Miércoles, 09 de Abril de 2014 01:54
El Congreso ha rechazado (299 en contra, 47 a favor y una
abstención) la proposición del Parlament para traspasar a la Generalitat
la competencia de convocar un referéndum.
GARA
Siete largas horas de
debate no modificaron las posiciones previas y el rodillo de PP y PSOE
dio portazo a la reclamación mayoritaria del Parlament catalán para
celebrar la consulta convocada para el próximo 9 de noviembre.
Concretamente, fueron 299 diputados quienes votaron «no» a la propuesta
defendida por los representantes catalanes, mientras que 47 electos de
CiU, Izquierda Plural (IU-ICV-CHA), PNV, Amaiur, ERC, BNG, Nueva
Canarias, Compromís-Equo y Geroa Bai avalaron el plan, con la única
abstención de Coalición Canaria. El resumen: frente a la reivindicación
democrática avalada por la mayoría catalana, las formaciones que
sustentan el bipartidismo español contrapusieron una ley que solo está
en sus manos modificar. Una vez acabado el debate y oficializada la
negativa a la consulta, el president, Artur Mas, ofreció una breve
valoración desde el Palau de la Generalitat, en la que calificó la
votación de «dolorosa, prevista y no deseada», pero manteniéndose en la
línea de los últimos días, aseguró que «el proceso sigue, la voluntad
del pueblo de Catalunya no la puede anular una votación en el Congreso».
Los primeros en romper el hielo fueron
los tres delegados designados por el Parlament. Los tres, con sus
matices, hicieron gala de la unidad de los partidos soberanistas en
torno al derecho a decidir, centrando sus discursos en el derecho
democrático a votar y recordando que, si están donde están, es en buena
parte por la decapitación del Estatut que en su día inició el mismo
Congreso y culminó el Tribunal Constitucional. También coincidieron en
garantizar que la negativa de ayer no frenará el proceso catalán.
«Voluntad política»
El primero en subir al estrado fue el
presidente del grupo parlamentario de CiU en el Parlament, Jordi Turull,
que empezado por recordar que «consultar a los catalanes es legal y
posible» y que depende de «la voluntad política». Turull extendió la
mano para «buscar un acuerdo para hacer la consulta» y «mejorar los
errores del Estado con Catalunya». Pero advirtió: «Si no quieren, no
desistiremos, tomaremos otras vías para que el pueblo vote».
Acto seguido llegó el turno de la
secretaria general de ERC, Marta Rovira, que apeló a la emoción,
señalando que «la mejor manera de trabajar para nuestros hijos es votar
para construir un estado que sea útil a las personas» y asegurando que
el país se les «derrite en las manos» por los pocos instrumentos y
recursos que tienen para ayudar a los ciudadanos. Rovira también se
mostró tajante a la hora recomendar al PP y al PSOE que aprovechen «la
oportunidad de pasar a color una fotografía que muchos de nosotros
todavía vivimos en blanco y negro: la foto de la democracia española».
El último de los delegados catalanes en
subir al estrado fue el coordinador general de ICV-EUiA, Joan Herrera,
contundente, al asegurar que «los catalanes no pueden considerar la
Constitución como propia». Recordó que lo único que se planteó ayer fue
«un referéndum no vinculante», pero ante el «autoritarismo» de la
respuesta española, advirtió: «Quien rompe España es quien no reconoce
el derecho a decidir».
Normas e «historia común»
Ante choque de mayorías entre el
Congreso español y el Parlament catalán, los primeros se aferraron a la
normativa. En ello coincidieron el presidente, Mariano Rajoy y el
secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, empeñados en
ubicar la Constitución como dique. Ambos entrelazaron argumentos ya
utilizados en sesiones anteriores e incluso Rubalcaba llegó a ganarse
algún aplauso de la bancada del PP. Quizás la única divergencia entre
ambos líderes, que por una jornada abandonaron los reproches, fue la
propuesta para reformar del texto constitucional. Los dos la mencionaron
aunque con distinto sentido. Mientras que el jefe del Ejecutivo lo
planteaba como desafío, consciente de que la mayoría de PP y PSOE
siempre podría poner freno a propuestas que abriesen el camino a la
autodeterminación, Rubalcaba fijaba su planteamiento federalista como
principio y fin de un plan sin recorrido. En el resto, ambos compitieron
por lanzar el «no» más sonoro aunque matizado con algún guiño a un
diálogo sin concreción.
«No es posible atender a lo que nos
solicita el Parlament de Catalunya porque no lo permite la
Constitución», arrancó el presidente español, que primero abordó el
argumentario jurídico, insistiendo no tener «potestad» para ceder la
autorización de celebrar la consulta. Claro, que el debate no era ese.
Así que rápidamente se enmendó para remarcar que «tampoco está permitido
autorizar un referéndum cuyo propósito sea contrario a la
Constitución». «Ni la competencia que demandan es transferible, ni el
propósito es conforme a ley», afirmó.
Una de sus líneas de intervención fue
contrarrestar la idea de respeto a las mayorías. «Algunas cosas no
cambian con manifestaciones ni con plebiscitos. Se redactó la
Constitución de manera que no fuera posible», insistió, haciendo
referencia a que «ni uno ni 500 cafés» con Artur Mas cambiaría la
situación. Después de los habituales argumentos historicistas y hasta de
«sangre», Rajoy atacó la idea de reivindicación democrática. «Votar es
democrático. La democracia no se entiende sin las urnas. Pero no bastan
las urnas para que un acto sea democrático, falta el respeto a la ley»,
insistió.
El argumento «socialista»
Rubalcaba no le fue a la zaga y tiró de
tópico con argumentos como «soy socialista, no nacionalista» o aquel que
enarbola una Europa «sin fronteras». «No cabe preguntar a unos cuantos
lo que afecta a todos», enfatizó también, para luego hacer mención al
cambio constitucional, pero siempre bajo la premisa de que llegue hasta
el federalismo que el PSOE defiende.
Pese a que el número de voces que
defendía la consulta fue mayor, se impuso el rodillo. El resumen de la
contradicción lo dio Josep Antoni Duran i Lleida, cuando recordó aquel
antiguo razonamiento, reiterado en la Cámara, que decía que «sin
violencia todo es posible».
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