Solidaire ha entrevistado a
Jean-Marie Chauvier para comprender mejor la situación actual de
Ucrania. Es un periodista y ensayista belga, especialista en Ucrania y
la antigua Unión Soviética. Conocedor de estos países y de la lengua
rusa desde hace tiempo, colabora hoy en el “Monde diplomatique” y en
otros diarios y páginas webs.
Según Jean-Marie Chauvier, especialista
en Ucrania, los medios de comunicación occidentales presentan la crisis
ucraniana como un western: “Están los buenos ‘pro-europeos’ y los
malvados ‘pro-rusos’. Es maniqueo, parcial, ignorante de la realidad de
Ucrania.”
¿Cuáles son los problemas
económicos a los que se enfrenta la población ucraniana, principalmente
los trabajadores, los pequeños campesinos y los parados?
Jean-Marie Chauvier.
Desde la desintegración de la Unión Soviética en 1991, Ucrania ha pasado
de tener 51,4 a 45 millones de habitantes. Esta disminución se explica
por una disminución de la natalidad, un aumento de la mortalidad, debido
en parte al desmantelamiento de los servicios sanitarios. La emigración
es muy fuerte. 6,6 millones de ucranianos viven ahora en el extranjero.
Numerosa es la gente del este de Ucrania que ha ido a trabajar a Rusia,
donde los salarios son sensiblemente más elevados, mientras que los del
oeste se han dirigido más bien hacia Europa occidental, por ejemplo en
los invernaderos de Andalucía o en el sector de la construcción en
Portugal. La emigración hace entrar en Ucrania 3 billones de dólares al
año.
Mientras que el paro es oficialmente del
8% en Ucrania, una parte importante de la población vive por debajo del
umbral de la pobreza: desde el 25% según el gobierno, hasta el 80% según
otras estimaciones. La pobreza extrema, acompañada por la
subalimentación, está estimada entre el 2-3% y el 16%. El salario medio
es de 332 dólares al mes, uno de los más bajos de Europa. Las regiones
más pobres son las regiones rurales en el oeste. Los subsidios para el
desempleo son pocos y limitados en el tiempo.
Los problemas más acuciantes se ven
acentuados por el peligro de la firma de un tratado de librecambio con
la Unión Europea y la aplicación de las medidas preconizadas por el FMI.
De esta manera existe la perspectiva del cierre de empresas
industriales, sobre todo en el este, o su
reapropiación-reestructuración-desmantelamiento por las multinacionales.
En lo que respecta a las tierras fértiles y la agricultura, se
vislumbra en el horizonte la ruina de la producción local asegurada en
la actualidad por pequeños campesinos y sociedades por acciones
herederas de los koljoses y por la llegada en tromba de las
multinacionales del sector agroalimentario. La compra masiva de las
tierras ricas se acelerará. Así Landkom, un grupo británico, ha comprado
100 000 hectáreas y el hedge fun ruso Vozrózhdenie ha comprado 300 000
hectáreas [este número equivale a la quinta parte de las tierras
agrícolas belgas, Nota de la Redacción].
Para las multinacionales, hay por lo
tanto buenos trozos del pastel que coger: algunas industrias, los
oleoductos y gaseoductos, las tierras fértiles, la mano de obra
cualificada.
¿Cuáles serían las ventajas y los inconvenientes de un acercamiento hacia la Unión Europea?
Jean-Marie Chauvier. Los
ucranianos – la juventud sobre todo – sueñan con la UE, la libertad de
viajar, las ilusiones sobre una vida cómoda, los buenos salarios, la
prosperidad, etc. Sueños con los que cuentan los gobiernos occidentales.
Pero en realidad, no se trata de una adhesión de Ucrania a la UE. No se
trata de libre circulación de personas. La UE propone pocas cosas
aparte del desarrollo del librecambio, la importación masiva de
productos occidentales, la imposición de los estándares europeos en los
productos susceptibles de ser exportados hacia la UE, lo que supone unos
terribles obstáculos a la exportación ucraniana. Rusia, en cuanto a
ella – en caso de acuerdo con la UE – amenaza con cerrar su mercado a
los productos ucranianos. Moscú ha ofrecido compensaciones como la
disminución en un tercio del precio del petróleo, una ayuda de 15
billones de dólares, la unión aduanera entre ella misma, Kazajistán,
Armenia… Putin tiene un proyecto euro-asiático que engloba la mayor
parte del antiguo espacio soviético (excepto los países bálticos)
reforzando los lazos con un proyecto de cooperación industrial con
Ucrania, integrando las tecnologías donde Ucrania era competitiva en la
época de la URSS: aeronáutica, satélites, armamento, construcciones
navales, etc., modernizando los complejos industriales. Es evidentemente
el este de Ucrania quien más está interesado en esta perspectiva.
