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lunes, 3 de febrero de 2014

¿ QUÉ ESTÁ EN JUEGO EN LAS ELECCIONES DE EL SALVADOR?


por Fabrizio Lorusso
 
Lunes, 03 de Febrero de 2014 00:28

Análisis de las elecciones salvadoreñas de hoy, 2 de febrero 
 
[Fabrizio Lorusso para Rivista Variopinto al día] Mañana, domingo 2 de febrero habrá elecciones presidenciales en El Salvador. Las tendencias políticas y los probables resultados que los sondeos preelectorales están arrojando tienen relevancia para toda la región centroamericana y podrían representar, en cierto sentido, un cambio de ruta. Más allá de probabilidades y dinámicas exquisitamente políticas, un primer dato es que los residentes en el extranjero podrán votar por primera vez en la historia. Se trata, teóricamente, de unos 2.7 millones de salvadoreños, residentes sobre todo en Estados Unidos, aunque sólo una pequeña fracción (cerca de diez mil personas) de estos logró empadronarse.

El oficialista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), nacido tras la incorporación de la guerrilla a la arena política, había ganado la presidencia por primera vez en su historia en 2009, postulando al corresponsal de CNN Mauricio Funes, quien era un candidato “de compromiso”, menos radical y más cercano a las clases medias y los empresarios. Este año, en cambio, el candidato que lidera las encuestas es el ex combatiente y sindicalista Salvador Sánchez Cerén, quien es el actual vicemandatario y encarna “el alma auténtica” del Frente.

Sánchez Cerén será acompañado por el candidato vicepresidente Óscar Ortiz, otro dirigente interno al FMLN quien, por su lado, representa la corriente renovadora y crítica de la verticalidad heredada de la estructura que primaba durante y después de la guerra civil.

Esta tensión generacional en el interior del partido entre los innovadores y  la vieja comandancia parece haber encontrado una síntesis aceptable en la dupla presidente/vice y se va a sustituir a la tensión que ha primado en estos años de gobierno (2009-2013) entre el Frente y el actual presidente Funes, más moderado y considerado como outsider y cercano al empresariado salvadoreño. El FMLN ha mostrado su vocación de gobierno y su plena integración a la vida política y se ha consolidado durante el mandato de Funes, por lo que la franja más orgánica del partido ha ganado credibilidad y pretende un papel central.

La derecha es representada básicamente por la coalición Gana (Gran Alianza por la Unidad Nacional) del ex presidente (2004-2009) Elías Antonio Saca y por el partido Arena (Alianza Republicana Nacionalista), ya en el gobierno entre 1989 y 2009, y apuesta por el candidato Norman Quijano, el ex alcalde de la capital. Finalmente, se trata de dos grupos de la misma oligarquía nacional, es decir, son variaciones sobre el mismo tema neoliberal.

La mayoría de las encuestadoras atribuyen una ventaja significativa al FMLN (entre 32.7% y 46.5% de las preferencias) sobre Arena (entre el 29% y el 36%) y Gana (entre 11.3% y 14.7%). Es probable que habrá una segunda vuelta el 9 de marzo en la cual los votos de las derechas podrían juntarse contra el Frente y revertir el resultado de la primera, por lo que hay un alto grado de incertidumbre sobre el resultado final del proceso.

La administración de Funes no ha roto los esquemas del neoliberalismo, aunque ha marcado algunas tendencias, evidentemente no revolucionarias pero sí distintas, que podrían reforzarse si gana Sánchez: el mayor papel estatal como formulador de políticas económicas (plan de desarrollo de 5 años), sociales (reducción de la pobreza) y de seguridad (combate a la delincuencia organizada, maras y gangs). Es un tipo de intervención que requiere recursos que, en los cinco años anteriores, menguaron debido a la escasa capacidad recaudadora del Estado y a la aversión del empresariado hacia los impuestos y las reformas fiscales progresivas.

Así, la capacidad reformadora del centroizquierda salvadoreño se ve frenada. Funes eligió no adherirse al ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), bloque creado y promovido por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, pero sí ser observador en la Alianza para el Pacífico en la que participan Chile, Colombia, México y Perú, con el apoyo de Estados Unidos y la clase empresarial nacional. Ésta representa, entonces, el gran desafío y de la relación con ella se desprenden unas cuestiones básicas para el futuro mandatario: ¿Cómo recaudar más impuestos? ¿Cómo vincularse a nivel internacional y comercial? ¿Cómo reformar el estado y la economía de manera incluyente? ¿Qué políticas elegir para reducir el dramático problema de la delincuencia y la violencia?

En este sentido, la campaña no ha sido exenta de acusaciones recíprocas entre los candidatos con respecto a la mara salvatrucha y a las pandillas. El FMLN no ha podido afrontar integralmente el problema, sin embargo, logró bajar los homicidios en el país y negociar de alguna manera una tregua con el crimen organizado y, por esto, es acusado por la oposición de haber estipulado un “pacto criminal”.

En cambio, Sánchez acusa a Arena de suscitar la misma violencia utilizando sicarios para desestabilizar la situación de relativa calma que reinaba y usar mediáticamente los homicidios en contra del gobierno. De todos modos, los datos sobre inseguridad, si bien mejoraron en el último año, no son halagadores, pues cada día ocurren 16-18 asesinatos y, junto con Guatemala y Honduras, El Salvador sigue ocupando un  triste lugar en el “triángulo de la muerte” de los países más violentos de América. Otro reto fundamental para la gobernabilidad democrática y la viabilidad política de cualquier presidente.

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