La
dominación de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos sobre los
bancos centrales del resto del mundo no tiene límites. El aumento de la
tasa de interés de los fondos federales antes de mediados de 2015 parece
inminente: las presiones de algunos de los miembros del Comité de
Operaciones de Mercado Abierto como Charles Plosser, son cada vez más
fuertes. Ello desataría una crisis de grandes proporciones en las
economías emergentes. Por ello, la puesta en marcha del Banco del Sur se
ha vuelto más urgente que nunca para atenuar la debacle.
Red Voltaire
| Ciudad de México (México)
La fragilidad de la recuperación del capitalismo
central ha puesto en cuestión el modo de inserción de América Latina en
el mercado mundial. A principios de agosto, el Fondo Monetario
Internacional (FMI) redujo su pronóstico de crecimiento del PIB mundial
para 2014 a 3.4 por ciento, 3 décimas menos en comparación con el
cálculo del informe Perspectivas publicado en abril. En entrevista
exclusiva con el diario francés Les Échos (7 de septiembre de 2014), la
titular del organismo, Christine Lagarde, consideró la posibilidad de
reducir el estimado a 3 por ciento en octubre próximo. Por su parte, la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) disminuyó de
2.7 a 2.2 por ciento la proyección de crecimiento para el conjunto de la
región latinoamericana. De acuerdo con la secretaria ejecutiva, Alicia
Bárcena, “la debilidad de la demanda externa, un bajo dinamismo de la
demanda interna, insuficiente inversión y un limitado espacio para la
ejecución de políticas que impulsen la reactivación”, explican la caída
en los ritmos de acumulación.
No hay duda de que el retorno de los flujos de capital de corto plazo hacia Estados Unidos, producto del alza gradual de los bonos del Tesoro de largo plazo (10 años), ha incidido negativamente sobre los tipos de cambio de las economías denominadas “emergentes” en lo que va del año. Para colmo de males, la depreciación cambiaria ya no impulsa las exportaciones. Así, la caída del precio de las materias primas (a excepción de los productos cárnicos) a una mayor velocidad desde de mediados de 2013 ha deteriorado drásticamente la situación económica de la mayor parte de los países
suramericanos. De acuerdo con la firma de análisis Capital Economics (Beyondbrics, 5 de septiembre de 2014), Brasil, Argentina, Perú y Colombia son las economías con mayor grado de vulnerabilidad a los canales de contagio financiero (saldo de la cuenta corriente, deuda externa, reservas internacionales y tasas de interés reales). Existe un riesgo latente de enfrentar una nueva “década perdida”, tal como ocurrió a principios de la década de 1980.
Por ello, es fundamental poner en marcha el Banco del Sur, un banco de desarrollo multilateral de nuevo tipo, cuyas contribuciones para conformar los 20 mil millones de dólares de capital autorizado fueron anunciadas finalmente en julio pasado, luego de 7 años de haber firmado su carta fundacional: Brasil, Argentina y Venezuela contribuirán con 4 mil millones de dólares cada uno; al tiempo que Uruguay, Paraguay, Bolivia y Ecuador aportarán en conjunto 8 mil millones de dólares. La sede principal estará en Caracas y otras dos sucursales funcionarán en Bolivia y Argentina. Asimismo, ya se ha constituido el Consejo de Ministros, el Consejo de Administración y el Consejo Directivo, lo único que falta es elegir al presidente.
Según Pedro Páez (ex viceministro de Economía de Ecuador), el reto principal del Banco del Sur consiste en fortalecer la soberanía latinoamericana en todos los frentes. Los créditos en monedas nacionales a tasas bajas, la utilización del Sistema Único de Compensación Regional (SUCRE), la construcción de una red de ferrocarriles y una energética de alcance continental, entre otros proyectos, constituyen los cimientos para avanzar en la integración productiva y social de la región con el Banco del Sur como punta de lanza. En sintonía con dicha posición, Ernesto Samper, recientemente elegido secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) por un periodo de 2 años, considera prioritaria la creación de un sistema financiero que articule las operaciones del Banco del Sur, la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el nuevo banco de desarrollo del BRICS (sigla formada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) para apoyar el financiamiento de proyectos de infraestructura.
En suma, todo indica que la bonanza económica latinoamericana, impulsada por los precios altos de las materias primas, quedó atrás. Por lo tanto, es imperativo poner en funcionamiento el Banco del Sur a la brevedad. Igualmente importante resulta adherir nuevos miembros y dotar de mayores recursos (actualmente de 3 mil 609 millones de dólares) al Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) para potenciar sus funciones como instrumento de apoyo a las balanzas de pagos. Llevar a cabo una arquitectura financiera suramericana es urgente para enfrentar con mayor resiliencia la crisis económica global en curso y las turbulencias financieras en la región. Ha llegado el momento de pasar a la acción.
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