¿Puede explicar las diferencias regionales que atraviesan Ucrania?
Jean-Marie Chauvier. No
hay un Estado-nación homogéneo en Ucrania. Hay contradicciones entre las
regiones. Hay diferencias históricas. Rusia, Bielorrusia y Ucrania
tienen un origen común: el Estado de los eslavos orientales (siglo
IX-XI), con capital en Kiev, que se llamó “Rus”, “Rusia” o “Rutenia”.
Después sus trayectorias se han diferenciado: lenguas, religiones,
pertenencias étnicas. El oeste ha estado por mucho tiempo ligado con el
Gran Ducado de Lituania, a los reinos polacos, al Imperio
austro-húngaro. Tras la Revolución de 1917 y la guerra civil, nació la
primera formación nacional llamada “Ucrania”, co-fundadora en 1922 de la
URSS. La parte occidental, anexionada notablemente por Polonia fue
“recuperada” en 1939 y 1945, y después el territorio actual de Ucrania
se amplió de nuevo a Crimea en 1954.
El este es más industrial, más obrero,
más rusófono mientras que el oeste es más rural, campesino,
ucranianófono. El este es ortodoxo, ligado al patriarcado de Moscú
mientras que el oeste es a la vez greco-católico (“uniata”) y ortodoxo,
ligado al patriarcado de Kiev desde la independencia en 1991. La Iglesia
uniata católica, notablemente en el oeste, en Galizia, ha sido
tradicionalmente germanófila, y ha estado frecuentemente en conflicto
con la Iglesia católica de Polonia. El centro de Ucrania, con Kiev, es
una mezcla de corrientes del este y del oeste. Kiev es muy
mayoritariamente rusófona, sus élites son pro-oposición y están muy
ligadas a los ultraliberales de Moscú.
Ucrania está por lo tanto compartida –
histórica, cultural y políticamente – entre el este y el oeste, y no
tiene sentido alguno levantar al uno contra el otro, salvo si se quiere
apostar por la ruptura, véase la guerra civil, lo que sin duda entra de
los planes de algunos. A fuerza de empujar hacia la ruptura, como hacen
los occidentales y sus pequeños soldados desplegados allí, podría llegar
el momento en que la UE o la OTAN obtengan su “trozo del pastel”, ¡pero
en el que Rusia también tendrá el suyo! No sería el primer país que se
ha hecho explotar deliberadamente. No se debe ignorar tampoco que la
opción europea también sería militar: la OTAN seguirá y también se
planteará la cuestión de la base rusa de Sebastopol en Crimea,
mayoritariamente rusa y estratégicamente crucial para la presencia
militar en el Mar Negro. ¡Podemos imaginarnos que Rusia no dejará que se
instale una base norteamericana en ese lugar!
¿Qué opina de la manera con la que el conflicto actual está siendo presentado en nuestros medios de comunicación?
Jean-Marie Chauvier. ¡Es
una película de vaqueros! Están los buenos “pro-europeos” y los
malvados “pro-rusos”. Es maniqueo, parcial, ignorante de la realidad en
Ucrania. La mayor parte del tiempo, los periodistas van a ver a la gente
que piensa como ellos, que dicen lo que los occidentales quieren oír,
que hablan inglés u otras lenguas occidentales. Y después están las
mentiras por omisión.
Primero hay un gran ausente: el pueblo
ucraniano, los trabajadores, los campesinos, sometidos a un capitalismo
de “terapia de choque”, a la destrucción sistemática de todas sus
conquistas sociales, a los poderes mafiosos en todas partes.
Después está la ocultación o la
minimización de un fenómeno que se califica de “nacionalista” y que en
realidad es neofascista, véase directamente nazi. Se ubica
principalmente (pero no solamente) en el partido Svoboda, su jefe Oleg
Tiagnibog y la región occidental que se corresponde con la antigua
“Galizia oriental” polaca. ¿Cuántas veces habré visto, oído, leído en
los medios de comunicación menciones a este partido y su jefe como
“opositores”, sin ninguna otra matización?
