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lunes, 26 de mayo de 2014

EL CAPITALISMO EUROPEO ECHA MANO DEL FASCISMO UNA VEZ MÁS


lunes, 26 de mayo de 2014

 
Ayer dijimos en broma, pero también en serio que en España la extrema derecha había vuelto a ganar (realmente venció la abstención) pues PSOE, PP y UPyD consiguen 34 escaños en el Parlamento europeo. Por otro lado IU y PODEMOS suman 11 y los magníficos resultados de los partidos nacionalistas, mezcolanza de burgueses y reformistas,  están vinculados al factor determinante del derecho a la soberanía. Pero consideremos un detalle vital: ninguno se cuestiona el sistema en el sentido de derribarlo, ninguno habla de revolución socialista. Y esa es la cuestión que nos preocupa, no solo en España sino en toda Europa, porque el capitalismo en plena debacle vuelve a echar mano de partidos nazis a los que permite voz y voto. Ello no es nuevo, ya ha sucedido en más de una ocasión a lo largo de la historia demostrando, otra vez, que capitalismo muestra su rostro real fascista cuando vienen mal dadas y hoy más que nunca a causa de la crisis final del Sistema. Que nadie te engañe con otras historietas. Solo existe una salida para la humanidad y se llama socialismo.

Fragmento de declaración de Red (febrero 2014) que nos viene como anillo al dedo

Las próximas elecciones al Parlamento Europeo van a tener una significación política mucho más destacada que las anteriores. Se radicalizan las luchas obreras y populares en el Estado español como consecuencia de las brutales políticas aplicadas por el PP y antes por el PSOE, que son percibidas cada vez con más claridad como una ofensiva sin cuartel contra derechos laborales y servicios públicos que afecta, no sólo a la clase obrera, sino a sectores populares cada vez más amplios. El chantaje y la represión cada vez se contestan con más valentía.

Las consecuencias de la crisis están repercutiendo de forma importante en el debilitamiento del conjunto de los aparatos del Estado. El resquebrajamiento del poder se aprecia en el agravamiento de las tensiones entre las diferentes fuerzas políticas cuyo resultado más visible es la publicación constante de nuevos casos de corrupción. También se percibe en el enfrentamiento “a cara de perro” entre fracciones internas en todos los partidos institucionales, en la degradación y corrupción en el seno de las grandes centrales sindicales, en las tensiones en la judicatura, en el seno del Ejército, y que tienen su máxima expresión en el imparable descrédito de la Casa Real.

La crisis del Estado se manifiesta, sobre todo, por las divisiones internas entre la burguesía cuya consecuencia más evidente es la agudización de las tensiones independentistas, sobre todo en Cataluña. Este proceso se relaciona directamente con el desmoronamiento del modelo de capitalismo español, especulativo y dependiente de grandes obras públicas financiadas por el Estado y por fondos europeos. Ya no se puede seguir engrasando la “unidad de España” con suculentas transferencias e inversiones.

En su conjunto, la quiebra del Estado –acelerada por la crisis– pone de manifiesto la gran estafa que supuso la Transición, no sólo en lo que respecta a una emancipación de clase imposible bajo el capitalismo, sino mucho más inmediatamente en lo que atañe a toda una serie de derechos democráticos fundamentales tales como: amnistía general, depuración de cuerpos represivos o Derecho de Autodeterminación de los Pueblos.

El PSOE, que ha representado y representa –al igual que el PP- los intereses fundamentales del capitalismo español, del imperialismo europeo y de la OTAN, intenta con el apoyo de CCOO, UGT e IU, utilizar el gran descontento popular como ariete contra el PP. El discurso defendido por las cuatro organizaciones –que actúan como un ente compacto- y sus satélites en la llamada “Cumbre Social”, de “vuelta del Estado del Bienestar” o del “modelo social europeo”, apoyado por sus aparatos mediáticos y por sus bien controlados aparatos sindicales, pretende utilizar la movilización social para impulsar su enésima vuelta la gobierno, esta vez con IU.

La propia IU –al igual que el PSOE y el PP– está atravesada por profundas divisiones internas que, en lo esencial comparten la estrategia fundamental de intentar gobernar con el PSOE y que difieren acerca de la forma de intentar utilizar para sus fines la movilización popular.

Por su parte, la candidatura “Podemos” no plantea con claridad los elementos de ruptura con los planteamientos políticos imprescindibles para ser considerada como una alternativa independiente del poder. Más allá de consideraciones estrictamente organizativas, la indefinición calculada de su programa junto a un llamativo apoyo mediático le llevan a jugar un papel de señuelo para intentar dar nuevas formas, adecuadas a los nuevos tiempos, a un descontento social que amenaza con desbordar a los poderes establecidos.

La comparación entre la forma en que tratan los medios de comunicación y los aparatos de poder a Podemos y la rabiosa campaña de criminalización que desplegaron contra Iniciativa Internacionalista en el 2009 arroja bastante luz sobre el espacio político real de cada una de ellas.

Quizás por eso mismo “Podemos” está despertando ilusiones en capas populares – que mayoritariamente se identifican con una pequeña burguesía empobrecida – desencantadas con IU y que necesitan imperiosamente “politizar” el 15M y las “mareas”.

La clase obrera y sus expresiones políticas consecuentes aún no tienen la fuerza ni la capacidad de representación suficiente. Un sujeto revolucionario demasiado débil “cede” por ello – temporalmente – el protagonismo en la escena política a quienes no se atreven a plantear las imprescindibles rupturas con la UE y con el engranaje de la Transición, y cuyos oropeles de modernidad sirven para mantener la ilusión de que sin esas rupturas se pueden resolver los problemas sociales. Son ilusiones con fecha de caducidad que, previsiblemente, no obstante, van a ocupar el panorama mediático-político durante algún tiempo.

La izquierda revolucionaria debe acompañar la maduración de un proceso político que está abocado a culminar con la constatación de que los graves problemas que afectan a la clase obrera y a las clases populares sólo pueden ser enfrentados desde planteamientos de ruptura y desde cambios en la correlación de fuerzas. Y estos sólo se engendran mediante la conciencia de la identidad y del propio poder de clase que, a su vez, hunde sus raíces en la radicalización y la extensión de las luchas.

La única posibilidad de que Red Roja se plantease la participación electoral sería el surgimiento de algún tipo de coalición mínimamente sólida y con traducción político-práctica seria, capaz de levantar un programa político de ruptura, que permitiera avances en la correlación de fuerzas favorable a la clase obrera y a los pueblos del Estado del español.

Ese programa debería articularse en torno a los siguientes elementos por los que se debe trabajar para que sean asumidos por las movilizaciones presentes y por venir.

1º. No al pago de la Deuda que está en la base de todos los recortes sociales, y sin aceptar planteamientos ambiguos acerca de “auditorías para identificar la parte ilegítima” de la Deuda.

2º. Salida de la UE y del Euro, como expresiones institucionales y monetarias del imperialismo euro-alemán. Es preciso romper con quienes imponen el pago de la Deuda y con él la liquidación de las conquistas históricas de nuestra clase.

3º. Ruptura democrática con el régimen de la Transición, ilegítimo “en origen”. Ello implica la depuración del engranaje institucional y de los cuerpos represivos, la derogación de la legislación antiterrorista, la amnistía para todos los presos y presas políticos y el Derecho de Autodeterminación –incluida la independencia- de todas las nacionalidades oprimidas por el Estado español.

4º. La salida de la OTAN y el desmantelamiento de las Bases como instrumentos militares de la dominación imperialista contra la soberanía de los pueblos.

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