El 8 de febrero de 1937 tuvo lugar uno de los
episodios más sangrientos de la Guerra Civil española, perpetrado por
el ejercito sublevado acabó con la muerte de cerca de 5.000 civiles que
huían de Málaga ante la toma de la ciudad por las tropas franquistas, en
este caso con la colaboración de nueve batallones italianos.
Las milicias obreras lograron que el levantamiento militar de julio
de 1936 no triunfase en Málaga y se temía que la tropas franquistas una
vez tomada la ciudad llevasen a cabo una feroz represión, la decisión
de muchos de los que por una u otra razón habían defendido la legalidad
republicana, decenas de miles de personas, algunos cálculos apuntan a
150.000 personas, fue la de huir en dirección a Almeria. Las carreteras
de salida de Málaga estaban cortadas y controladas por las fuerzas
fascistas salvo la que comunicaba con Almería. Una carretera que
transcurre bordeando la costa mediterránea y que representa un objetivo
fácil para su control desde tierra, mar y aire. Todos los que iniciaron
su huida sabían lo peligroso del viaje pero en el fondo confiaban,
albergaban esperanzas de que el ejercito sublevado respetase una
caravana exclusivamente civil y se arriesgaron a recorrer a pie los más
de 200 kilómetros que les separaban de Almería.
Todas las esperanzas de los que buscaban refugio en zona
republicana se frustraron el mismo día de su salida de Málaga, cuando la
artillería, los tanques y tres cruceros de guerra rebeldes, “Canarias”,
“Baleares” y “Almirante Cervera” procedieron a bombardear las largas
filas de ciudadanos que huían de Málaga. El almirante fascista
Bastarreche dirigió la masacre. Los tres cruceros bombardearon a placer
una caravana de refugiados desarmados entre los que se encontraban
familias enteras, mujeres, niños, ancianos….la cifra de muertos como
consecuencia de los bombardeos se estimó en más de 5.000 personas, el
número de heridos se desconoce.
La masacre fue una operación planificada, los fascistas preveían la
salida de Málaga de miles de personas y utilizaron la carretera de
Almería como una trampa mortal para los fugitivos. Una matanza a sangre
fría, cada uno de los 5.000 muertos fue victima de un crimen de guerra,
cinco mil crimenes de guerra en pocas horas.
El médico canadiense Norman Bethune, pionero en el establecimiento
de servicios móviles de transfusiones de sangre y miembro de la
Comisión de Ayuda a la Democracia Española, integrado en el Batallón
Mackenzie-Papineau, acudió desde Valencia con sus equipos en ayuda de
los heridos. Durante tres días él y sus ayudantes Hazen Sise y Thomas
Worsley socorrieron a los heridos y ayudaron en el traslado de
refugiados hacia la capital almeriense. El doctor Bethune ya había
intervenido anteriormente realizando transfusiones de sangre en varios
campos de batalla españoles, pero la masacre de Málaga superó todas sus
experiencias, el horror de lo que había visto le llevó a escribir un
libro que tituló “El crimen de la carretera Málaga-Almería”, en uno de sus párrafos iniciales se puede leer:
“…Lo que quiero contaros es lo que yo mismo vi en esta marcha forzada, la más grande, la más horrible evacuación de una ciudad que hayan visto nuestros tiempos….”
Igual suerte corrieron los republicanos que permanecieron en Málaga
como consecuencia de la represión llevada a cabo por la tropas
franquistas, solo comparable a la masacre perpetrada en Badajoz en
agosto del treinta y seis bajo el mando del general falangista Yagüe. Se
procedió a fusilar y enterrar en fosas comunes a miles de malagueños,
solo en el cementerio de San Rafael ya se han identificado más de 4.000
cuerpos con el tiro en la nuca.
Vergüenzas como estas o mayores se produjeron poco tiempo después a
manos del ejercito nazi, verdaderos crímenes de guerra y contra la
humanidad. El horror nazi es conocido desde nada mas acabar la II Guerra
Mundial, cientos de libros, revistas, fotografías, películas,
documentales han denunciado estos crímenes. Los máximos responsables de
los crímenes fueron juzgados, todavía hoy se persigue internacionalmente
a los que lograron huir. El pueblo alemán ha condenado sin reparos
estos episodios y sus nuevas generaciones conocen al detalle todo lo que
el nacionalsocialismo representó para ellos y para el resto del mundo.
