22 M. La dignidad del pueblo
El pasado sábado en las calles de Madrid se congregaron dos millones de
personas, colectivos y pueblos de todo el Estado, en una manifestación
que cualquier persona con un mínimo de humanidad debería secundar.
Reclamamos una vida digna, trabajo, casa, servicios sociales para todos y todas y el no pago de la deuda.
Con un amplísimo apoyo popular, las Marchas de la Dignidad
avanzaron durante más de 5 horas desde Atocha hasta Colón, en un
ambiente de lucha y solidaridad entre pueblos, que no se recuerda en
décadas. Una acción construida durante meses, a base de trabajo
militante.
Desde que partieron, las Marchas de la Dignidad han recorrido
todo el estado haciendo asambleas en cada lugar por el que pasaban,
llevando una auténtica democracia a cada pueblo y recibiendo la
solidaridad de las gentes.
Frente a esta demostración de dignidad y democracia, el
sistema no tiene ningún discurso que enfrentar, y su única respuesta es
la represión:
La represión mediática, con el silencio absoluto desde todos
los medios del régimen, hasta que la realidad se ha impuesto y se han
visito obligados recoger nuestra lucha.
La represión política, con declaraciones absurdas como
las comparaciones con grupos de extrema derecha, con Ayuntamientos
prohibiéndonos pasar o pecnoctar en sus municipios o autoridades
locales increpado a compañeras y compañeros.
La represión policial, sufrida durante todo el camino,
cuando la guardia civil desviaba a caminantes por caminos paralelos de
tierra y piedras para dificultar su marcha, o cuando la policía impedía que las asambleas transcurriesen con normalidad. Los
controles injustificados en carreteras que retuvieron a más de 100
autobuses que originaron retrasos entre una y tres horas. Pero
especialmente cuando, una vez en Madrid, un despliegue policial
desproporcionado, formado por 1.700 agentes de la UIP traídos de varios
lugares del Estado, fue utilizado para amedrentar y reprimir al pueblo.
Antes de que la manifestación terminase, un ejército policial atacó sin miramientos a población civil indefensa.
Desde la propia megafonía del acto que se estaba celebrando
en Colón, se pidió a los agentes que parasen su ataque, pero
persistieron en la agresión. Una acción así no se improvisa, era un plan premeditado para disolver la manifestación y conseguir abrir los noticiarios televisivos con imágenes de violencia.
Hubo un ejercito policial que usó porras, escopetas y gases lacrimógenos para vulnerar el legítimo ejercicio del derecho de reunión. Fue un montaje policial urdido desde el Gobierno que vulneró derechos fundamentales como el de reunión y manifestación.
Las personas detenidas fueron objeto de maltrato. Se les
mantuvo ocho horas de pie contra la pared, con las manos en alto, no se
les dió agua, no se les dió alimento en 24 horas. A las mujeres ni se
les permitió cambiar de tampax. Se les mantuvo 37 horas en dependencias
policiales antes de pasar a disposición judicial.
Exigimos al régimen que retire los cargos de todos los
acusados y la libertad inmediata del compañero Miguel. Exigimos además
la destitución de la delegada del gobierno y del jefe de policía de
Madrid, a los que consideramos responsables directos del ataque, así
como la dimisión de ministro del interior.
La dignidad está de parte del pueblo. No terminamos aquí.
Seguiremos organizándonos, luchando y trabajando a partir de la
movilización popular ya construida.
¡No es tiempo de lamentos, es tiempo de lucha!
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