29 de abril de 2014
Algunos analistas han
comenzado, por primera vez, a considerar la pérdida del Sureste de
Ucrania como algo inevitable e incluso beneficioso para Ucrania. “No
debe haber diálogo con nadie. Todos dicen: ¡Fuera!”, señala el portal
Jvilya.
El periodista Serguei
Visotski señala que las regiones de Donetsk y Lugansk son industriales y
mineras y “cualquier reforma neoliberal (como la que Kiev quiere llevar
a cabo) provocaría el cierre de muchas minas y fábricas. Esto llevaría a
protestas masivas y a una explosión social y Moscú se aprovecharía de
ello”, escribió.
“La empobrecida zona de
Donbass será una fuente de votos para los partidos populistas y
antieuropeos”, señaló por su parte el periódico Zerkalo Nedeli (El
Espejo de la Semana). “Si intentamos retener el Este nos arriesgamos a
perder el Oeste. Mejor dejar que Donbass se vaya y construir Europa en
Ucrania”. (¿Habrá visto alguien de ese periódico cómo están las cosas en la UE? N. de E.)
En realidad, los
círculos de poder en Kiev ven en el conflicto del Este un obstáculo a
sus planes de implementar las políticas neoliberales y pro-UE, máxime
teniendo en cuenta que Ucrania no tiene dinero para financiar una guerra
o un largo período de desestabilización en el país, y estarían
dispuestos a dejar que el Este se escinda de Ucrania, al igual que lo ha
hecho Crimea, con el fin de lograr sus propósitos.
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