El pasado domingo 16 de noviembre se
congregaron en las calles de Atocha a la Plaza Santa Ana diversas
asociaciones, colectivos, partidos políticos, organizaciones y
ciudadanos/as, procedentes de casi todas los provincias españolas, al
grito de “Marruecos culpable, España responsable” en una protesta
organizada por el CEAS-Sáhara (Coordinadora Estatal de Asociaciones
Solidarias con el Sáhara) por el 39º aniversario de la firma de los
Acuerdos Tripartidos de Madrid, en la que otro año más se reivindicaba
el derecho del pueblo saharaui a un referéndum de autodeterminación
reclamando igualmente la intervención del Estado Español en el
conflicto, así como un llamamiento colectivo para el cumplimiento de los
derechos humanos, especialmente en los territorios ocupados del Sáhara
Occidental. Un país ocupado ilegalmente y un pueblo dividido durante
casi cuatro décadas por un sistema opresor que detiene y tortura a todas
aquellas personas que se manifiestan abiertamente pro-saharauis.
Razones no faltan para que el pueblo se
organice en una persistente y organizada lucha de masas como herramienta
para reclamar esa dignidad que, por su condición de explotados, les han
quitado. Saharauis establecidos en España alzan sus voces por aquellos
que no pueden hacerlo y están sufriendo las consecuencias del
imperialismo: voces que, cansadas de esperar, claman la solución en el
campo de batalla mientras otras vociferan por un Sáhara Libre
manifestando su indignación con pancartas, banderas, bailes, música y
cantos.
Yo, como ciudadana española y defensora
de los pueblos oprimidos, siento que la lucha del pueblo saharaui, en
este caso (pues podría mencionar otros similares como la del pueblo
palestino), queda un tanto aislada del movimiento de lucha de las capas
populares contra el imperialismo. Es decir, nos encontramos con
demasiados campos abiertos organizados en “micro-luchas” que lidian por
un mismo objetivo. Entonces, quizás estemos cayendo en el error de
considerar que las luchas no sirven para nada en lugar de pararnos a
pensar si el método de lucha empleado es el correcto en este momento
puntual en que nos encontramos. Quizás la solución pueda estar orientada
a la unificación de todas las luchas, actualmente dispersas, de la
clase trabajadora (‘¡Proletarios del mundo uníos!’). Porque quizás el
enemigo del pueblo saharaui no sea única y exclusivamente el Estado
Marroquí al igual que el enemigo del pueblo español no sea única y
exclusivamente el Estado Español.
Doy pie a las reflexiones…
¡Sáhara Hurra!
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