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miércoles, 19 de noviembre de 2014

ALEGATO CONTRA EL NINISMO (un artículo de Manu Pineda)

BASES  MILITARES ESTADOUNIDENSES
BASES MILITARES ESTADOUNIDENSES

Temo que con esta reflexión voy a crear cierto consenso frente a mí, voy a recibir palos de todos lados, pero asumo este hecho al que estoy relativamente acostumbrado por intentar matizar posiciones ante situaciones muy polarizadas.

Me duele que militantes antiimperialistas sanos y honestos entren en el juego del ninismo: Ni OTAN Ni Pacto de Varsovia, Ni OTAN Ni Saddam, Ni OTAN Ni Gadafi, Ni OTAN Ni Bashar…

Pero cayó el Pacto de Varsovia y la OTAN se hizo más fuerte, cayó Saddam y más fuerte aún, luego Gadafi y más…ahora la aviación USA está bombardeando sobre Siria con la excusa de que allí opera ISIS (un invento yankee-israelí-saudí-turco) y siguen diciendo Ni Ni.

Caerá el estado sirio (confío en que no sea así) en manos de grupos sectarios patrocinados por los de siempre y dirán “yo no estaba de acuerdo Ni con unos NI con otros”, pero todo quedará en manos de los que lo dominan todo.

En 2011, al calor de las llamadas primaveras árabes, una parte muy importante del pueblo sirio se echó a las calles a pedir reformas democráticas y sociales a su gobierno y éste respondió de forma represiva.

Aquello fue una protesta popular legítima y los aparatos represivos del estado sirio lo trataron del modo habitual en estos casos, basta observar cómo han sido tratadas las protestas en Bahréin, Arabia Saudí o Marruecos; pero a diferencia de estos otros casos, la maquinaria bélica estadounidense intentó aplicar la receta que ya había aplicado con excelente resultado para sus intereses en Libia, o con anterioridad en Iraq; pero esta vez no le fue posible, gracias al veto en el Consejo de Seguridad de la ONU de China y Rusia, que unos meses antes habían permitido una resolución que se limitaba a la creación de un área de exclusión aérea en Libia y vieron cómo la OTAN utilizó esa resolución para llevar a cabo una intervención militar, que tenía como objetivo derrocar al gobierno de Gadafi y sustituirlo por un gobierno títere que cumpliese las instrucciones de sus valedores y acabase con las conquistas sociales del pueblo libio creando lo que se ha dado en llamar “un estado fallido”.

Tras el fracaso de este intento los Estados Unidos y sus adláteres Arabia Saudí, Turquía, algunos países europeos y, cómo no, Israel, apostaron por armar a grupos “rebeldes” y a enviar mercenarios para combatir al régimen de Bashar.

Obviamente, este escenario de agresión externa impidió que se mantuviesen las protestas populares y hubiese un cierre de filas en contra de la injerencia exterior de todas las fuerzas progresistas, anticapitalistas y antiimperialistas que llevaban décadas oponiéndose al régimen de los Asad y que habían sufrido en carne propia sus métodos represivos.

Se empezaron a ver los métodos que utilizaban estos “rebeldes” para “democratizar” siria: decapitaciones o fusilamientos colectivos por motivos sectarios, si no eras suní morías, si apoyabas al gobierno la muerte sería especialmente dolorosa.

Hasta ese momento los Ni-Ni seguían planteando que Bashar estaba reprimiendo de forma sanguinaria a su pueblo, que si los pueblos tienen derecho a rebelarse, que si no estamos ni con unos ni con otros sino con el pueblo sirio… pero todo esto se paró cuando hasta los Estados Unidos parecían haber dado por perdida esta batalla y se limitaban a alimentar a la bestia, no ya para que derrocaran a Bashar sino para que dejasen un estado sirio absolutamente desmembrado e irrecuperable con lo que tendría una situación que no le permitiría ser una amenaza para los aliados de EE.UU. en la zona. Los Ni-Ni desaparecieron, al menos temporalmente.

Pero el imperio no renuncia a sus objetivos y se ha sacado un conejo de la chistera, el Estado Islámico.

ISIS es un grupo terrorista montado, financiado y armado por los mismos que en el pasado lo hicieron con Al Qaeda, y cubre una función similar: aparecen donde Estados Unidos necesita una excusa para llevar a cabo sus operaciones militares más intensas. En este caso sirven de justificación para los bombardeos en Iraq y Siria, y los Ni-Nis vuelven a aparecer.

Ahora reemprenden el lanzamiento de artículos “académicos”, de manifiestos “antiimperialistas”, de panfletos trotskistas encaminados a desmovilizar acciones contra la intervención de Estados Unidos y sus títeres.

Tras el encabezamiento de “Cada persona que firma este texto se ha opuesto activamente a la “guerra contra el terror” de EEUU y sus aliados. …” se hacen una serie de acusaciones que no sólo hacen dudar del encabezamiento sino que casi justificarían una petición inmediata de una intervención a gran escala que no se limitase a Siria.

¿Por qué esa obsesión por recordar constantemente los crímenes cometidos por Bashar el Assad y no se dice nada de los cometidos por Arabia Saudí, Bahréin, Turquía, Marruecos, etc.?

Se alega que “En Oriente Medio, apoyamos todas las revueltas populares por la democracia y la justicia social, sean cuales sean las alianzas internacionales del estado al que se enfrentan”, pero se pone el foco sólo en las revueltas contra gobiernos que no están en la órbita de Estados Unidos.

