Sábado, 26 de Abril de 2014
El desconocimiento de un país que se encuentra geográficamente muy
distante y que está construyendo un Estado y una sociedad con
particularidades propias en el planeta, coadyuvan en la creación de
fábulas y mitos al respecto.
El contexto mundial actual hace que
algunas personas se pregunten con duda y otras con preocupación acerca
de las consecuencias que pudiera tener, -para el funcionamiento del
sistema internacional en general o para
el transcurrir de su país y del propio individuo- la transformación de
China en primera potencia del orbe. El desconocimiento de un país que se
encuentra geográficamente muy distante y que está construyendo un
Estado y una sociedad con particularidades propias en el planeta,
coadyuvan en la creación de fábulas y mitos al respecto.
La aseveración más socorrida es aquella
que dice relación a que no tiene sentido salir del dominio
estadounidense para caer bajo el de China. La historia de nuestra región
ayuda a alimentar dicha preocupación. Pasamos del control absoluto de
los imperios español y portugués durante tres siglos para caer bajo la
égida neocolonial británica al finalizar las luchas por la independencia
y posteriormente a vivir bajo hegemonía estadounidense cuando este país
se transformó en primera potencia mundial y entró en su etapa
imperialista a finales del siglo XIX.
Vale entonces, exponer algunos elementos
que coadyuvan a conocer mejor la política exterior de la República
Popular China (RPCh). Los sustentos del comportamiento chino en el
escenario internacional se basan en una opinión independiente respecto de los problemas internacionales.
Su objetivo diplomático radica en defender la paz mundial y crear un
ambiente pacífico que le permita su desarrollo. Se opone a la hegemonía
de un país o alianza de países y a la aplicación de acciones de fuerza.
Su política exterior se propone desarrollar relaciones con todos los
países independientemente de cuál sea la orientación ideológica de su
gobierno o el sistema social imperante. Prioriza las relaciones con los
países en vías de desarrollo y con sus vecinos, lo cual constituye la
piedra angular de su quehacer en el ámbito exterior. El fin primordial
de sus relaciones internacionales es construir un nuevo orden económico-político internacional.
La política exterior de China está
sustentada en los cinco principios de coexistencia pacífica que regulan
sus relaciones con otros países. Son ellos: respeto mutuo a la
soberanía y la integridad territorial, no agresión, no intervención en
los asuntos internos, igualdad y beneficio recíproco y coexistencia
pacífica.
Aquí se comienzan a marcar algunas
diferencias respecto de la política exterior de Estados Unidos.
Consecuente con los principios enunciados, la República Popular China ha
desarrollado su potencial militar con carácter estrictamente defensivo.
No posee bases militares en el extranjero, salvo pequeñas estaciones de
control y protección de la ruta marítima que deben seguir sus buques
petroleros desde el Golfo Pérsico hasta su territorio. Desde el año 1979
cuando China invadió Vietnam durante dos meses, soldados de este país
no han salido de su territorio para hacer la guerra en otra nación.
Desde 1949, además de esta ocasión, solo durante la guerra de Corea, el
ejército chino ha realizado operaciones bélicas fuera de sus fronteras.
En ambos casos, al finalizar las guerras, todo el contingente militar
chino regresó a su territorio.
Así, el énfasis de la política exterior
de la RPCh se ha puesto en la cooperación en materia económica,
financiera y tecnológica y en la diversificación de sus relaciones. En
ese sentido, China basa su crecimiento económico en dos motores: la
exportación y la inversión.
Particular importancia ha tenido el
manejo de sus vínculos con otros centros de poder mundial. La apertura
que inició Deng Xiaoping fue continuada por los presidentes Jiang
Zemin, Hu Jintao hasta el actual mandatario Xi Jinping. Según éste
"China es un león dormido. Hoy, el león se ha despertado. "Pero es
agradable, pacífico y civilizado" y añadió que "China no creará
problemas, pero tampoco tiene miedo a los problemas".
En una reciente visita a Alemania a
finales del mes de marzo pasado, el presidente chino fue extremadamente
cuidadoso al referirse al tema de Crimea. Explicó que como es
tradicional en la política exterior china, su país no tiene que elegir
ningún bando respecto de este conflicto. Sin embargo, durante un
discurso en el Colegio de Europa en Bruselas, al referirse al tema, Xi
dijo que " Para cualquier país en el mundo, el pasado siempre es la
clave para el presente y el presente siempre está enraizado en el
pasado. Sólo cuando sabemos de dónde ha venido un país, podríamos
posiblemente entender por qué ese país es lo que es hoy, y sólo entonces
podríamos darnos cuenta en qué dirección se dirige".
