En los turbulentos años setenta, cuando
por las cuencas mineras se movían como hormigas comunistas y anarquistas
intentando reorganizar sus organizaciones ante la agonía del régimen,
José Ángel Fernández Villa, era considerado un “compañero” por los
militantes clandestinos de la CNT de La Felguera, bastión del anarquismo
asturiano junto con Gijón.
Villa era un hombre trabajador y muy
inquieto políticamente y participó en algunas de las reuniones
clandestinas que había convocado el profesor e histórico anarquista José
Luis García Rúa, junto a otros compañeros como José Manuel Fernández
Cabricano o el propio Aquilino Moral, supervivientes de la Revolución
del 34. “A mí me lo presentaron compañeros de la CNT y me dijeron que
era de los nuestros”, explica Rúa, quien desconoce si era o no un
“infiltrado” “porque tampoco le vi muchas veces”.
Rúa, catedrático emérito de la
Universidad de Granada y activo anarcosindicalista gijonés en los años
de la Transición, puso en marcha a principios de 1969 las Comunas
Revolucionarias de Acción Socialista (CRAS). A varias de las reuniones
clandestinas acudió Fernández Villa pero, como dice el investigador José
Ramón Gómez Fouz, exboxeador, hijo de un policía armada y amigo de los
dos personajes más destacados de la Brigada Político Social del
Franquismo, Claudio Ramos y Pascual Honrado de la Fuentem, “lo que no
sabían es que Villa iba a sacar información”.
Fouz escribió un libro en 1999 titulado Clandestinos en
donde explica el papel de delator de Fernández Villa. Asegura que fue
testigo de documentos y testimonios en los que se descubre al que fuera
el hombre más poderoso del socialismo asturiano durante años facilitando
información a la temida Brigada Político Social de Asturias. Su
principal enlace era Pascual Honrado de la Fuente, uno de los presuntos
torturadores contra el que hay abierto un proceso en la llamada Querella
Argentina por los crímenes del franquismo.
“Que Villa tenía mucho poder lo
demuestra que hasta sus rivales políticos de la derechona le temían. Yo
me encontré un día con García Cañal y otros dirigentes del PP, con los
que solía tener trato y se alejaron de mí disculpándose porque no
querían que les viese alguien conmigo. Fue poco después de escribir las
delaciones de Villa”
Las fuentes de Gómez Fouz no se han
puesto nunca en duda, pues la información la encontró en los archivos
policiales a los que tuvo acceso precisamente por ser “hijo del cuerpo” y
por su buena relación con Claudio Ramos (ya fallecido) y con Pascual
Honrado (aún vivo). Con este último aún conserva la amistad. Ni siquiera
el propio Villa desmintió lo publicado ni acudió a los tribunales para
defenderse. “Lo que si me llegaron fueron muchas amenazas, aunque se
preocupaban más por mi integridad física mis amigos que yo mismo”,
explica el exboxeador.
Según el resultado de su información y
de las conversaciones que escuchó, Fernández Villa estaba infiltrado en
reuniones de comunistas y anarquistas. Contribuyó a desmantelar el FRAP
en Asturias (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y hasta
llegó a chivarse a la brigada político social de los movimientos de los
que luego serían sus compañeros, como Juan Luis Rodríguez-Vigil, Antón
Saavedra y del sindicalista de CCOO Marino Artos.
Fouz es preciso hasta para recordar el
periodo durante el cual Villa fue confidente: desde 1972 hasta octubre
de 1976. Las primeras sospechas vinieron de sus propios compañeros:
“Primero le echaron de Hunosa, luego de una mina y finalmente entra en
Ensidesa en La Felguera y si te echaban de una empresa pública no te
contrataban tan rápido en otra. Se empezó a correr el rumor de que era
confidente”.
CÓMO SE HACE CONFIDENTE
Fouz dice que el propio Ramos le contó
cómo consiguió que Villa fuera confidente: “era un hombre inquieto
políticamente y andaba por todas partes. Claudio Ramos era muy fino para
buscar gente. Se dio cuenta de que había quedado en el paro y le buscó
un trabajo en la mina Colladona, entre Sama y Aller, que era de un señor
que se llamaba Efrén y que conocí. El mismo me dijo que a Villa se lo
habían impuesto desde la Policía. A cambio, Villa tenía que pasar
información a Claudio Ramos.”
Según la investigación de Fouz, Villa se
reunía algunas veces en Las Caldas, a las afueras de Oviedo, en un
coche, con Pascual Honrado de la Fuente al que le facilitaba la
información sobre sus reuniones con comunistas y anarquistas.
En la mina, Villa era un hombre muy
trabajador y puntual, aunque su genio chocó pronto con su jefe y fue
despedido. Villa no tenía preocupación, sabía que Claudio Ramos le
buscaría un empleo. Un policía llamado Blázquez, que era amigo de
algunos ingenieros de Hunosa, sirvió de enlace entre Ramos y los
directivos y le buscaron un trabajo en Ensidesa, en La Felguera, aunque
posteriormente regresaría a la mina.
Fouz asegura que en 1974 es cuando se
acerca a las reuniones de CRAS, algo que confirma el propio García Rúa.
Según Fouz su ingreso en el PSOE y en la UGT se produce por consejo del
propio Ramos, que mantuvo sus cargos una vez muerto Franco. “Ramos
apreciaba a Villa y veía que tenía inquietud política y le recomendó
entrar en el PSOE porque era un partido más moderado”. A los
socialistas los policías de la Brigada “no les tocaban porque no eran
una preocupación para el Régimen”. Por su parte, Rúa califica de “muy
extraño” el que Villa ingresase en el PSOE y en UGT “porque siempre
había parecido más cercano a la CNT”.
Lo que vino después, a diferencia de su
etapa más oscura, es de sobra conocido. Para Gómez Fouz fueron 36 años
de miedo alrededor de Villa “y eso que tiene su mérito tener a toda la
gente acojonada. Yo no le temía, pues lo único que podía hacerme era
matarme y eso no lo iba a hacer. Mandaba en todo y fue en esa época en
la que escribí sobre su etapa de confidente. Ahora no lo haría porque
está enfermo y acabado y no me gusta ir contra los débiles”.
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