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jueves, 9 de octubre de 2014

NOS GOBIERNAN AUTÉNTICOS DEGENERADOS MORALES. ES INSOPORTABLE....

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La campaña que el PP y sus medios afines han montado contra la enfermera infectada por el ébola en Madrid solo puede ser considerada como una auténtica oda a la más abyecta degeneración moral. Se podría llegar a entender que el gobierno, en su línea habitual, intente evadir responsabilidades políticas, tratar de negar su culpa directa en lo acontecido y su nefasta gestión de la crisis, pero convertir a la víctima en acusada supera todo lo moralmente imaginable. 
 
Hace mucho tiempo que sabíamos que la decencia, la honradez y la ética no son, precisamente, los principales atributos que acompañan a los dirigentes y cargos del PP. Más bien todo lo contrario. No obstante, esta vez han sobrepasado todos los límites imaginables.

La campaña que el PP y sus medios afines han montado contra la enfermera infectada por el ébola en Madrid solo puede ser considerada como una auténtica oda a la más abyecta degeneración moral. Se podría llegar a entender que el gobierno, en su línea habitual, intente evadir responsabilidades políticas, tratar de negar su culpa directa en lo acontecido y su nefasta gestión de la crisis, pero convertir a la víctima en acusada… en fin.

Se supone que un protocolo se establece con la finalidad de que el personal que atiende a los infectados no se vea expuesto a riesgos que puedan provocar un contagio. Si no es tal la finalidad, o si existe algún margen de error que pueda provocar dicha situación, ¿de qué sirve el protocolo?, ¿qué sentido tiene?
Decir que la enfermera pudo haberse contagiado por haber tocado sus ojos con un guante, es lo mismo que reconocer que el protocolo de seguridad era, en sí mismo, inadecuado y carente de sentido. Precisamente evitar que tal hecho, el fallo humano, pudiera llegar a darse, debería ser la función principal del protocolo.

Como explica Jota Echevarría, médico que lleva meses trabajando en Sierra Leona en el tratamiento a pacientes infectados por el virus, más del 90% de los trabajadores de salud infectados, se infectaron por no seguir los protocolos adecuados o por no llevar el traje adecuado, todos por fallo humano. Es decir, por fallos en la aplicación del protocolo.

Es responsabilidad de las autoridades sanitarias aplicar el protocolo de manera correcta y, por tanto, evitar que tales fallos puedan llegar a producirse. En teoría, según explica este mismo profesional, dos personas debían estar ejerciendo una labor de control sobre el personal sanitario en el momento de que estas personas, después de haber trabajado con el paciente, pasaran a la sala donde deben quitarse el traje de seguridad y todos sus complementos. Una de estas personas guiaría, paso a paso, la retirada del traje, mientras la otra aplicaría un spray desinfectante en cada paso. Se evitaría así que la persona en cuestión pudiera tener cualquier tipo de descuido que provocase el contagio de la enfermedad.
En el caso que nos ocupa nada de esto se realizó. Ni había personas ejerciendo esa labor de control de forma directa ni se tomaron las medidas oportunas para evitar que la enfermera, caso de que sea ese el motivo del contagio, se tocara los ojos con el guante infectado. Es decir, de haberse aplicado de forma correcta el protocolo no habría habido margen alguno para que esta persona se hubiera llevado a sus ojos un guante infectado con el virus, pues precisamente el protocolo debía estar diseñado para evitar que tal cosa pudiera llegar a pasar. Ningún margen debía haber para que pudiera producirse ese fallo humano, salvo mala aplicación del protocolo.

No es, pues, como ha sugerido el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, un fallo humano, responsabilidad de la enfermera infectada, de lo que estaríamos hablando, es, sencillamente, un fallo en la aplicación del protocolo, incluso, es posible, a la vista de la falta de personal de control directo en la sala donde esta persona se quitó el traje de seguridad con el que había estado trabajando, un fallo en el propio diseño del protocolo establecido por Sanidad, y, por tanto, el contagio debe ser visto como responsabilidad exclusiva de aquellas autoridades que deberían haber asegurado la eficiencia de tal protocolo.
Si al final la efectividad de todo el protocolo debía depender de que el personal sanitario que estaba trabajando con los pacientes infectados no tuviera un descuido, un fallo humano, de este tipo, ¿qué sentido tenía el protocolo?, ¿qué clase de protocolo era ese?