Wang Yiwei, director del Instituto de Relaciones Internacionales y profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Renmin de China explicando las diferencias entre el comportamiento ruso y el de su país en materia internacional
expone que China creció mirándose hacia adentro y valorando la riqueza
de su cultura, a diferencia de Rusia que creció permanentemente más allá
de sus fronteras originales.
Con respecto a Europa el reciente viaje
del presidente chino a esa región marcó una nueva etapa en las
relaciones con la Unión Europea. Dicho encuentro presentó tres
oportunidades estratégicas para ambos. En primer lugar permitió dar
continuidad y profundizar la reforma de China, Además, fue una
posibilidad de desarrollo de los vínculos bilaterales y finalmente
consintió fortalecer la cooperación internacional
en materia de paz y seguridad. Al respecto Xi dijo que "Los sensatos
buscan el terreno común, mientras que los insensatos se aferran a las
diferencias". Sobre el mismo tema, el Doctor Wang opinó que “China y
Europa deben respetarse mutuamente, tratarse como iguales, buscar
terreno común poniendo de lado las diferencias y mantener la cooperación
de beneficio mutuo. Al hacer todo esto, promoveremos nuestro diálogo y
compromiso, maximizaremos los intereses comunes, compartiremos
oportunidades y haremos frente a los retos de manera conjunta”.
Al participar en la III Cumbre de
Seguridad Nuclear que se celebró en La Haya del 24 al 25 de marzo de
2014 el presidente chino quiso dar prueba del compromiso de su país para
mejorar la seguridad universal. Fue también una manifestación de la
importancia que el gobierno chino concede a la seguridad nuclear y a la
seguridad internacional en su conjunto.
El país asiático se ha propuesto elevar su perfil de seguridad nuclear
entendiendo su creciente fuerza nacional e influencia internacional sobre los principales temas de la agenda, sabiendo que éste es uno de los más trascendentales.
En otro ámbito, el mandatario chino ha establecido ciertos parámetros que fundamentan el comportamiento internacional
de la potencia asiática. En ese sentido, ha recalcado la diversidad de
las civilizaciones que componen el espectro planetario y ha destacado la
necesidad de “ los intercambios y el aprendizaje mutuo entre
civilizaciones". Según Xi, estos no deben construirse sobre el elogio o
el menosprecio exclusivos de una civilización en particular. Enfatizó
que las civilizaciones son iguales y todas tienen fortalezas y defectos,
pero ninguna debe ser considerada superior a otra.
En un discurso pronunciado en la sede de
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura (Unesco) en París, a finales de marzo el presidente chino
desmontó la hipótesis occidental esbozada por el historiador británico
Arnold J.Toynbee, y desarrollada por el politólogo estadounidense Samuel
Huntington quien en 1993 imaginó una idea de futuro basada en el choque
de civilizaciones como escenario de conflicto más probable para el
siglo XXI. Xi expuso que el elemento central de las relaciones entre
civilizaciones debe ser la inclusividad basada en el intercambio y el
aprendizaje mutuo. Dijo que "Si todas las civilizaciones pueden defender
la inclusividad, el llamado 'choque de civilizaciones' quedará
descartado y la armonía de las civilizaciones se convertirá en
realidad".
En su primer año de gobierno el
presidente chino ha trazado el rumbo de lo que será su gestión
encaminada a proyectar la “política exterior como la locomotora de su
´Sueño Chino` o rejuvenecimiento nacional, que pretende mejorar la
calidad de vida de la gente, la prosperidad general, construir una
sociedad mejor y fortalecer las fuerzas armadas” como lo señala Swaran
Singh profesor de Diplomacia y Desarme en la Universidad Jawaharlal
Nehru de Nueva Delhi.
En este marco, la visita de Wang Yi
Canciller de la RPCH a América Latina se inscribe en el objetivo de
fortalecer las relaciones de su país con la región. La misma se propone
vigorizar los intercambios de alto nivel e impulsar la cooperación.
Según estadísticas del Ministerio de Comercio de China sus inversiones
en América Latina subieron de 200 millones de dólares en 1975 a más de
100 mil millones en 2010. Así mismo, la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe de la ONU (CEPALC) estima que en unos 5 años China
desplazará a la Unión Europea como segundo socio comercial de América
Latina. Del 7,6% del total de ventas a la región en 2009, pasará a 19,3%
en 2020.
Tal vez a eso se refirió el presidente
Xi cuando en París -al pensar en la necesidad del intercambio y el
aprendizaje mutuo entre civilizaciones- expuso que lo que su país busca
es “el Sueño Chino” que según él, “puede lograrse a través del
desarrollo equilibrado y el refuerzo mutuo del progreso material y
cultural", por lo que "el pueblo chino alentará cambios creativos y un
desarrollo innovador de la civilización china de conformidad con el
progreso de la época".
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