que las conclusiones colectivas no son precisamente favorables a esta negociación en secreto). Gracias a estos grupos de ciudadanos y ciudadanas organizadas hoy la gente tiene un hogar en el que vivir, los chavales comen lo que necesitan y todas las personas -sin distinción de su lugar de nacimiento- son atendidas en nuestro sistema público de salud. Además, estos grupos de gente solidaria se aseguran de que el mayor número de estudiantes posible cuente con libros de texto y material escolar.

Muchísimas veces me pregunto qué sería de mi país si se hubiese asentado por completo en nosotras y nosotros una idea tan neoliberal como el individualismo y el “sálvese quién pueda”. Es cierto que se ha intentado con ahínco pero somos más quienes pensando en común y ejercitando aquello que llamamos inteligencia colectiva hemos llegado a la valiente conclusión de que dejar aspectos tan básicos de nuestra vida como la vivienda, la economía, la sanidad, los alimentos o la educación, al albur de una “mano invisible” que nadie controla, no es lo más recomendable. Por eso, preferimos dotarnos de un marco jurídico, político y social en el que quepamos todos, en el que no se excluya a nadie y en el que todos y todas podamos decidir, participar y modificar cuando ya no nos sirva.

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