Se habla de simpáticos jóvenes
“voluntarios de la autodefensa” venidos de Lviv (Lvov, Lemberg) hasta
Kiev, mientras que se trata de comandos reclutados por la extrema
derecha en esta región (Galitzia), que es su bastión. Es pesada la
responsabilidad de aquellos – políticos, periodistas – que se prestan a
este juego, a favor de corrientes xenófobas, rusófobas, antisemitas,
racistas, celebrando la memoria del colaboracionismo nazi y de la Waffen
SS de la que Galitzia (¡y no toda Ucrania!) fue parte.
Finalmente, los medios de comunicación
guardan silencio acerca de las múltiples redes financiadas por Occidente
(Estados Unidos, la UE, Alemania) para la desestabilización del país,
las intervenciones directas de personalidades políticas occidentales.
¡Imaginémonos la zona neutra de Bruselas ocupada durante dos meses por
decenas de miles de manifestantes exigiendo la dimisión del Rey y del
gobierno, tomando por asalto el Palacio Real, y aclamando en su tribuna a
los ministros rusos, chinos o iraníes! ¿Nos imaginamos esto en París o
en Washington? Esto es lo que está pasando en Kiev.
Mi consternación crece a diario al
constatar la distancia entre las “informaciones” ofrecidas por nuestros
medios de comunicación y las que puedo recoger en los medios ucranianos y
rusos. La violencia neonazi, las agresiones antisemitas, los asaltos a
las administraciones regionales: en nuestros grandes medios de
comunicación: en nuestros grandes medios, ¡nada de todo esto! Solamente
oímos un único punto de vista: los opositores de Maidan [plaza en Kiev
donde los pro-europeos se concentran, Nota de la Redacción]. ¡En
nuestros medios de comunicación, el resto de Ucrania no existe!
¿Cuáles son los principales actores presentes?
Jean-Marie Chauvier. La
oligarquía industrial y financiera, beneficiaria de las privatizaciones,
está compartida por grupos que se debaten entre Rusia y Occidente.
Víctor Yanúkovich y su Partido de las Regiones representa a los clanes
(y a la mayor parte de la población) del este y del oeste. El Partido de
las Regiones ha ganado tanto las elecciones presidenciales como
parlamentarias en el otoño de 2013. También tiene un fuerte asentamiento
en el oeste, en Transcarpatia (también llamado Ucrania subcarpática),
una región multiétnica que resiste al nacionalismo. Pero la actual
crisis, las indecisiones y las debilidades del presidente pueden
costarle muy caro y desacreditar a su partido…
El poder establecido es ampliamente
responsable de la crisis social de la que sacan provecho la
extrema-derecha y los cantos de sirena de la UE y la OTAN. El poder
establecido es impotente en los hechos, y defiende a una parte de la
oligarquía. Ha favorecido la extensión de la corrupción y las prácticas
mafiosas.
Frente a él, hay tres formaciones
políticas que están basadas sobre todo en el oeste y también en el
centro de Ucrania. Primero está Batkivschina (“Patria”), cuyo dirigente
es Arseni Yatseniuk. Ha sucedido a la egeria Iulia Timochenko, enferma y
encarcelada. Después está el partido Udar (partido demócrata de las
reformas) cuyo líder y fundador es el antiguo boxeador Vitali Klitschko.
Es el protegido de Angela Merkel y de la UE. Los cuadros de su partido
están formados por la fundación Adenauer. Finalmente, tenemos al partido
neo-fascista Svoboda (“Libertad”) dirigido por Oleg Tiagnibog.
