Sábado, 21 de Junio de 2014
Cuba ha vencido y esa victoria nada ni nadie podrá quitárnosla.
Quien enarbola los errores que cometimos, cometemos y que aún podemos
cometer como la más fiel demostración del “fracaso de Cuba” sólo está
levantando su propia condena histórica. Y eso también es ir con la
Historia.
Las distintas administraciones norteamericanas
que han ocupado la Casa Blanca, con leves matices, han intentado
siempre, como lo han preconizado, “destruir a la Revolución Cubana a
partir de asfixiar al pueblo cubano por hambre y desesperación”. A pesar
del horror del propósito y la magnitud de fuerzas reunidas para
cumplirlo, NO LO HAN LOGRADO NUNCA en más de 50 años de triunfo
revolucionario. Nos han debilitado muchas veces, pero jamás nos han
hecho claudicar de uno de los proyectos de mayor alcance racional que ha
conocido la Historia, a pesar del Comunismo con que lo hemos realizado:
ah, el Comunismo, un movimiento de reivindicación humana para el que
Estados Unidos ya prepara un gran museo sobre sus horrores, como si la
sociedad capitalista que ellos tanto promocionan no tuviera capacidad
para englobar los mayores horrores de la Humanidad. Pero, dejémoslos en
sus iniciativas y sigamos con las nuestras. El tiempo seguirá
encargándose de enseñarnos quienes y cómo van con la Historia.
Hace pocos días el prestigioso intelectual
mexicano Pablo González Casanova escribía una Carta Abierta a aquellos
que enviaron una carta al presidente Obama con el propósito de“apoyar a
la sociedad civil en Cuba”. De la carta de Pablo podemos extraer este
párrafo singular:
“Las medidas que exaltáis revelan, sin embargo, muchos errores y autoengaños al creer (y algunos creéis) que vais a impulsar “la independencia económica de Cuba”, sus “derechos individuales” y sus “derechos humanos”, cuando en realidad se trata de un país al que no habéis podido vencer, a pesar de las tremendas presiones y acciones abiertas y encubiertas en su contra, y del incalificable bloqueo de más de medio siglo que le habéis infligido.”
He querido repetir dicho párrafo y hacer hincapié en su importancia para todos los que buscamos el mejoramiento de la sociedad cubana. Ni por asomo quiero detener o culpabilizar la ola de críticas que muchos cubanos estamos haciendo a la Historia de la Revolución Cubana, nada por el estilo. Es nuestro país y lo defendemos intentando hacerlo mejor. Destaco la importancia del párrafo escrito por Pablo por considerar que nos retrata a todos, o a casi todos, o porque nos llama a todos a que intentemos que nos retrate a todos. Se me ocurren dos aspectos entre los muchísimos que nos han rodeado a lo largo de estos años:
1-Miles de cubanos que abandonaron la isla y hoy
viven en los Estados Unidos no se lo deben a la magnanimidad del
gobierno norteamericano, aunque es ese gobierno quien aparece como
“salvador”, ¿salvador de qué? Fue el gobierno cubano quien impidió que
el gigante del Norte organizara lamentables campamentos de refugiados
cubanos en Centroamérica. Esa es la Historia.
2-Muchos cubanos recogen la pregunta “¿50 años de
qué?”, una pregunta pronunciada por el personaje de Luz Marina en la
pieza teatral Aire Frío, escrita en 1958 por el notable dramaturgo
cubano Virgilio Piñera, como “la pregunta más desafiante del Teatro
Cubano”. Por más de 50 años la realidad cubana se ha visto sacudida por
los mayores principios de humanidad que han cubierto a todo un pueblo o a
casi todo un pueblo. Por una obra gigantesca que sigue combatiendo por
alcanzar cada vez más las máximas dignidades para todos, los más de 50
años de la Cuba Revolucionaria podrían significar, no sólo para el
Teatro Cubano, sino para todo el mundo, el gran desafío de nuestros
tiempos. Esa es la Historia.
La Revolución Cubana tiene los márgenes de error
que cualquier emprendimiento humano puede tener, y tal vez menos. Esos
errores constituyen las grandes pruebas de nuestra humanidad. Que
algunos, o muchos, quieran llevarnos allí donde nos equivocamos, allí
donde perdimos, no detendrá nuestra confianza en la Revolución. Allí
vamos con los brazos abiertos y realizaremos todos los intercambios o
debates posibles en los ámbitos políticos, económicos, sociales,
culturales, científicos, religiosos, académicos, artísticos, deportivos y
en los más diversos campos del conocimiento y de las vivencias
individuales y colectivas. No tenemos ningún temor al análisis serio y
responsable de todo lo que nos ha sucedido. A veces nos reiremos de los
absurdos vividos y otras veces lloraremos ante las desgracias que nos
ocurrieron. Si nuestra Revolución es una auténtica revolución es porque
nosotros lo fuimos, lo somos y lo seguimos siendo. Podremos mirar
lenguajes gastados y abordajes no lo suficientemente preparados, pero
por encima de todas las peripecias y sin que nos nuble la vista ninguna
soberbia, miraremos, como apunta Pablo en su Carta Abierta, la victoria
del pueblo y del gobierno de Cuba en su complejísima trayectoria vital
para ganar su Revolución. Eso es ir con la Historia y no contra ella.
Cuba ha vencido y esa victoria nada ni nadie podrá
quitárnosla. Quien enarbola los errores que cometimos y que aún
cometemos o podemos cometer como la más fiel demostración del “fracaso
de Cuba” sólo está levantando su propia condena histórica. Y eso también
es ir con la Historia.
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