Andrei Ivanov
Svobodnaya pressa
Traducido del ruso por Josafat S. Comín
Svobodnaya pressa ha conseguido tener acceso a documentos secretos entre el “gobierno ucraniano” y los manifestantes.
Algunos representantes de los
manifestantes en Lugansk pueden acabar aceptando las condiciones del
nuevo gobierno de Ucrania y llamar a la gente a poner fin a la
resistencia. Según el proyecto de acuerdo, en disposición de Svobodnaya
pressa, los manifestantes podrían renunciar a sus exigencias iniciales.
El texto del acuerdo prácticamente
repite por completo el proyecto de decreto del autoproclamado
Presidente en funciones de Ucrania, Alexánder Turchinov. En ese
documento no hay nada esperanzador para los habitantes del sur y el
este de Ucrania. Ni una palabra sobre la federalización del país, ni
sobre el estatus del ruso como lengua oficial, ni sobre los derechos de
los ciudadanos rusoparlantes, a quienes el nuevo gobierno considera una
“minoría étnica”. Lógicamente no hay ni una palabra sobre el referéndum o
la autodeterminación de los habitantes del sur y este de Ucrania.
Kiev acepta únicamente la formación de
una comisión independiente para investigar la muerte de personas
durante Maidán y declara la ampliación de competencias de los órganos
locales de gobierno. Hay también palabras bastante abstractas sobre el
aumento de la transparencia y la eficacia en el gasto presupuestario.
Pero a cambio de ello los rebeldes están obligados a entregar las armas y
lo más importante, a reconocer de hecho al nuevo gobierno y liberar los
edificios gubernamentales.
Es evidente que aceptar tales
condiciones no significaría otra cosa que una total capitulación. Un
gobierno al que se consideraba ilegítimo, sería reconocido como legal, y
todos esos ases en la manga en forma de sedes del gobierno ocupadas,
serían entregadas sin combate. Todo ello después de que quedaba claro la
incapacidad del nuevo gobierno para adoptar la fuerza contra la
protesta.
Es cierto que el texto del acuerdo
también prevé la amnistía para todos los participantes de la
resistencia. Pero conociendo el carácter del nuevo gobierno, creer en
algo así sería de gran ingenuidad. Tras las rejas se encuentran ya más
de cien personas. Después de que la gente renuncia a la lucha
voluntariamente, el número de presos puede crecer significativamente. La
gente que marca el paso en Kiev hace tiempo que ha dado a entender que
considera a los habitantes de la regiones del sur y el este, gente de
segunda clase, por lo que no van a respetar ningún tipo de acuerdo.
Anteriormente el empresario Borís
Filatov, nombrado por Kiev como vicegobernador del oligarca Igor
Kolomoiski en la región de Dniepropetrovsk, resumió claramente la
política que se debía aplicar hacia los ciudadanos rusoparlantes que
Ucrania: “Nada de declaraciones extremistas. Hay que hacer a esta
escoria todo tipo de promesas y concesiones, darles garantías… Y
ahorcarlos… Ahorcarlos luego”, escribió Filatov en su página de
Facebook.
Llama la atención que de acuerdo con
el proyecto del pacto, habrían de firmarlo el secretario del Consejo de
seguridad de Ucrania A.V.Parubiy y el Presidente de agrupación local de
Lugansk de la Unión de paracaidistas veteranos, V.A. Bolotov. Está claro
que Bolotov no es ningún líder de la protesta, sino un simple
integrante más, que sólo responde por sí mismo. Pero las palabras
“paracaidistas veteranos” y el mismo hecho de la firma del acuerdo
podría seriamente desmoralizar a los activistas. Sobre todo en estos
momentos en que no hay líderes destacados.
Toda Rusia y toda Ucrania miran hoy a
los manifestantes en Donetsk y Lugansk. Están dadas todas las
posibilidades para poder llevar a cabo un referéndum de
autodeterminación e imponer a la Junta de Kiev nuestra voluntad.
Difícilmente perdonaría la historia el que se dejase que la protesta se
fuese por el desagüe, a cambio de promesas falsas que no significan
nada.
El politólogo Pavel Sviatenkov recomienda a los participantes de la resistencia no caer en ese tipo de provocaciones:
Kiev no propone la federalización. La
ampliación de competencias, como ellos lo llaman, de los órganos locales
de gobierno no significa nada. En un estado centralizado esos derechos
se pueden dar y quitar en cualquier momento. Kiev quiere hacer todo tipo
de promesas para luego seguir haciendo y deshaciendo a su antojo como
ha venido haciendo hasta ahora.