Se trata con saña al régimen sirio por su represión al legítimo levantamiento popular de 2011, y se trata de ridiculizar a los que, como es mi caso, consideramos que es la injerencia imperialista orquestada por Estados Unidos, Israel, Qatar, Arabia Saudí y Turquía la que acaba con ese levantamiento debido al necesario cierre de filas frente a la intervención extranjera que generó una terrible guerra civil que aún sigue destrozando a un estado que hasta que ésta empezó no conocía los enfrentamientos sectarios.

¿Quiere decir esto que debemos apoyar al gobierno de Bashar el Asad? En mi opinión éste ha sido un régimen autoritario que tenía implantado un estado policial y represivo que justificaba que el pueblo se levantase pidiendo acabar con esta línea.

Yo apoyé las movilizaciones populares que exigían demandas sociales y democráticas. Los comunistas sirios llevaban décadas luchando contra la familia Asad y lo han pagado con muchos mártires y presos.

Nuestro rechazo a la intervención imperialista no nos debiera llevar a considerar a al- Asad como el gran libertador de Siria. Es una práctica habitual que la polarización ante agresiones tan graves y evidentes como la que sufre el Pueblo Sirio a manos de los mercenarios al servicio del imperio, nos pueda llevar a confundir un cierre de filas coyuntural con el apoyo incondicional y casi groupie, hacia la figura que representa a las fuerzas que combaten esta intervención, pero eso sería una muestra de inmadurez política que nos llevaría a la pérdida de rigor en nuestros análisis y llamamientos, del mismo modo que los ataques furibundos y falaces que desde las posiciones Ni-Ni se hacen contra los gobiernos que intentan resistirse a caer en el eje del bien les hacen carecer de un mínimo de credibilidad: en un ejercicio de paroxismo de la falacia se llega a achacar a Bashar el Asad la creación de ISIS.

Yo conozco personalmente a algunos de los firmantes del últimos manifiesto Ni-Ni, y sé que muchos de ellos son honrados militantes políticos que trabajan a diario, sin caer en el desaliento en busca de alianzas que permitan fortalecer las posiciones transformadoras, o honestos activistas antiimperialistas que se enfrentan día a día y cara a cara al imperialismo y al fascismo, sé que combaten al terrorismo sionista sin caer en el ninismo que los llevaría a plantear algo así como “estamos contra la ocupación israelí, contra su política de apartheid y limpieza étnica, pero no podemos apoyar a la causa palestina porque tiene al frente a organizaciones como Hamas o Fatah que son piezas de dos formas distintas de imperialismo porque bla bla bla”, no, no se ponen de lado con excusas burdas, son militantes que se han jugado sus vidas defendiendo al campesinado palestino frente a los disparos de las fuerzas de ocupación, y por lo tanto rechazo frontalmente los insultos que se vierten contra ellos, no es legítimo acusarlos de lacayos de la OTAN y mucho menos de tacharlos de fascistas.

Me gustaría que desde la posiciones no trotskistas evitásemos entrar en una espiral pública de confrontación y descalificaciones que le den munición al enemigo, le permita a los portavoces de la cuarta internacional un discurso victimista y situarnos a los que no somos Ni-Nis como una banda sectario estalinista.

Yo no me he considerado nunca estalinista, pero creo que debemos felicitarnos todos de que el líder de la Unión Soviética durante la II Guerra Mundial fuera Stalin y no un trotskista, si hubiera sido éste no habría podido llegar a ningún tipo de acuerdo con EE.UU. y Gran Bretaña ya que éstas eran potencias imperialistas, y esto hubiera llevado a una victoria sin obstáculos del nazismo alemán y las potencias del eje. El ninismo hubiera sido un perfecto aliado del III Reich.

A pesar de mi clara y publicada posición de no estalinista cada vez que discrepo de un trotskista me veo acusado de ello. Se sitúan en una atalaya de infalibilidad que conlleva que cualquier discrepancia sea considerada como un ataque sectario. Yo les preguntaría a los ideólogos del ninismo, muchos de ellos representantes de la Cuarta Internacional.:

¿Por qué en vuestros panfletos se os olvida hacer referencia a las brutales represiones que han sufrido los levantamientos populares en Bahréin, Arabia Saudí, Turquía o Marruecos?

¿Por qué vuestros llamamientos al análisis se limitan a aquellos países que son apoyados o mantienen algún tipo de alianza con gobiernos antiimperialistas?

¿Por qué sólo ponéis el foco sobre las represiones a los levantamientos populares contra gobiernos que no tienen bases OTAN en sus territorios?

Yo soy un modesto militante comunista, que aspira a ser un digno hijo de la III Internacional, que apuesta por la política de Frente Popular y que considera el sectarismo una enfermedad endémica de la izquierda contra la que no encontramos vacuna ni tratamiento y sé que junto a los trotskistas el camino que podemos recorrer es bastante corto, pero me niego a renunciar a andarlo. Creo, o quiero creer, que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa, y confío, o quiero confiar, en que guardemos nuestra munición para el enemigo en vez de usarla entre nosotros.

El enemigo es muy fuerte y no tiene fisuras, nosotros necesitamos la unidad a toda costa. La unidad no es una herramienta suficiente pero sí un elemento indispensable si queremos soñar con cambiar la correlación de fuerzas algún día. Antiimperialistas y anticapitalistas, unámonos frente a esta bestia que devora a los pueblos del mundo.

(Me ha parecido interesante adjuntar como fotografía del artículo, un mapa en el que se puede ver cuáles son los países de oriente medio sin bases norteamericanas: Siria, Irán y Líbano. En esta lista antes también estaban Iraq y Libia, pero ya han sido “democratizadas”).

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