“Más allá de dondeaún se esconde la vida, quedaun reino, queda cultivarcomo un rey su agonía,hacer florecer como un reinola sucia flor de la agonía:yo que todo lo prostituí, aún puedoprostituir mi muerte y hacerde mi cadáver el ultimo poema”
Leopoldo María Panero Blanc fue un poeta de
referencia valorado por varias generaciones. Formó parte de una familia
volcada en la literatura. Nació en Madrid en 1948, hijo del poeta
Leopoldo Panero y la escritora y actriz Felicidad Blanc, hermano del
también poeta Juan Luis Panero y de Michi Panero, ambos fallecidos, y
sobrino del poeta Juan Panero.
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Leopoldo Mª ha sido el más genuino de los poetas que fueron agrupados en aquella mítica antología de los “novísimos”
(1970) y representa el único tabú de su generación y la más auténtica e
irreductible marginalidad de la poesía española. Considerado como el
escritor de los excesos, su figura ha sido reivindicada por músicos como
Enrique Bunbury y Nacho Vegas.
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Su militancia
antifranquista le valió su primera estancia en prisión y fue detenido en
diferentes ocasiones. Estudió Filosofía y Letras, que abandonó en
segundo curso, en protesta contra el “conocimiento formal”. De aquellos
años jóvenes datan también sus primeras experiencias con las drogas:
desde el alcohol hasta la heroína. En los años 70 fue ingresado por
primera vez en un psiquiátrico. Las repetidas reclusiones no le
impidieron desarrollar una copiosa producción no sólo como poeta, sino
también como traductor, ensayista y narrador. Tras un año en París,
regresa a España en 1979. A finales de la década de los 80, cuando por
fin su obra alcanzó el aplauso de la crítica entendida, ingresó durante
diez años en el psiquiátrico de Mondragón. Después, se estableció en la
Unidad Psiquiátrica de Las Palmas de Gran Canaria hasta su fallecimiento
en el día de ayer. De una u otra manera, todas sus páginas, hasta sus
traducciones, son autobiográficas. Las claves de su obra son la
autocontemplación y la autodestrucción.
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La biografía de este
poeta y su entorno familiar siempre ha desatado interés en el ámbito
cultural, como muestra la película de Jaime Chávarri, El desencanto (1976),
un documental que refleja cómo era su familia en plena desintegración
del franquismo, acomodada e intelectual, pero también desmembrada,
autoritaria y en la que la figura de su padre pesaba aun con su
ausencia. “En la infancia vivimos y, después, sobrevivimos”, proclamaba Panero en aquella película. De ese “después” da cuenta su poesía.
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http://poetasenlared.blogspot.com.es/2014/03/leopoldo-m-panero-1948-2014.html?spref=fb
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