Y la gente debe seguir defendiendo sus
derechos. No puede aceptar ese tipo de propuestas. Rusia está pendiente
de la actividad de los habitantes del sur y el este. Si esa actividad
no se manifiesta, difícilmente cabe esperar por nuestra parte una ayuda
sustancial. Con sus propuestas de acuerdos, en Kiev estado únicamente
intentando ganar tiempo. El tiempo corre a su favor.
El gobierno ucraniano a lo largo de
todos los presidentes que ha tenido, tanto de los elegidos legítimamente
como los llegados al poder en otras circunstancias, siempre han
engañado a los habitantes del sur y el este, afirmó el politólogo Vitali
Tretiakov. Su relación con los habitantes de las regiones occidentales
sería un tema aparte de debate. Pero es un hecho que no han cumplido la
mayoría de las promesas que se han hecho en el marco de la lucha
electoral. No es este un tema de simpatías o antipatías, sino la
realidad de la política ucraniana de los últimos 23 años.
El mismo proyecto de acuerdo con los
rebeldes despierta muchas interrogantes. En primer lugar no está claro
quién lo va a cumplir. ¿Dónde está la garantía de que el futuro
Presidente -que por ahora se desconoce-, fuese a cumplir el acuerdo? En
segundo lugar, el actual gobierno ucraniano podría seguir haciendo más
promesas. Para ellos lo principal es que los electores del sur y el este
tomen parte en las futuras elecciones. Lo rácano de las promesas, hace
dudar de su sinceridad. Kiev prácticamente está pidiendo “lo máximo”, al
exigir que la gente se disuelva, se vaya a casa y deje celebrar las
elecciones. Como contrapartida propone un mínimo, una difusa ampliación
de las competencias de los órganos locales de gobierno. Pero no es eso
lo que determina la política, ni de lejos. Hacer concesiones políticas
no es dejar que la gente decida cómo decorar un jardín público o en qué
idioma colgar un letrero que ponga “no soltar a los perros”. Eso no
refleja en absoluto las exigencias de los manifestantes.
Y por último. La firma de ese tipo de
acuerdos es solo posible bajo la garantía de políticos serios de
occidente. No de aquellos que el 21 de febrero firmaron el acuerdo con
Yanukóvich, para luego dar la posibilidad de que le arrebatasen el
poder. Debería ser un político al nivel de Merkel. El acuerdo debería ir
firmado también por un político de ese nivel en Rusia. Resumiendo, esas
garantías las deberían dar Putin y Merkel. Otra variante estaría a
priori abocada al fracaso. Hay un 120% de posibilidades de que a pesar
de lo mesurado de las exigencias, el gobierno de Kiev les daría la
vuelta por completo.
Es necesario tener en cuenta la
experiencia de la construcción regional en Europa y Rusia, considera el
miembro del Comité de la Duma para temas de la CEI, la integración
euroasiática y las relaciones con nuestros compatriotas, Vasili
Lijachov. Yo recuerdo como se llegó a un acuerdo en mi Tartaristán
natal. Es imprescindible definir claramente la limitación de
competencias de los órganos de poder, los problemas de la política
nacional y de la política social y cultural. Los documentos deben ser
redactados en el marco constitucional, no puede haber colisiones
legales. En Rusia se han llegado a 80 acuerdos de ese tipo, entre los
sujetos de la Federación y el gobierno central.
Lo que propone Kiev, puede ser sólo
una maniobra política. Kiev promete mucho por boca de su gobierno, que
no deja de ser ilegítimo. Y no podemos olvidar que en ese gobierno
trabajan varios representantes de ideología neonazi.
Los manifestantes deben exigir una
reforma constitucional, la federalización, el aumento del estatus
económico de las regiones del sur, este y centro de Ucrania, la igualdad
de derechos de la lengua rusa y ucraniana cómo idiomas oficiales.
En principio, un acuerdo así se
podría alcanzar como elementos de la regulación de la vida dentro de los
órganos del Estado. Pero ahora mismo ese acuerdo es más una táctica del
nuevo gobierno. Más aún cuando la experiencia anterior nos dice que
Kiev no cumple sus promesas. Y eso no sólo compete a las relaciones con
otras regiones, sino a las relaciones con otros Estados. La experiencia
de las relaciones ruso-ucranianas da buena fe de ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario