jueves, 17 de abril de 2014
Por cierto ¿sabías que
los dos aviones ucranianos (uno de ellos en la foto) que surcaron ayer
el espacio aéreo porque a los militares les dio la gana y no porque lo
ordenara la Junta golpista nazi, están ahora fuera de servicio por
múltiples averías?
El levantamiento popular
en el este y sur de Ucrania obedece a que el gobierno golpista de Kiev
no cuenta con el apoyo de la mayoritaria población de origen ruso o
rusohablante de esa región, que no solo no se siente representada por
este sino lo ve como una amenaza. No debe olvidarse que Stepan Bandera,
ídolo de los nuevos gobernantes instalados por la OTAN fue un importante
colaborador de los nazis, cuya ocupación y horrendos crímenes en
Ucrania no han sido olvidados y han reflotado en estos días.
¿No les suena familiar?
John Brennan, director de la CIA, visita a sus compinches en Kiev el 12
de abril y horas después se anunciaba la peculiar operación
“antiterrorista”, precisamente contra la población de origen ruso o
rusohablante de la región del Donets, sublevada pacíficamente desde hace
días. Si usted no se subordina a Estados Unidos hoy lo clasifican como
terrorista; en cambio si se le somete ganará la calificación de rebelde o
insurgente.
Milicias y grupos de
autodefensa rusos o rusoparlantes que rechazan al gobierno golpista de
Kiev, tomaron, en al menos 12 ciudades, con gran apoyo de la población
local, las comisarías de policía, así como las unidades del Servicio
Federal de Seguridad y del Ministerio del Interior, que no solo no
hicieron resistencia apenas sino en muchos casos se pasaron a los
alzados con armas y bagaje.
La denominada operación
“antiterrorista” de los nazis de Kiev contra el este de Ucrania hizo
correr sangre de los sublevados pero en un incidente aislado que al
parecer no pasará a mayores.
El enviado de EFE al
aeropuerto de Kramatorsk, lugar donde se produjeron las bajas, cita a un
líder insurgente local: “un avión de combate sobrevoló el campo y
disparó una ráfaga de advertencia. Al sobrevolar el campo por segunda
vez disparó contra los milicianos”. Varios reportes de fuentes rusas y
ucranianas coinciden en que fueron las ráfagas de la aeronave las que
mataron e hirieron algunos milicianos. Pese al revés sufrido –añade
EFE-, los prorrusos no se arredraron y varios centenares de civiles
desarmados, entre los que figuran mujeres y ancianos, han bloqueado con
sacos y neumáticos los accesos al aeródromo, mientras los insurgentes
siguen controlando Kramatorsk, ciudad aledaña al aeropuerto.
Lo sustantivo es que los
“terroristas” han rechazado enérgicamente la operación sin apenas
disparar un tiro y, de hecho, con el apoyo del pueblo de la región la
han desmontado pacíficamente, mientras se pasaban de su lado o se les
rendían tropas de infantería o blindados de las unidades regulares
ucranianas enviadas a combatirlos. Las tropas, abordadas por vecinos
desamados, han izado la bandera rusa en sus vehículos y asegurado que no
dispararán contra el pueblo. Aunque el gobierno anunció el envío de un
batallón de participantes del Maidan y grupos del ultrafascista Sector
Derecho, estos no parecen haberse atrevido a entrar en combate.
A diferencia de Crimea,
donde la independencia y anexión a Rusia era una clamorosa exigencia
popular, en el industrializado este de Ucrania la población rusoparlante
reclama la federalización del país como demanda fundamental, que –se da
por descontado-, incluiría un grado importante de autonomía de las
regiones respecto al poder central, el derecho a tener el ruso como
idioma oficial junto al ucraniano y a preservar su cultura. A la vez, se
oponen terminantemente al ingreso de Ucrania en la OTAN e incluso en la
Unión Europa (UE) por considerarlo altamente lesivo a sus intereses
como colectividad.
El ingreso en la UE, por
ejemplo significaría el desmantelamiento de la industria de esa región,
cuyo cliente es Rusia, y el sometimiento a salvajes planes de ajuste
del Fondo Monetario Internacional. También levantan el reclamo de no
continuar financiando la economía del occidente del país y que todas
estas demandas sean recogidas en la nueva constitución. Con las tropas
enviadas por Kiev negándose a disparar contra sus hermanos rusohablantes
la ofensiva del gobierno ilegítimo se ha convertido en una gran derrota
para sus integrantes.
A la lúcida y realista
dirección de Rusia no le interesa invadir ni anexar Ucrania pero tampoco
va a permitir su ingreso a la OTAN ni que no se tomen en cuenta en el
nuevo ordenamiento constitucional las opiniones y los derechos de la
población de origen ruso. Armonizar estas demandas y las de la población
proocidental del oeste de Ucrania exigirá talento y espíritu
constructivo, que no sobran en Washington ni en Bruselas.
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