La noticia ha recorrido el mundo hace
unos minutos: El Consejo de Administración del banco francés BNP
Paribas, uno de los principales de Europa, ha aprobado el pago de una
multa récord de 8.900 millones de dólares que el Gobierno de EE.UU.
impuso a la entidad financiera por violar el bloqueo a Cuba impuesto por
Washington.
LA EVIDENCIA ES ABSOLUTA: EE.UU. IMPONE SUS LEYES DONDE LE PLACE
Según EE.UU., la entidad habría realizado transacciones por importe
de 30.000 millones de dólares evadiendo el embargo impuesto a
operaciones financieras con Cuba, Irán y Sudán.
Hace unos días el profesor, escritor y periodista francés Salim Lamrani, publicaba el siguiente artículo, titulado “EE.UU, BNP Paris Bas y la soberanía de Francia”,
que considero oportuno rescatar en unos momentos en los que parece ser
que los gobiernos occidentales aceptan sin rechistar las leyes
extraterritoriales del régimen norteamericano, demostrando una pelitesía
cercana al servilismo más repugnante.
EE.UU.
VIOLA TODAS LAS LEYES EUROPEAS Y LA CARTA DE LA ONU, PERO EL PRESIDENTE
FRANCÉS NO PROTESTA ANTE LA APLICACIÓN DE LAS NORMAS DEL IMPERIO EN UNA
NACIÓN SOBERANA
“Estados Unidos se apresta a sancionar con una multa récord al banco
francés más importante por sus relaciones comerciales con Cuba y otros
países bajo embargo. Ello, en flagrante violación con el Derecho
Internacional y de la soberanía de Francia.
Tras sancionar al banco Crédit Suisse con una multa récord de 2,6
millones de dólares en mayo de 2014, Estados Unidos prevé sancionar al
banco francés BNP Paribas con una multa de 10.000 millones de dólares y
una supresión temporal de su licencia bancaria en su territorio.
Washington reprocha a la entidad financiera realizar transacciones
en dólares – moneda usada en los intercambios internacionales – con
países bajo embargo, particularmente Cuba, entre 2002 y 2009.
En efecto, Cuba es víctima de un estado de sitio económico desde
hace más de medio siglo, el cual afecta todos los sectores de la
sociedad y a las categorías más vulnerables de la población, a saber,
los niños, las mujeres y los ancianos.
Además de prohibir todo comercio bilateral con escasas excepciones
entre la isla del Caribe y Estados Unidos, las sanciones económicas
impuestas en 1960 disponen de un carácter extraterritorial y constituyen
un obstáculo al desarrollo de las relaciones comerciales y financieras
de Cuba con el resto del mundo.
No obstante, según el Derecho
Internacional, está terminantemente prohibido aplicar de modo
extraterritorial una legislación nacional.
La ley francesa no puede aplicarse en Alemania y la ley brasileña no
puede aplicarse en Argentina. Ahora bien, la legislación estadounidense
sobre las sanciones económicas contra Cuba (y otros países bajo
embargo) se aplica en todo el mundo y afecta a BNP Paribas.
Según la legislación francesa y el Derecho Internacional, BNP Paribas no ha cometido ninguna irregularidad.
El establecimiento financiero siendo un banco francés, no tiene que
someterse de ningún modo a la ley estadounidense, en nombre de un
principio fundamental del derecho internacional que es la no
extraterritorialidad de las leyes.
La legislación estadounidense sólo
puede aplicarse en el territorio nacional y no puede cruzar las
fronteras. Por otra parte, las transacciones citadas por Washington se
realizaron a partir de subsidiarias de la BPN Paribas de Europa y no de
Estados Unidos.
Christian Noyer, gobernador del Banco de Francia, fue claro al respecto: “Hemos
verificado que todas las transacciones incriminadas estaban conformes a
las reglas, leyes, reglamentaciones, a niveles europeo y francés”.
No existia “ninguna contravención de esas reglas, ni de las reglas de las Naciones Unidas” por parte de BNP Paribas.
BNP Paribas ya fue obligada a despedir a los responsables implicados
en esos intercambios litigiosos para las autoridades estadounidenses y
prevé negociar una sanción menos severa usando el proceso del
reconocimiento de culpabilidad, aunque no se ha cometido ninguna falta.
En cambio, la posición oficial de Francia es sumamente preocupante.
En efecto, en vez de defender los intereses de una gran empresa, que
no cometió ningún delito según la legislación nacional y el derecho
internacional, el gobierno del Presidente François Hollande aceptó el
punto de vista estadounidense reconociendo la “infracción cometida” y
sólo se contenta con denunciar el “carácter desproporcionado de las sanciones previstas”.
En vez de defender la soberanía nacional y condenar la aplicación
extraterritorial e ilegal de la ley estadounidense contra los intereses
fundamentales de la nación, París se limita a implorar un castigo menos
severo. Al plegarse tan dócilmente a las órdenes de Washington, Francia
renuncia a su independencia y empaña durablemente su imagen en la escena
internacional.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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