Svoboda está en filiación directa con la
Organización de Nacionalistas Ucranianos (ONU) – fascista, siguiendo el
modelo de Mussolini – fundada en 1929 en Galitzia oriente bajo el
régimen polaco. Con la llegada de Adolf Hitler en 1933, se toman
contactos bajo la consigna de “nos serviremos de Alemania para hacer
avanzar nuestras reivindicaciones”. Las relaciones con los nazis son a
veces tumultuosas – porque Hitler no quiere una organización autónoma –
pero todos están firmemente unidos en su objetivo común de eliminar a
los comunistas y los judíos y de esclavizar a los rusos. Los fascistas
ucranianos oponen el carácter “europeo” de Ucrania al carácter
“asiático” de Rusia. En 1939, Andei Melnik estaba a la cabeza de la ONU,
con el apoyo de Andrei Cheptytski, metropolita [obispo, Nota de la
Redacción] de la Iglesia greco-católica (uniata), germanófilo, “líder
espiritual” de Galitzia, pasada a estar en 1939 bajo el régimen
soviético. En 1940, el radical Stepan Bandera hace disidencia: su ONU-b
forma dos batallones de la Wehrmacht, Nachtigall y Roland, para tomar
parte en la agresión guiada por Alemania y sus aliados contra la URSS,
el 22 de junio de 1941. Inmediatamente se desencadena una oleada de
pogromos.
Desde hace varios escrutinios, tras la
“revolución naranja” de 2004, la influencia de Svoboda crece en Galitzia
y en todo el oeste de Ucrania, incluidas las grandes ciudades con un
20-30% de los votos. En el conjunto de Ucrania, Svoboda cuenta con el
10% de los votos. Svoboda está siendo “desbordada” por grupos neo-nazis
aún más radicales que él.
Las tres formaciones políticas,
Batkivschina, Udar y Svoboda, apoyadas por Occidente, reclaman desde
hace dos meses el derrocamiento del gobierno y del presidente de la
república. Exigen nuevas elecciones. Svoboda las arrastra más lejos al
organizar golpes de Estado ejecutados a nivel local. Allí donde hace
reinar sus gobierno de terror, Svoboda prohíbe al Partido de las
Regiones y al Partido Comunista ucraniano.
El PC ucraniano llama al sentido común
desde hace varias semanas. Ha recogido más de 3 000 000 de firmas para
reclamar un referéndum que debería decidir si Ucrania quiere un tratado
de asociación con la UE o una unión aduanera con Rusia. La situación
insurreccional incumbe no solamente a los tres partidos de la oposición
sino también al poder, que ha ofrecido en bandeja al país y al pueblo a
los dirigentes de la seudo-oposición, a los grupos de extrema derecha
neo-nazis, a las organizaciones nacionalistas violentas, a los políticos
extranjeros que llaman a la gente a “radicalizar las protestas” y a
“luchar hasta el final”. El PC saca a la luz los problemas sociales.
Tiene la posición más democrática de entre los partidos políticos. Pero
su influencia se limita al este y al sur de Ucrania.
¿Qué papel juegan las grandes potencias (Estados-Unidos, Unión Europea, Rusia) en el conflicto actual?
Jean-Marie Chauvier.
Zbigniew Brzezinski, influyente geoestratega estadounidense de origen
polaco, ha establecido en los años 90 la estrategia estadounidense para
controlar Eurasia e instalar de manera duradera la hegemonía en su país,
con Ucrania como eslabón esencial. Para él, había unos “Balcanes
mundiales”, de un lado Eurasia, de otro el gran Medio Oriente. Esta
estrategia dio sus frutos en Ucrania con la “revolución naranja” de
2004. Instaló una red de tentáculos de fundaciones estadounidenses –
como Soros y la reaganiana National Endowment for Democracy (NED) – que
remuneran a miles de personas para “hacer progresar la democracia”. En
2013-2014, la estrategia es diferente. Es sobre todo la Alemania de
Angela Merkel y de la UE quienes están al mando, ayudados por políticos
estadounidenses como el republicano John McCain. Se arenga a las masas
en Maidan y en otros lugares con un gran irresponsabilidad: para
alcanzar fácilmente su objetivo de hacer inclinar Ucrania hacia el campo
euro-atlántico, incluyendo la OTAN, se apoyan en los elementos más
antidemocráticos de la sociedad ucraniana. Pero este objetivo es
irrealizable sin hacer estallar Ucrania entre el este y el oeste, y con
Crimea que se unirá a Rusia, como desea su población. El parlamento de
Crimea declaró: “Ni viviremos jamás bajo un régimen banderista
(fascista)”. En cuanto a Svoboda y los demás fascistas, están viviendo
la revancha de 1945. Creo que pese a todo la inmensa mayoría de los
ucranianos no quiere esta nueva guerra civil ni el estallido del país.
Pero hace falta reconstruir la sociedad…
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