La única función que debía cumplir sí o sí el protocolo, es decir, la de evitar dejar en manos de un “fallo humano” la posibilidad del contagio, es justamente, a la vista está, la que no se ha cumplido. ¿Pero la responsable es la enfermera infectada? ¡No se puede ser más indecente!
Si además se intenta sembrar sospechas sobre el comportamiento de esta persona, dejando caer, como el que no quiere la cosa, que tal vez haya estado mintiendo durante los días en los que estuvo en casa con fiebre, haciendo responsable a la enfermera de posibles contagios derivados que hayan podido darse (ojalá no los haya), la indecencia ya pasa a ser degeneración moral absoluta. El gobierno se adelanta así a lo que pudiera venir y ya tiene el culpable sobre la que hacer recaer la caza de brujas y el linchamiento popular en caso de crisis mayor. Estos sinvergüenzas no dan puntada sin hilo.

Pero esta persona no es responsable de que el protocolo permitiese que, pese a haber estado en contacto directo con un infectado, pudiera estar en casa con fiebre e infectada con el virus sin que nadie hubiera hecho nada por evitarlo. No sirve decir que ocultó a su médica de cabecera que había estado trabajando con un infectado por el virus: desde el primer síntoma debería haber sido puesta en observación y aislamiento. El mismo hecho de que pasase por una consulta médica de esas características muestra la ineficiencia e inseguridad del protocolo establecido.

Basta decir que la propia Comunidad de Madrid ha cambiado el protocolo a este respecto también, una vez conocido el caso de Teresa. A partir de este momento los casos sospechosos con décimas de fiebre serán considerados de alto riesgo. Cualquier persona que haya estado en contacto con otra persona infectada será puesta en observación y, de proceder, en aislamiento, desde el primer momento en el que haya el menor indicio de que esa persona pudiera estar infectada, aunque solo fuese una décima de fiebre por encima de lo normal. Un reconocimiento explícito, como decimos, otro más, de que el protocolo anteriormente establecido tenía graves deficiencias, incluso en los casos en los que se hubiera aplicado sin fallos humanos de por medio.

Con este panorama, tratar de hacer recaer cualquier mínima responsabilidad en la enfermera afectada, sembrar dudas sobre su comportamiento o llevar a primera línea mediática cualquier mínima insinuación sobre la culpa de esta persona en el fallo de los protocolos establecidos, solo puede ser considerado, ya lo hemos dicho, como una auténtica oda a la degeneración moral más absoluta. Justo lo que están haciendo el PP y sus medios afines. No lo podemos permitir, no lo podemos tolerar. Nuestro apoyo a Teresa debe ser total, así como debe serlo nuestro rechazo a quienes están tratando de criminalizarla y ponerla en el centro del debate acusador.

En consecuencia, no deberíamos tampoco consentir, ni un segundo más, que esta clase de gentuza sin escrúpulos, ni ética, ni dignidad, dirija el destino de millones de personas. Este comportamiento no solo debería hacer dimitir a la Ministra de sanidad, el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid y el director del hospital Carlos III, debería hacer caer al gobierno entero.

Que hayan traído el ébola al estado español es, desde un punto de vista político, muy grave, gravísimo, pero el comportamiento que están teniendo con esta persona lo es todavía mucho más: es la palpable demostración de que nos gobiernan unos auténticos degenerados morales.

La gente decente no nos merecemos esto. Teresa Romero no se merece esto. La política no se merece esto. La decencia y la dignidad humana no se merecen esto. Es insoportable. Cada día de más que esta gentuza siga en el gobierno, será un día en el que este estado estará gobernado por auténticos y orgullosos degenerados morales. No es nuevo, ya lo sabíamos. Pero esta vez ya es demasiado. Demasiado. Basta ya. Nunca más.

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