Sus representantes políticos acuden a depositar ramos de flores en las
tumbas de las victimas de Hitler, en todos los memoriales que existen en
los antiguos campos de exterminio repartidos por media Europa. Sin
embargo en España son muy pocos los que conocen la existencia de los
crímenes llevados a cabo por Franco, de las matanzas indiscriminadas que
llevó a cabo durante los tres años de guerra y los treinta y seis
siguientes de dictadura al más puro estilo fascista. Leer lo que de la
Guerra Civil se explica en los libros de texto provoca rabia e
impotencia. Ver como en las televisiones se entrevista a descendientes
de Franco mitificando y aplaudiendo su labor en pro de los españoles
avergüenza. Contemplar su mausoleo dominar el paisaje de la sierra
madrileña es indignante.
Que en una de las mejores plazas de Cartagena siga existiendo una
estatua del almirante fascista Bastarreche, director de la matanza de
Almeria es un insulto a todos los españoles, que las autoridades de
Cartagena se nieguen a retirar la estatua del golpista no tiene
calificativo, más o menos es como si en una plaza de Munich existiese
una estatua de Hermann Goering.
Hitler no puso ser juzgado, según cuentan él mismo puso fin a su
vida, no obstante se juzgó al sistema, se juzgó a los nazis, se sacaron a
la luz pública todos los horrores. La comunidad internacional ayudó al
pueblo alemán a resurgir desde la nada, a volver a convertirse en una
potencia mundial, esto no lo habrían conseguido nunca si no hubiesen
conocido, reconocido y condenado los crímenes cometidos.
En España ni se conocen ni se reconocen los crímenes franquistas,
sus herederos siguen en los puestos clave de decisión política y
económica, todos aquellos que hicieron fortuna sirviendo al aparato de
Franco ven como cada día su riqueza y su poder aumentan. Mientras tanto
el pueblo español calla y otorga. Los herederos del franquismo han
conseguido superar la primera etapa de su estrategia, estar unos años
ocultando sus verdaderas intenciones hasta ser aceptados
mayoritariamente por la sociedad española, ahora que ya ostentan el
poder absoluto comienzan a retirar sus mascaras para ofrecernos la
realidad de sus intenciones que no son otras que utilizar a la clase
trabajadora para satisfacer el insaciable apetito de las clases
dominantes y del clero, de una Iglesia Católica que ve como sus
privilegios permanecen intactos mientras que buena parte de la población
española sufre, camino de la pobreza.
Sin embargo y a pesar de todo más de diez millones de españoles
colaboraron con su voto a que un gobierno que ha masacrado a las clases
humildes tenga hoy el poder absoluto, algunos fueron engañados pero la
mayoría votaron creyendo que sabían lo que estaban haciendo sin darse
cuenta, la mayor parte de ellos, de que no saben nada porque ellos
mismos se han negado a conocer la verdad de lo que un régimen como el
franquista supuso para España y todos sabemos que no hay peor ceguera
que la que padece el que no quiere ver.
Franco dijo que lo dejaba todo atado y bien atado, sabia lo que
decía, su candidato a rey no tendría ningún problema, los franquistas,
la derecha de su colaborador Fraga y el poder financiero y empresarial
se encargarían de protegerlo, al igual que a toda su familia. Luego vino
la transición, la historia interminable de una transición, nunca
acabará, con lo que hay ya le basta a la derecha, consiguieron su Ley de
Amnistía y la impunidad, dejaron que España se desahogara con varios
gobiernos socialistas que de socialistas solo demostraron tener el
nombre, unos “socialistas” envidiosos del buen vivir de la derecha y los
poderosos se corrompieron hasta convertirse en una especie de juguete
roto al que solo la nostalgia evita que acabe en la basura.
Algo habrá que hacer, de momento no sería mala cosa que todos los
españoles supieran lo que la derecha política, los poderes económicos y
unos militares golpistas les hicieron, es la única forma de comenzar a
desatar el nudo que Franco le puso a los españoles de a pie, que por
cierto somos una mayoría aplastante.
http://benitosacalugarodriguez.blogspot.com.es/
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